*~Anhelo~*

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La habitación de Takashi Shirogane se encontraba desolada. El cuerpo de aquel hombre de cabello bicolor parecía perder cada vez más la vitalidad. Sus labios secos no habían producido ni una sola palabra durante casi cuatro meses, y su cuerpo ya tenía graves yagas por la falta de movimiento.

Nadie nunca visitó a ese enfermo. Otras habitaciones eran decoradas con vivos colores, y constantemente visitadas, pero la de Takashi simplemente parecía abandonada. Los únicos en entrar y salir de la habitación eran las enfermeras, los doctores, y un oficial de policía. Ningún familiar, nadie que rogara por su despertar, solo una soledad que parecía afectar al hombre incluso estando inconsciente.

El sol se filtraba por la ventana gracias a la cortina semiabierta, golpeando la cama y formando un camino de luz hasta el pecho de Takashi cubierto por las sábanas. Entonces, casi como si se tratara de algún milagro, los ojos del asiático comenzaron a abrirse. Al principio no tuvo más que una vista nublada hacia lo que parecía ser una nube blanca, pero poco a poco pudo aclarar más aquello que veía.

Un quejido brotó de su garganta al intentar levantarse de la cama. Su cuerpo estaba bastante lastimado, ni siquiera podía mover el cuello, pero detrás de la ventana de la habitación que daba la vista al pasillo, pudo ver a una enfermera caminar hasta la puerta. Ella portaba un montón de hojas entre las manos, y caminaba sin despegarles la vista, al menos no hasta que escuchó un alarido por parte del paciente.
Sus ojos se dirigieron al rostro de Takashi, y sin decir nada, salió corriendo del cuarto solo para volver en un rato con un doctor de aspecto maduro.

-No intentes moverte-. Habló el hombre acercándose a la camilla. -Estuviste en coma por cuatro meses, fue un largo tiempo.

Takashi se quedó congelado. ¿Cuatro meses? ¿Y por qué? Sintió su corazón acelerarse, y al intentar apoyar sus manos sobre el colchón para levantarse, supo que algo no estaba bien con su brazo derecho, y claro que no estaba bien, porque ni siquiera lo tenía completo... estaba partido por la mitad, y el muñón envuelto en una venda. Aquello le hizo entrar aún más en pánico, y el doctor pudo notarlo.

-Tranquilo, tranquilo-. El hombre sacó de el bolsillo de su bata una pequeña linterna, la encendió y se acercó a observar el rostro de Takashi detenidamente. -Pasaste por muchas cosas, y perdiste un brazo. ¿Recuerdas tu nombre?

-Takashi Shirogane-. Ni siquiera tartamudeó.

-Bien, entonces aún tienes tus recuerdos básicos, eso es bueno, pero tendremos que trabajar en la reactivación de tus músculos y articulaciones-. El doctor apuntó la luz a los ojos de Takashi para hacer un chequeo de dilatación de pupila. Todo parecía estar en orden.

-Alto, enserio necesito saber qué está pasando-. Detuvo las acciones del médico retrocediendo unos centímetros en el colchón. -¿Estuve en coma tanto tiempo? ¿Y qué se supone que me pasó? ¿Por qué no recuerdo nada?-. Cada pregunta era más angustiante que la anterior.

-Soldado, tómatelo con calma. No es fácil sobrevivir a una bala en la cabeza-. La sonrisa del doctor parecía irónica. Le tendió la mano al contrario para poder presentarse, y cuando Shiro correspondió el saludo, continuó hablando. -Soy el doctor Collins, especialista en neurología, y creeme que nunca había visto un caso como el tuyo. Sobreviviste a una explosión en la que perdiste el brazo derecho, y la bala en la cabeza, justo entre el lóbulo temporal y frontal derecho. Es prácticamente un milagro que hayas siquiera sobrevivido, pero no pudimos sacar la bala sin arriesgarnos a causar incluso más daño del que ya había.

Era mucho pare digerir.

-¿Entonces está diciendo que fui un...soldado?-. Shiro se veía cada vez más confundido.

KURO: Mirando a las Estrellas [SHEITH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora