Somebody Else (I)

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Canción: Somebody Else - The 1975.

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30 días, 10 horas, 15 minutos y 30 segundos. Era todo lo que él podía hacer, ver el tiempo pasar. Eso y revisar su teléfono. Ningún mensaje, ninguna llamada. Nada.

—Sabes que por más que revises tu teléfono no cambiará nada, ¿verdad? —dijo su hermano.

—Vete a la mierda, Marco. Ella me llamará, lo sé. Sé que ella todavía me ama —dijo Ethan.

—Ethan, deberías pasar página. Superar toda esta mierda. Ha pasado un mes. Lo más probable es que ella esté saliendo con otro y...

—Cállate. Ella no haría eso, ella no es así... —dijo Ethan interrumpiendo a su hermano.

Pero en el fondo Ethan sabía que ella podía estar saliendo con otra persona y que no había nada malo en eso. Ellos habían roto. Ella era hermosa, joven, inteligente y valiente. Las chicas como ella solo estaban solteras si ellas querían.

El simple pensamiento de otro chico abrazándote, acariciando tu pelo, besando tus labios hería a Ethan profundamente.

Era todo culpa suya, era protector con ella, pero más bien parecía una obsesión. ¿Pero que podía hacer él? Él solo quería que ella estuviera sana y salva.

Comprar la editorial donde ella trabajaba era un paso grande, lo sabía. Pero a pesar de eso, lo hizo.

Y cuando ella se enteró simplemente explotó. Empezaron discutiendo, esa discusión pasó a mayores y finalmente rompieron.

—Quiero que ella esté segura, ¿es eso mucho pedir? —preguntó.

—¿Comprando la editorial donde ella estaba empezando a trabajar? Si, lo es. Eso es para locos psicópatas o algo por el estilo —dijo Marco.

—¡Pero fue con buenas intenciones!

—No tiene sentido hablar contigo mientras estas así. Cuando decidas salir de ese pozo de depresión en el que te has metido podremos hablar, pero no antes —dijo Marco dejándolo solo.

—¡De todas formas no te necesito! —dijo intentando convencerse a él mismo.

Él decidió beber, un vaso de whiskey siempre funcionaba bien en él. Pero lo que empezó con un vaso terminó siendo algo más de media botella.

Cuando iba a llenarse otra vez el vaso, Alfred, amigo suyo desde la infancia, entró por la puerta.

—Joder, estás hecho un desastre —dijo Alfred cuando le vio.

—¿Qué estás haciendo aquí Alfred? —preguntó Ethan.

—En realidad yo podría hacerte la misma pregunta, ¿no deberías estar en nuestra oficina? —dijo Alfred mientras se sentaba enfrente de él.

—Me sigo preguntando qué demonios pasaba por mi cabeza cuando acepté trabajar contigo.

—En realidad nos tomamos un par de copas de más cuando decidimos eso. Pero eso no responde a mi pregunta, ¿sabe Megan que estás bebiendo en plena mañana?

—No te has enterado ¿verdad? —dijo Ethan riendo de mala gana.

—He estado en el Caribe, ya sabes, sin teléfonos, sin internet solo el sol y la playa —dijo Alfred sonriendo.

—Y sin crema solar por lo que veo, estas tan rojo como un tomate.

—Tonterías. Cuéntame todo lo que ha pasado mientras estaba fuera.

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