CAPÍTULO XLVIII

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Si una luna plateada aparece...

¿Desaparecerá los restos de tu esencia?

...

-Señor, veo una caravana en el lado Este del desierto-exclamó un soldado subido al techo de su auto.

-¿Una caravana?-dijo confundido el Supremo.

-¿Serán de los nuestros?-preguntó Adirán acercándose a su padre.

-No tiene la bandera roja-volvió a decir el soldado.

-No es de los nuestros-afirmó Kenneth- Utilice los binoculares y fíjese quien es el cabecilla de la caravana.

-Trae casco señor, no identifico quien es.

-Pues mire a los demás-ordenó molesto.

-La moto a su izquierda es un sujeto, pero también trae casco y en el auto a su derecha, conduce...-el joven dudó un momento en mencionar o no el nombre de la chica- Alea, una de sus hembras conduce el segundo auto.

-Déjame ver-ordenó Adirán empujando al soldado- Papá, junto al primer auto van las hembras.

-Ya lo sé hijo mío-suspiró cansado.

-Y en el primer auto está Lyra de acompañante, con un bebe-exclamó mirando detenidamente- ¿Será mi hermanito?

-Esas prostitutas se llevan a mi hijo-dijo furioso.

-Mi hermano.

-Móntense en los autos, ahora mismo los alcanzaremos y éste será su final-gruñó Kenneth entrando al auto- Nadie se mete con el rey inmortal.

La caravana bajó de la sima del risco, deseando poder volar hasta donde estaban los objetivos del Supremo.

La batalla se aproximaba. El desierto ya pedía sangre.

Matarás fuera del Cielo. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora