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Jimin estaba en el baño, tomaría una ducha, se quitó la ropa a excepción de sus calzoncillos, sonaría extraño para algunos, pero él no podía bañarse si no los traía puestos. No deseaba verse por el espejo de cuerpo completo que estaba al lado de la regadera. Le era incómodo, verse vestido le producía angustia, pero desnudo, esa era una pesadilla.

Cerró los ojos y dejó que el agua empapara su anatomía, tomó su jabón favorito, aquel con olor a frutos rojos y lo pasó por todo su cuerpo, al llegar a la ingle suspiro, era un adolescente y como tal tenía ciertas necesidades que sólo su mano (o un ser humano) podían satisfacer, quitó la prenda mojada y miró su miembro, entonces sus ojos se llenaron de lágrimas, la razón por la cual no miraba esa parte de su cuerpo era porque su abultado vientre quedaba al descubierto moviéndose y burlándose de él. No le gustaba. Lo odiaba.

Su erección matutina se fue a la mierda, ahora sólo lloraba sentado en la regadera, odiaba su cuerpo y sobre todo odiaba a todas esas personas perfectas que lo maltrataban sin piedad.

Todos los días desde que estaba en preescolar había sido objeto directo de burlas y malos tratos, sus padres trabajaban mucho y estaban poco en casa, él trataba de ocultar sus golpes o preocupaciones. Ahora tenía dieciocho años y estaba a nada de rendirse. Sus muñecas estaban marcadas, algunas heridas eran recientes otras estaban blanquecinas por el paso del tiempo, esa era la única manera que había encontrado en esos años para sobrellevar todo el abuso que recibía.

Después de estar lo suficientemente "limpio" se levantó y cambió con aquel uniforme, que lejos de unificar lo hacía sentir como un bicho raro. Salió de su habitación y bajó las escaleras, sus padres ya no estaban...como siempre. Fue al refrigerador y saco leche, desayunaría cereal. Ese que su madre compraba sin azúcar para cuidar su línea.

Pensaba en todo y en nada a la vez, siempre era de esa manera, él se alejaba del mundo exterior para sumergirse en sus pensamientos, ahí al menos estaba seguro o eso creía

Salió de su casa más temprano de lo habitual, si llegaba antes a la escuela no se toparía con aquellos animales flojos, se puso los audífonos y reprodujo la lista de canciones que tenía destinadas para el camino de media hora.

Jimin no se dio cuenta, no lo supo incluso cuando cruzó la calle o dio vuelta en la esquina, estaba distraído y no pudo prever que alguien lo seguía de cerca, caminaba tranquilo, suspirando de vez en cuando, pensando en lo maravilloso que sería comprar el nuevo disco de Escape the fate o verlos en concierto, lo haría, si no sufriera de ansiedad por estar cerca de muchas personas.

Al cruzar la reja y dirigirse al edificio no volteó hacia atrás, si lo hubiera hecho, si Jimin ese pequeño regordete estuviera más consciente de su entorno, sin duda pudiese ser capaz de ver al chico alto y fornido que lo seguía, hubiera entendido sus intenciones, las cuales ocasionarián que sus piernas se movieran velozmente para alejarse del peligroso chico. Pero no fue así, esos malditos audífonos no fueron de ayuda cuando fue tomado por los hombros, volteado y tirado al piso, siendo pateado en numerosas ocasionr en las costillas y piernas, escupido y arañado, sus ropas estaban sucias por la tierra y un líquido extraño que vertió sobre él dejándole un olor putrido. Como jugo echado a perder.

—¡Maldito gordo! No vuelves a verle las piernas a mi novia, quiero hacerte llorar.

Pero no lo hizo, mordió su lengua fuertemente con el fin de evitar soltar algún lamento. Conocía a ese chico, un guarro popular y mal hablado, con el suficiente dinero como para ahogarse en el.

—¡YiFan alto! —una voz se escuchó a lo lejos, Jimin no pudo identificarla, como pudo se puso de pie y camino a paso lento hacia atrás de edificio.

Su cuerpo dolía y punzaba, respirar le era difícil. Se sentó en un escalón en la parte trasera de uno de los edificios y sólo ahí en completa soledad se permitió llorar, soltó alaridos de dolor e impotencia, estaba harto, deseaba desaparecer en ese instante, cansado de las humillaciones, los golpes y las burlas, trastornado por el hecho de no poder decirle a nadie lo que en verdad sentía. Lloró antes de que sus compañeros llegarán y le gritar que era un llorón.

Nuevamente distraído no pudo ver al chico pálido de aspecto adormilado que lo miraba curioso.



—¿Conoces a Park Jimin?

Asintió. —El raro que no habla.

—Ese mismo, te tengo una propuesta.





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 My Cute Chubby ♡Yoonmin♡ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora