Capítulo 20 - Huida

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Capítulo 20- Huida.

El silencio que había en ese lugar les ayudaba a poder comunicarse aunque estuvieran lejos. Los cuatro estaban ahí, además del modelo y los dos presos rusos.

El modelo se presentó. Marco era su nombre y estaba ahí por investigar de más a la FIC. Claramente estaba adentro, por una especie de venganza y por meterse en asuntos que no le competían. Alex le contó la verdad, que él no era un viajero, pero que José si lo era y que saldrían de ahí. El trato no había cambiado.

Al parecer la chica rusa que era la compañera de celda de Alex, aunque no entendía su idioma intuía las palabras.

Pasaron cerca de un mes en sus celdas, habían acabado con todo lo que tenían de comida y la poca que les suministran no les alcanzaba. Todos estaban en las mismas, tenían pocas fuerzas, ni para salir de allí utilizando sus habilidades, aunque las heridas que tenían se iban curando, no lo notaban, pues, el cansancio era más grande.

Los guardias iban cada semana y por una ranura, les daban comida que tenían que suministrar para no morirse de hambre. Al principio idearon un plan para escapar y cumplir su objetivo. Consistía en matar a los guardias con los cuchillos que tenían, pero ninguna de sus puertas se abrió.

Alex sentía que tenía las costillas rotas, y era la razón por la cual no se podía mover bien. Intentaba no hacerlo pues le punzaba cada vez que lo hacía.

— Estúpidos, no debí de confiar en ustedes, ahora presiento que me quedaré aquí por varios años. Quizá la vida que me reste.

— Tú también tuviste la culpa, si hubiéramos pensado en un plan mejor que el de sólo pelear y que nos encierren todo sería muy diferente —contestó Alex. Que estaba apoyado sobre la pared.

— Shhh parece que viene alguien —susurró Leo, aunque más bien pareció un grito.

Eran varios y al parecer iban a todas las habitaciones, se escuchaban los pasos. Ninguno sabia como estaban dispuestas las celdas ni donde se encontraban cada quien. Era claro que no estaban en una habitación junto a otra.

Los pasos se iban acercando cada vez más, Alex no sabía si estaba al principio o al final. Se levantó y llegó hasta la puerta, reposó su cabeza y su oído para poder escuchar mejor. La chica rusa estaba apoyada en la pared viendo que hacía.

Ella sabía que era su oportunidad de salir y tenía que ayudar a Alex. Aunque ni se hablaron. Sabían que cuando entraran los guardias iban a tratar de escapar. Varios seguros se escucharon, y seguidamente la puerta se abrió. Al entrar lanzaron unas pequeñas pelotas que eran como bombas de humo sólo que además, desprendieron un fuerte olor que hizo que perdiera fuerza. La cabeza le daba vueltas tenía ganas de vomitar, los ojos los sentía pesados, pero no iba a dejar que lo vencieran tan fácilmente. Iba a dar lucha.

Se levantó y caminó hacia afuera, pero un guardia le dio un golpe haciéndolo caer, alcanzó a ver a la chica que tumbaba al guardia y escuchó los disparos, se arrastró, aunque el dolor lo invadía, escuchó más disparos y también gritar a Leo, ya no alcanzaba ver mucho y se estaba desmayando. Sus amigos estaban haciendo lo mismo desde sus celdas, lo sabía porque escuchaba los disparos y quejidos de sus amigos.

— ¡Alex dónde estás!— gritó José. Se escuchaba cerca. Pero sólo era una ilusión del eco.

— Aq... — No término la palabra. No podía gritar.

— Tenemos que salir Alex ven. — Fev se acercó a él pero no lo notó todo se había llenado de ese humo, era difícil ver. La sentía cerca

— Fev — gimió de dolor, la voz se le quebró.

— Tenemos que salir de aquí — gritó José a lo lejos.

Se escucharon más disparos. Cerca de donde se encontraba Alex. Debía de ser el arma que le dio a Fev. Se estaban acercando.

— No, no lo hagas — se escuchó que le contestó Leo desesperado. Se seguían escuchando disparos pero era lógico que ya no provinieran del arma de Fev, puede que las balas se le hubieran acabado.

Alex se arrastró hacia ellos, pero se topó con un cuerpo. Se paró e intento llegar hasta ellos. No debían de estar a más de un pasillo a lo mucho.

— ¡No lo hagas! — gritó Leo.

Alex se tomaba de la pared e intentó correr. Lo hizo, pero segundos después una fuerte brisa lo aventó dentro de la celda de nuevo. Junto a los cuerpos de la chica y de un guardia. Al caer la puerta se cerró. Seguros se escucharon, la puerta debía de tener un mecanismo que hizo que Alex quedara atrapado de nuevo.

Y ya no escuchó nada más, sus amigos lo habían abandonado. Los guardias se aproximaban a él. Lo sabía por las pisadas que se acercaban, el humo se disipó. Y sintió como mil demonios en él. No tenía fuerzas.

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