*~Insania~*

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Las personas corrieron hacia todos lados para refugiarse. 

Algunos pasaron por encima de Keith y tumbaron al par de mujeres que aún seguían atadas. Los quejidos del chico fueron evidentes, y en cuanto la nube de polvo se dispersó, pudo ver apenas, la figura de Shiro con un fusil en ambos brazos, disparando a todas direcciones sin piedad, sin importarle si mataba a niños o adultos, inocentes o culpables. A sus ojos, todos eran culpables de lo ocurrido...

-Shiro...-. Murmuró el de cabello azabache estirando un brazo hacia él. El camino de sangre que caía desde su frente hacia su ojo hinchado lo hacían perder la noción de profundidad, y su otro ojo pronto se vio cegado por el polvo. 

La fuerza en su brazo no fue suficiente y terminó dejándolo caer al suelo... Cerró ambos ojos, buscando un plan para poder detener aquello. 

Volvió a abrirlos, miró a su alrededor. Escondidos tras un edificio en ruinas, se encontraba el ejército de los Estados Unidos, incluso el general estaba ahí, esperando porque Shiro causara la mayor destrucción posible, porque... el proyecto era una estafa. 

Pobre Shiro, pobre soldado que donó su cuerpo a una causa inexistente. 

-Takashi...-. Volvió a hablar, esta vez con un tono más alto, y finalmente gritó. -¡Soldado Shirogane!-. 

Los ojos rasgados de Shiro se clavaron en la mirada maltrecha del chico que lo llamaba. Por un segundo, se suavizó, y pareció que  el mayor volvía a ser él mismo, dejando atrás aquel deseo de destrucción. 

Se acercó a Keith, lo miró directamente a los ojos, entonces el menor sonrió, porque creyó que había recuperado a Shiro, que finalmente volverían a la normalidad... Cuan equivocado estaba.

Aún con una sonrisa suave en los labios, el mayor se colocó en posición, apoyando la punta de su arma contra la frente de Keith, esperando unos tortuosos segundos, como si diera la oportunidad a Keith de rogar por su vida, pero este ruego nunca llegó. Keith frunció el ceño y se mantuvo firme ante todo. No podía levantarse, su cuerpo estaba débil, pero sí se giró sobre el suelo para quedar boca arriba y poder ver mejor los ojos de Shiro, ojos sin brillo, como si su alma le hubiese abandonado. Keith creyó que era su fin, y que no había podido hacer nada, por nadie, ni siquiera por Takashi... Cerró los ojos, dándole permiso al otro de disparar, confiando ciegamente en que no lo haría. 

Entonces se escuchó un disparo, pero la bala no atravesó su cabeza, ni logró dar en ningún blanco, por que su arma había sido movida de brusquedad por alguien más. 

El cuerpo de Shiro yacía bajo el de alguien más. Las manos morenas lo ahorcaban con fuerza, dejándolo sin aire. 

-¡Keith! ¡Tienes que irte!-. Gritó Adam al menor intentando inmovilizar al contrario. 

La adrenalina llenó el cuerpo del menor, quien pudo obtener las fuerzas suficientes para incorporarse, desatar el nudo en sus tobillos y levantarse para correr torpemente hacia donde estaban las mujeres. También les desató las piernas, las ayudó a ponerse de pie, y se alejaron con todo el dolor de dejar atrás a los hombres a quienes querían. 

Un impacto de bala ensordeció el lugar, y el cuerpo de Adam cayó al suelo, sin vida, dejando brotar de su cabeza aquel líquido carmesí que poco a poco dejaba un charco en la tierra. 

Fue hasta que Shiro pudo respirar que el recuerdo de las mismas manos ahorcándole llegó a su mente. 

Venían de una misión. Shiro tenía la mirada puesta sobre su arma. Su ropa estaba manchada con sangre y tierra. Todos le felicitaban su buen desempeño en el campo de batalla. Habían conseguido buenas municiones y todo gracias a su determinación al momento de atacar, algo que él no haría siendo él mismo. Sabía que el proyecto tenía que ver con eso. 

KURO: Mirando a las Estrellas [SHEITH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora