CAPÍTULO XXX

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Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.

...

-Princesa Lyra-alargó Cali- ¿Cuándo descansaremos?

-Falta mucho para llegar a la ciudad Cali-dijo Zenda mirándola sobre su hombro.

-Éste risco es bastante empinado-dijo Lyra estirando la mano hacia Neferet.

-Puede ser que necesite un descanso-suspiró ésta colocando una mano en su barriga.

-Tan solo llevamos cuatro horas caminando, apenas ha bajado el sol-señaló Lyra.

-Al carajo estoy cansada-dijo Zenda sentándose.

Cada una busco un lugar entre las rocas, apoyándose levemente en el suelo del risco, Neferet se recostó sobre el regazo de Zenda, Alea elevó la cabeza un poco al oír un ruido logrando ver un camión gigantesco cruzar el desierto otra vez.

-¿Por qué solo va uno?-murmuró en el oído de Lyra.

-No tengo idea-dijo apoyando su codo en el borde- Veremos qué hacer.

De su bota derecha sacó el arma apoyándola junto a su otro brazo, observando por la mirilla quien iba conduciendo.

-¿Quién es? ¿Alguno de sus hijos? ¿Soldado?-pregunto Alea insistente moviéndole el brazo.

-Tiene casco-respondió sin mirarla.

-¿Qué hará aquí durante el atardecer? Todos saben que el desierto Irlandés es de lo más peligroso que existe en la noche.

-Solo nosotras seríamos capaces de cruzarlo a esas horas-ladeo la cabeza.

-La verdad, todo sea por la libertad-suspiró mirando a sus amigas sobre su hombro.

-Quiero dejar de escapar, Alea-suspiró- No tiene la bandera azul, no es soldado de ninguna ciudadela, es un rebelde.

-Continuamos-exclamó Alea parándose.

-Sólo cinco minutos más-murmuró Zenda.

-Yo no salgo con vagabundas-Lyra las pateó- Ahora mismo seguimos el camino.

Las rocas no parecían achicarse, cada paso que daban era como tener una pesa más y más grande, lo único que siempre parecía aún más largo era el camino hasta la ciudad.

La noche cayó sobre los riscos y las chicas ya sentían el frío, el gélido brazo del desierto las quería cubrir, proteger o quizás adormecerlas.

Una brisa comenzaba a correr entre las rocas y estando casi en la sima del risco no podían ni avanzar.

-El viento solo parece empeorar-exclamó Calíope.

-Hay que parar en una cueva-dijo Lyra buscando algún agujero.

-Vengan-dijo Zenda guiando a Neferet de la mano.

-No veo ni mis pies-murmuró Cali.

-Neferet ten cuidado-dijo nuevamente Zenda-quédate aquí yo busco donde puedas acostarte.

-¿Cómo podemos hacer para encender una fogata?-preguntó Cali.

-No hay nada que podamos hacer, recuéstense y tendrán que acurrucarse para no tener frío-dijo Lyra sentándose con cuidado.

-Cubran a Neferet con algo-murmuró Alea temblando- Fíjense en el bolso por si encuentran algo chicas.

Se recostaron en el suelo de la cueva en completa oscuridad, Alea se durmió abrazando a Neferet cubriéndola con un trozo de tela que encontró en el bolso, Zenda y Cali de su otro lado. Lyra se sentó contra la pared mirando lo que no podía ver, todo estaba tan oscuro.

"Hemos manejado tanto tiempo que ya no recuerdo cómo llegamos aquí.

Y recuerdo que pasaré el día 23 cayendo a dos metros bajo tierra cuando estoy a 30,000 pies en el aire persiguiendo el ocaso tan lejos del este que me dirijo al oeste, siento como si el borde de este mundo fuera nuevo."

Ardía, ardía mirar el infinito de la oscuridad, ardía pensarla y que no estuviera, ardían sus mejillas, sus manos y sus labios, ardían los recuerdos, ardía pensarla, ardía pensar que debería haberse quedado. Quizás no le ardía, quizás le quemaba por dentro, no haberla visto antes de morir, no preocuparse por ella antes, no hacerlo, no poder hacerla ver la vida feliz que tendrían luego de eso.

Con rabia se secó las lágrimas y se recostó como sus amigas.

-¡LYRA!-un solo grito.

Ella despertó aturdida mirando a todas partes intentando aclarar su vista borrosa y pudo ver a Alea con su espada cubriendo la entrada junto a Calíope.

Se paró de inmediato desenfundando su arma en dirección a la puerta matando uno de los invasores de la caverna.

Detrás suyo oyó otro grito, mucho más agudo, volteó con su mirada puesta en Neferet.

-El niño ya viene-exclamó Zenda.

Lyra miró hacia ambos lados viendo a sus amigas pelear y a su casi hermana mayor estar a punto de dar a luz.

-Yo las protegeré-asintió girando nuevamente hasta la puerta de la cueva.

Matarás fuera del Cielo. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora