Yo no tengo nada que decir, sólo quiero estar cerca de ti, y yo estoy perdiendo mi camino. Nadie más puede salvarme.
Mael se irguió pasando su mirada lentamente sobre cada chica y se detuvo en Neferet, quien acababa de llegar de la cabina con mucho esfuerzo.
-Son libres-dijo inexpresivo.
-¿Ahora?-preguntó Zenda detrás suyo.
-El resto de la caravana está por llegar a la ciudadela-dijo Neferet ignorando lo que él había dicho, pero a la vez dándole la razón.
Alea se paró tomando entre sus manos la bolsa con los alimentos y caminó hasta la puerta, Calíope la siguió junto con los trapos que usarían para dormir en el desierto o en su mayoría caso las cuevas que llegasen a encontrar, Zenda las miró confundida pero las siguió a fin de cuentas, finalmente Neferet dio un par de pasos y sonrió de lado.
-Creo que deben despedirse-dijo pasando por el lado de ambos y saliendo.
-¿Qué harás después de esto?-preguntó Lyra.
-Volveré a ser el jinete sanguinario-dijo aún de espaldas.
-¿Habías dejado de serlo? ¿En que momento?-preguntó ella dando un paso pequeño hacia adelante.
-No podría decir cuando fue, no lo recuerdo.
-¿Nos extrañaras Mael? -preguntó casi en un susurro acercándose un poco más a él.
-Quién sabe-susurró-¿Esa pregunta era en general a todas o te referías a ti?-ladeo la cabeza.
-La que te sientas cómodo de responder.
-Las extrañaré demasiado-dijo luego de un largo y tenso momento en que Lyra pensó en mil maneras de escape.
-Y nosotras a ti-suspiró desilusionada.
-¿Es un adiós? ¿Así suena tu adiós? -preguntó el general intentando aliviar la tensión.
-Así sueño mi "hasta nunca"-dijo Lyra dando media vuelta.
-Adiós señorita D'Lamy -dijo el sonriendo de lado.
-Hasta nunca general-dijo la rubia devolviendo la sonrisa y marchándose detrás de sus amigas.
Lyra se colocó el arma sobre el hombro derecho y caminó guiando a las chicas a su destino, Cali llevaba un bate cubierto con clavos y alambres de púas, Zenda un machete gigante que guardaba en un estuche de su cinturón, Alea un sable cruzado en su espalda y Neferet iba en el centro, balanceado su vestido de gasa violeta, con dagas escondidas en sus pantorrillas, superadas por sus botines.
El vaporoso viento del desierto Irlandés comenzó a rodearlas, así como la nada misma, en un débil intento de salvación, de redención humana una lágrima corrió por la mejilla del general pensando que probablemente ése sería el último día que las vería.
O quizás la última charla con ella.
Volvió a la cabina del conductor del camión y apretó el acelerador levantando más polvo del que a cualquiera le hubiese parecido necesario, tomando rumbo nuevamente hacia la Ciudadela vecina.
Los protones celestes se abrieron paso frente a él, dejando ver el resto de la caravana ya estacionada a una orilla del campo de batallas. Las cabañas de la aldea estaban a la izquierda, amontonadas en el resto de arena cercada por el muro, en el centro había una fuente pequeña pintada de un celeste casi blanco que se encontraba destruida y enrumbado por todas partes.
El general del Éste se acercó a Mael, con una armadura plateada pulida y perfecta, sonrió de lado y se quitó el casco que tenía dejando caer el trapo que cubría su frente a los pies del general.
-Bienvenido, Mael-estiró su mano estrechándola-el rey Daven lo espera en palacio.
-Un gusto volver a verlo Dashmon-dio media vuelta siguiéndolo.
Esquivaron la multitud, empujando a un par de deficientes, Dashmon iba frente a él sonriendo, con el pecho en alto, soberbio, imponiendo el miedo entre los aldeanos.
Finalmente llegaron hasta el lujoso castillo del Éste, dos guardias abrieron las puertas de metal pulido, las escaleras en Caracol daban al segundo piso donde estaban las puertas de la servidumbre y donde estaban las reservas. A la derecha del final del pasillo central había una puerta pequeña de madera, al abrirla Daven los esperaba sentado en un trono enorme a unos cuantos metros de la puerta y frente al ventanal.
-Me alegra volver a verlo general-sonrió pasando su índice sobre sus labios.
-Igualmente rey Daven-asintió-Venimos en busca de provisiones y combustible.
-¿Ya se hizo el mes?-preguntó- Lo había recordado.
-Esperaremos lo que sea necesario-asintió el general.
-Póngase cómodo en mi palacio-sonrió.
Mael dio media vuelta y lo siguió por el pasillo de vuelta, las puertas a sus costados llegaban a marear al general, todas iguales, todas juntas. Doblaron por el pasillo izquierdo caminando hasta la despensa de vegetales, Dashmon saco una llave maestra y abrió la puerta de junto.
-Éste será tu cuarto-señaló- cuando el sol desaparezca será la gran cena, el rey lo esperará en el salón de recién.
Se sentó sólo en su cama mirando todo alrededor, acercándose a la ventana esperando ver a las chicas caminando por el desierto, pero no vio nada. No había nadie.
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Matarás fuera del Cielo. [COMPLETA]
Fiksi Ilmiah¿Cuándo el mundo se fue al carajo? ¿Cuándo dejamos de ser humanos? ¿Cuando las mujeres nos convertimos en simples objetos de un "rey" pagano? ... El deber de devolver éste mundo egoísta a una estabilidad moral está en seis simples hembras del Suprem...