Friends

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Canción: Friends - Marshmello ft. Anne-Marie.

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—Te quiero.

Tus ojos se abrieron como platos y sentiste un nudo en el estómago. Miraste al ojiazul como si se tratara de un completo desconocido. Tal vez, si no le conocieras desde pequeña te hubieras derretido ante sus palabras, como otras chicas antes que tú. Después de lo que pareció una eternidad, encontraste las palabras que estaban por tu cabeza.

—¿Qué acabas de decir? —preguntaste todavía algo confundida.

—Ya me has oído, te quiero. Siempre lo he hecho —dijo Hugo mientras te miraba a los ojos.

Tú apartaste la mirada. Ahí es cuando te diste cuenta de la botella de alcohol casi vacía que tenía en la mano.

—Estás loco —dijiste riendo, sin darte cuenta del semblante de decepción que tenía Hugo—. Estás borracho, Hugo. Ve a casa y descansa.

Y dicho eso cerraste la puerta de tu apartamento, dejando a Hugo solo en el estrecho pasillo del edificio donde vivías.

Desde esa noche las visitas de Hugo a tu apartamento han más sido seguidas. Notaste que su comportamiento había cambiado cuando estaba a tu alrededor. Te estaba volviendo loca, y no en el sentido en el que todas se comportan cuando están cerca de Hugo. Muy atrás se han quedado los tiempos donde Hugo te trataba como si fueras su irritante hermana pequeña. Ahora, te miraba con adoración cuando pensaba que tu no estabas prestando atención, pequeños toques en la parte baja de tu espalda o brazo en cualquier momento en el que él encontraba razón para hacerlo.

Él solo quería estar cerca de ti, sentir la suavidad de tu piel, el olor a vainilla de tu perfume. No había duda alguna de que estaba enamorado. Él dice que pasó de la nada, como un ladrón que entra en mitad de la noche. Pero esa confesión que hizo cuando había tomado alguna copa de más no podía engañar a Marco, su mejor amigo. Él había visto la forma en la que Hugo te miraba. Él también se había fijado en la forma en la que tú mirabas a Hugo, y sabía que Hugo no tenía posibilidades.

*****

Saltaste de la cama medio dormida cuando oíste que alguien llamaba a la puerta. Giraste la cabeza para ver la hora en el reloj que tenías encima de la mesita de noche. Las 2:06 AM. Maldijiste internamente a quien sea que llamara a tu puerta interrumpiendo tu sueño mientras te levantabas y te dirigías a abrir la puerta.

—Hugo, son las dos de la mañana —dijiste al verlo al otro lado del umbral—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Te hace a un lado con cuidado y entra en tu sala de estar.

—Necesito decirte una cosa —dice relajado.

Se aplaudió mentalmente por no trabarse con las palabras y por poder controlar sus nervios. Si pudiera mantenerse así, pensó, podría decir el pequeño discurso que tenía preparado sin que nada embarazoso ocurriera.

Mantiene su mirada en ti, observando como sueltas un pequeño resoplido mientras cierras la puerta. Cuando te giras para mirarle a la cara los dos os mantenéis callados.

—Te quiero Zoe.

Tan pronto como salieron esas palabras de su boca te dieron ganas de gritar. Querías enviarle a la mierda solo por pensar que podía presentarse en tu casa y decirte algo tan fuerte como aquello. No era justo. Conocías a Hugo, lo hacías desde que teníais diez años. Y sabías que tu reacción arruinaría vuestra amistad.

Hugo te miraba, mientras su corazón latía más rápido de lo que lo hacía antes.

—Di algo —dijo mientras daba un paso hacia ti.

Tu diste un paso hacia atrás.

—¿Por qué?

Eso era todo lo que podías formular con la cantidad de pensamientos que estaban rondando por tu cabeza en ese instante. Querías que se fuera por la puerta para poder irte a dormir. Querías que todo fuera un sueño.

—Porque eres preciosa e inteligente. Porque no te importa lo que la gente diga de mí. Porque me motivas a sacar lo mejor de mí. Me desafías —dijo con una sonrisa de suficiencia mientras daba otro paso hacia ti.

Veías sus labios moverse, pero no escuchabas nada, tus latidos no te dejaban escuchar.

—Vete —le espetaste, cortando su lista de razones por las que te quería.

Su boca se cerró abruptamente mientras te miraba sorprendido.

—No puedes simplemente presentarte aquí a las dos de la mañana y esperar que caiga en tus brazos Hugo.

—No lo entiendo —dijo mientras se pasaba una mano sobre el pelo y daba un pequeño paso atrás.

Lanzaste una risa sarcástica mientras negabas con la cabeza.

—Te quiero Hugo. Pero no de una manera romántica. No me voy a desmayar porque el carismático Hugo me haya dicho que me quiere.

No querías hacerle daño. Le tenías demasiado aprecio. Pero esto no era justo. Él estaba arruinando muchos años de amistad. De repente tu ira se volvió en tristeza y las lágrimas empezaban a formarse en tus ojos.

—Lo siento Hugo —dijiste respirando hondo mientras parpadeabas para evitar que las lágrimas cayeran.

Antes de que pudieras decir nada más, Hugo negaba con la cabeza mientras caminaba hacia la puerta pasando por tu lado. Sin decir nada abrió la puerta y se fue. Tan pronto como la puerta estaba cerraba las lágrimas empezaron a rodar por tus mejillas. Las lágrimas nublaban tu vista mientras te dirigías hacia tu habitación, sabiendo que esa noche no podrías dormir. 

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