Todos crecemos,
pero nunca aprendemos a decir adiós...
...
-Las hembras han escapado señor-dijo un soldado llegando junto a Kenneth.
-¿Las hembras?-exclamó atónito.
-Se escaparon escondidas en la caravana-dijo agachando su cabeza.
-¿Nadie supervisa eso? Son cosas obvias-dijo Adirán llegando del otro lado del mesón.
-Mael lo supervisa-afirmó el soldado.
-¿Mi jinete?-preguntó asombrado- Es una conspiración. Era una conspiración.
-Está muerto-sonrió Adirán.
-Vayan a buscarlo a la Ciudadela del Éste-ordenó el Supremo.
-Enseguida-asintió el soldado marchándose.
El ejército se preparó y se montaron en el camión preparado para las invasiones, con sus machetes, espadas y escopetas, trajeados con sus escudos y las pecheras de metal.
El desierto los cubría en su totalidad, con sus curvas tan llamativas, contorneándose furioso contra el ejército, deseando cubrirlos bajo sus brazos.
Mientras tanto en la Ciudadela del Éste, tres soldados se dirigían camino a la habitación del general, dispuestos a llevarlo frente al rey Daven.
Tres toques en la puerta, el silencio se sentía por todas las paredes del castillo y finalmente Mael abrió la puerta sorprendido de verlos tan temprano presentes en su alcoba.
-Venimos a escoltarlo con el rey Daven-dijo uno de ellos.
-¿Por?-ladeo la cabeza.
-Se lo solicita en la corte.
Dieron media vuelta y comenzaron a caminar directo a las grandes puertas del salón de la corte.
En comparación, la Ciudadela del Éste es sumamente diferente a DiProk, era más civilizada, el propósito del rey en la reconstrucción de una civilización fue comenzar desde el principio, en la edad media, con democracia y etiqueta. Kenneth, al contrario, sólo creo un mundo de perversión con el único propósito de ser temido, siendo ésa su única forma de respeto.
Parado en el centro del semicírculo de personas ancianas, Mael ladeo la cabeza denotando su indiferencia, miro fijamente a Daven y pasó una mano por su cabello despeinandolo levemente.
-La caravana Real de DiProk salió ayer por la noche-inició sereno el rey- rumbo a nuestra Ciudadela. ¿Tiene idea usted del por qué general?
-No, rey Daven-respondió aclarando su garganta.
-Las hembras del Supremo han escapado ayer, se corre el rumor que durante la hora que se marchaba la caravana-exclamó un anciano parandose de su asiento- Usted las trajo hasta aquí. Poniendo en riesgo la Ciudadela y sobre todo el tratado de paz.
-Eso merece la muerte en guillotina. Ahora mismo-se paró otro-y su cabeza será entregada al Supremo en forma de respeto.
-No somos animales señores. Nadie se rebajará a ser aniquilador como en las otras tribus-intervino el rey- Aquí actuaremos de acuerdo a nuestro código y éste dicta que los prófugos de otros reinos serán entregados por voluntad propia a sus captores. Siendo ésta mi última palabra retirense y déjenme hablar con el general.
Nadie dijo nada. En un instante a otro todos se pararon de sus asientos y se marcharon por la puerta trasera de la tribuna, Mael simplemente tomó aire mirando cómo los guardias colocaban cadenas en sus tobillos.
-Retirense, por favor-dijo Daven llegando junto al general- ¿Tu dejaste escapar a las Hembras?
-Las ayudé a escapar. Para lo único que me necesitaban era para pasar por la puerta-dijo Mael inexpresivo.
-¿Tienes idea de lo que traeras contigo? Lo difícil no era escapar. Lo difícil es sobrevivir a ése desierto-señaló frotando sus sienes.
-Cometí un error quizas-suspiró él agachandose su mirada.
-Hiciste una buena acción. Sé lo que vivían ésas pobres chicas, no era vida, era cárcel, prisión, muerte lenta o quizás una forma más de sepultar esta humanidad.
Mael se quedó en silencio viendo el suelo y sus botas contrastar, pensaba que era su día de muerte, su día del juicio y se despidió de tal manera de las hembras.
-Te ayudaré a escapar-suspiró Daven-Por la amistad que tuvimos y perdonarle la vida a mi padre.
-¿Esto es un sueño?-levantó la mirada.
-No.
-Ya lo sabía, si lo fuera habría ron.
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Matarás fuera del Cielo. [COMPLETA]
Fiksi Ilmiah¿Cuándo el mundo se fue al carajo? ¿Cuándo dejamos de ser humanos? ¿Cuando las mujeres nos convertimos en simples objetos de un "rey" pagano? ... El deber de devolver éste mundo egoísta a una estabilidad moral está en seis simples hembras del Suprem...