Prólogo

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Prólogo.

El chico miró hacia el suelo para intentar calmarse pero ahora estaba encerrado. Atrapado como una rata.

Se levantó lentamente sosteniéndose de la pared con su espalda y tomando firmemente un cuchillo a través de sus manos.

Trató de mirar a través de la pequeña abertura que había entre la puerta y el marco de la pared. La luz traspasaba iluminando su rostro, sus ojos color aceituna con pizcas de gris brillaban como si tuviera una luz celestial en el rostro. Su cabello alborotado tenía trozos de concreto enmarañados en él. Se pasó una mano por la frente haciendo a un lado ese fleco molesto que le cubría la visión cada cinco o diez segundos.

Inhaló.

Exhaló.

Inhaló.

Exhaló.

Se escucharon varios pasos en los corredores. Movió la cabeza para tener una mejor visión pero no veía nada. Al cabo de un momento aparecieron varios agentes. Todos tenían armas y se agrupaban como teniendo una táctica. Pudo ver al que iba al frente. Hizo una seña y todo quedó a oscuras.

«Mierda» pensó.

Se apartó de la puerta e intentó caminar hasta el final de la celda. Cayó cuando se tropezó con uno de los cadáveres. Escuchó un ¡Crack! No sabía si habían sido sus costillas —seguramente si lo era— o eran los sujetos al otro lado de la pared.

Se abrazó con una mano tratando de aliviar el dolor que sentía. No fue suficiente.

Ahora que estaba a oscuras tenía que utilizar otros sentidos como el tacto y el oido. Este se agudizó al instante ya que todo estaba en completo silencio. Escuchó como trataban de abrir la puerta de metal de aquella celda, era como si estuvieran introduciendo una llave o algo por el estilo pero no podían.

El corazón le palpitaba demasiado rápido tal como si fuese una locomotora. Las pisadas aumentaban cada vez más y eran un martirio para sus oídos, ahora que ya no podía ver bien. El sudor lo empapaba, estar en ese lugar era un calvario. Estaba tan agotado que su respiración iba en aumento cada segundo que pasaba.

El cuerpo le dolía, el moverse le causaba molestias, sus piernas le temblaban, mientras un dolor punzante en el estómago le recordaba que aún seguía vivo aunque la muerte se asomaba muy de cerca.

Trató de pensar en algo agradable pero solo recordó malos momentos. Toda su vida era una mentira, no tenía nada de agradable. La oscuridad reinaba, ahora era su fiel compañera.

Al cabo de unos minutos sus ojos se adaptaron a la oscuridad aunque no por completo ¿Por qué no habían derribado la puerta? ¿Qué esperaban? Notó que lucía como un moribundo, la playera que tenía estaba teñida de sangre, apestaba a zorro muerto ya que no había podido tomar una ducha y estaba descalzo. Además de las heridas que tenía en su rostro y en el cuerpo en general.

Miró abajo aun notando los cuerpos. Estaba en el momento y lugar equivocado. Trataba de tragar su propia saliva pero su garganta estaba tan seca que no pudo. Apagar el temor dentro de él era imposible, más la combinación del olor de la sangre y muerte; le provocaba nauseas.

« ¿En dónde me he metido? ¿Acaso valió la pena? ¿Así acabará esta travesía?» pensó a regañadientes.

Aun podía escuchar lo que pasaba afuera. ¿Por qué lo hacían esperar? El pobre crio solo quería que todo acabara de una vez. De repente un sonido chirriante asaltó sus pensamientos. La puerta era de un duro metal y al entrar esta se había cerrado de golpe como si no lo hubieran querido dejar salir.

Sabía que no aguantaría mucho ya que ahora se oían golpes tratando de derribarla a como dé lugar. El sonido le taladraba el pensamiento. Intentó aclarar su mente y pensar en un lugar para mapear pero era imposible, estaba muy débil. La falta de concentración lo llevaría a la muerte.

Limpió su rostro con su brazo para tratar de concentrarse pero ya era demasiado tarde, la puerta había caído. Una ráfaga de viento endemoniado entró al lugar, dándole una cachetada en el rostro, era cálido y frio a la vez. Varios agentes ingresaron al lugar ocupando un gran espacio. Esta era su oportunidad de salir o morir en el intento.

Tomó el cuchillo que tenía en las manos y lo sostuvo firmemente decidido a luchar. Se lanzó hacia uno de los hombres que habían ingresado. Lo tomó de la cintura haciéndolo caer, era muy fácil para ser verdad pero al parecer el que había sufrido más daños era él y no su contrincante. Se dio cuenta que era una chica, ella se levantó sin demorarse y estando en el suelo recibió una fuerte patada en el estómago. Se le fue la respiración e intentó desesperado tomar aire.

Los agentes que habían entrado a la celda ahora le apuntaban con sus rifles. Luces rojas aparecían y desfilaban sobre todo su cuerpo, si se movía lo matarían, él lo sabía. Esas personas no eran de la cárcel, eran Localizadores.

Intentó respirar normalmente pero cada vez que lo intentaba, le dolían todas las partes del cuerpo, era el fin. ¿Cómo es que seguía vivo aun?

Entraron unos cuantos agentes más y luego entró el que parecía ser el Jefe de ellos, se notaba su presencia en el aire. La luz de afuera se encendió y solo iluminaba la sombra de aquel misterioso agente. Dio unos pasos hacia el frente y los agentes que le apuntaban se movían hacia los costados, dejándole el paso libre al Jefe. Estaba a unos metros de él cuando habló.

—Alex. Mi agente no debió lastimarte pero no le dejaste otra alternativa —dijo con voz gruesa—, ¡no te acerques a los cuerpos! —dijo señalando el lugar donde estaban aquellos cuerpos sin vida.

Su voz le dio escalofríos al escucharla, Álex estaba muy débil como para intentar algo, así que obedeció. El Jefe dio unos pasos y tomó el cuchillo que estaba en el suelo, e hizo una seña para que sus agentes revisaran si los cuerpos aún seguían con vida pero negaron.

—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó tratando de parecer autoritario.

—Tienes que confiar en mí, soy el Agente Bale, se más de lo que tú sabes acerca de ti, ahora ¡Levántate! —hizo una seña con sus manos a sus agentes, y anunció—. ¡Espósenlo y enciérrenlo en Fields!

Alex iba a replicar pero dos agentes se acercaron a él. Era la chica que había golpeado, ésta lo esposó y luego el otro agente lo tomó del cuello e hizo que caminara, el Agente Bale caminó hacia afuera y todos lo siguieron, Álex no sabía si confiar en él pero que más le quedaba, ahora lo tenían esposado y lo peor, lo encerrarían.

Por el momento no lo matarían, pero ¿Qué querían de él?

Quiso hablar pero mantuvo su boca sellada, era mejor esperar el momento adecuado. Además no tenía suficiente fuerza para hacerlo ni para escapar, esperaría, sólo eso le quedaba. Esperar.

Nota: 30/06/15

Este es el comienzo de la historia aunque linealmente esto ocurre luego. 

Gracias por leer. Les agradecería que votaran si les gustó y que me regalen un comentario para saber sus opiniones. 

Si ven alguna falta ortográfica o sugerencias ademas de críticas constructivas con mucho gusto las acepto.  Por ahora estoy editando los capítulos. :)

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