Capítulo 11

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No podía ni imaginar a el señor acorralado con el cadaver de Alex dandoselo a un señor por un maletín lleno de dinero.

-Es una lástima que estés tan cerca de algo de tanto valor y aún así no poder tocarlo.

-Todos sabemos que no voy a poder asesinarte, pero hay muchos como yo que van a intentar hacer lo que hice yo y espero que lo logren. Te deseo la muerte Alexander, deseo que alguien te mate y que te descuartize en pedazos y se los lleven a las casas de todos tus familiares.-Dijo mirándo a Alex con cara de odio.

-Ese es mi discurso, eres un puto copión, soy un hombre de palabra y juré hacerte lo que acabas de decirme, y lo voy a hacer.

Acto seguido, Alex extendió el brazo y le puso la pistola en la cabeza.

-ESPERÁ, POR FAVOR, ¡TE LO VOY A DECIR!- Alex bajó el brazo lentamente y lo miró.

-Estoy esperando.

-Ok, esto es para vos-Metió su mano en el bolsillo y le dió un papel doblado, mientras Alex estaba abriendolo, el señor sacó un cuchillo de no sé donde y se abalanzó hacia Alex, y por puro reflejo Alex se tiró hacia atras callendose al suelo, los patovicas evitaron que lo lastimaran y devolvieron al señor a su lugar, el señor se movia tratando de safarse, Alex se levantó rápidamente y apunto su arma a la rodilla del señor dandole un balazo y haciendolo gritar con todas sus fuerzas, yo estaba shockeada, no sabia si irme o quedarme.

-¿Así que te crees vivo?- El señor gruñia del dolor y Alex le dio un balazo en la rodilla sana. El señor volvio a gritar y agonizar del dolor, lo maldijo a Alex con groserias y ese fué su discurso final. Alex apuntó a su cabeza y apretó el gatillo. No podía creer lo que veía, estaba tan asustada que temblaba del miedo, asustada de todo lo que había pasado, asustada de Alexander.

-¡Muy bien chicos! Ya saben que hacer con el cuerpo, luego me encargaré de su destino.

Alex se dió la vuelta para irse y me vió, yo lo miré a los ojos y le sostenía la mirada mientras me paraba de a poco, los patovicas ya habían sacado sus armas y estaban preparados para matarme a penas mueva un músculo de más.

Mi mente ya no controlaba mi cuerpo y me di la vuelta rápidamente para escapar pero choqué contra algo, o mejor dicho alguien, estaba asustada, miré a Alex que tenía un pañuelo negro en una mano y una botella en la otra, no le dí importancia, miré a los patovicas y luego miré al King Kong que estaba enfrente mio, creo que estaba en graves problemas. Volvió el condenado pañuelo negro en mi cara con ese extraño olor y la ya familiarizada inconciencia.

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