Capítulo 18

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Luego de darle una visita y romperle la cabeza a un angel, decidimos volver. Cristian al parecer estaba enfadado y me trajo del brazo directamente hacia el cuarto de Alex cerrando la puerta con traba, era temprano para estar encerrada, aun no caía la tarde y faltaban mas de cinco horas para que lo haga. Estaba muy aburrida y decidí ir al balcón a distraerme un poco con las vistas, el día era hermoso y la temperatura era perfecta, especial para estar con una simple campera, sin exagerar. El paisaje me hacia pensar, me sumia en mis pensamientos, me preguntaba si alguien habria notado mi ausencia, si mi tía habria estado llamando desde España para saber si llegué bien, me imaginaba las cuentas de luz, gas y agua, las expensas y el señor recepcionista golpeando mi puerta para inspeccionar si aun seguía viva o si solamente habria alguien, aunque no creo que sea así. La ultima vez que salí, el señor recepcionista me dio las bienvenidas por tercera vez y me deseo suerte en mi "expedicion". Cabia destacar que el recepcionista era demaciado lindo para ocupar ese puesto, si me lo encontraba caminando por la calle me lo imaginaria como el típico adolescente consentido de sus padres con una mansión de casa y un auto de último modelo, rodeado de pura e inovadora tecnología, me haria la idea de todo lo lujoso y elegante menos que sea un recepcionista. Él era alto, flaco pero curpulento, siempre con el uniforme azul de recepción, que no le quedaba nada mal, era algo moreno de piel y con pelo color marrón oscuro, con actitudes dignas de una persona gentil y muy majo, podría enamorarme de sus ojos muy facilmente ya que siento una terrible debilidad por los ojos color miel, son mis favoritos, me hubiera encantado tener unos ojos de ese color pero lamentablemente solo tengo unos comunes ojos color marrón oscuro.

Estaba tan sumida en la descripcion y en las ideas de la vida del recepcionista que no me habia dado cuenta que Alex estaba a mi lado, con los brazos apoyados en la baranda del balcón y mirando hacia el horizonte

-¿En que momento has entrado?- Le pregunté confundida. Se veia muy bien a la luz, resaltaban los únicos ojos verdes que me gustan.

-¿En qué pensabas? -Me preguntó sin sacar la vista del paisaje.

-¿Sabeis que es de mala educación responder una pregunta con otra?

-Lo sé, pero para qué contestarte si ni siquiera se porque entré.

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