Nada estaba planeado. Keith no quería hacerlo, pero no había otra opción, tampoco quería morir y causar dolor a Shiro.
Sus pies se movían despacio por el camino de tierra hacia su pequeña vivienda, en donde ya nadie lo esperaba. Con una mano temblorosa, giró la perilla de la puerta y entró a la casa, cerró tras su espalda y se tumbó sobre la cama boca abajo abrazando la almohada y hundiendo el rostro contra ésta.
Tenía que ser inteligente, por eso tomó aquella decisión. Morir y ser recordado por Shiro como un dolor en el pecho, o irse de su vida para siempre, con un Shiro que no lo recordaría.
Su rostro se giró un poco contra la almohada, logrando así poner la vista sobre el tablero en la pared, éste mostraba las fotografías de ellos dos. Era una tortura.
Dejó salir un suspiro tembloroso. No lloraría, quería lo mejor para Shiro y eso era lo que podía ofrecerle; el olvido. Ya no tendría que sufrir por esos malos recuerdos en la guerra, o por la muerte de Adam. Como le dijo el general, aquello quedaría en algún rincón de su mente, guardando polvo para nunca más ser recordado. Dejaría a Shiro comenzar de nuevo una vez más. En paz.
Keith creía que con el paso de los días, el dolor en su pecho se volvería menor, pero éste iba en aumento con cada segundo, y lo que había comenzado con unas simples punzadas, ahora, un mes después, se había vuelto insoportable. Se estaba cansando poco a poco de su monótona vida, y en un intento por mejorarla, solía salir al techo de su casa para observar las estrellas, fingiendo estar con Shiro y alzando una mano al cielo, como si de este modo pudiera calmarse un poco aquella ansiedad que sentía.
"Está mejor ahora", se repetía constantemente, pero cómo saberlo realmente si ni siquiera podía verlo. Se mantenía siempre a la orilla de la ciudad, de su casa a la florería y de la florería a su casa, una y otra vez, volviéndose aburrido para un chico que disfrutaba de siempre hacer cosas distintas.
Aquella escena en uno de sus libros preferidos le recordaba a ellos dos mirando las estrellas en el desierto. Ellos no tenían una camioneta clásica, pero sí que disfrutaban de ver el universo, y cómo decía ahí, descubrir sus secretos.
Una sonrisa dolida se dibujó en sus labios e inmediatamente al leer el último párrafo del libro, lo dejó caer por la orilla de la cama. Extrañaba tanto a Shiro, extrañaba sus caricias en el cabello, sentir su cabeza recostada sobre su regazo, extrañaba incluso su comida quemada e insípida. Y es que incluso aquello le parecía perfecto del mayor.
Sin darse cuenta, una lágrima corrió por su rostro hasta el colchón. La impotencia lo estaba invadiendo como una plaga, como ramas que se enredaban desde su pecho hasta sus brazos y piernas, limitando su movimiento, porque aunque lo extrañaba y no quería dejar al general ganar, no podía levantarse e ir a buscarlo de nuevo. No era tan egoísta.
¿Por qué si ya había pasado tanto tiempo sin Shiro no podía soportar ni siquiera unos meses más? ¿Por qué ahora parecía doler más de lo que había dolido su partida cuando era niño?
El repentino sonido de la puerta siendo gentilmente golpeada, le hizo limpiar sus lágrimas rápidamente con la manga de su chaqueta. Se levantó de la cama y caminó hasta la puerta. Inhaló profundo antes de abrirla y encontrar ahí a Lance, como un salvador.
-Hey, Keith-. Lo saludó con una brillante sonrisa.
Keith se quedó atónito. Definitivamente no esperaba que fuera él.
-¿Ocurre algo? No te has dejado ver desde hace un buen rato.
Keith lo miró sintiendo un nudo en su garganta, hasta animarse a hablar. -¿Fue día libre en la militar?
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KURO: Mirando a las Estrellas [SHEITH]
Fanfic"Hold you in my arms I just wanted to hold You in my arms" -Starlight [MUSE] Takashi Shirogane. Keith Kogane. Ambos destinados a estar unidos incluso en el peor de los casos.