*~Agonía~*

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Un beso. 

Un beso profundo y perfecto. El beso que terminó de arruinarlos. 

Los ojos rasgados de Takashi se abrieron de a poco. Un escalofrío recorrió su cuerpo inmediatamente al sentir el suelo helado erizar la piel de sus piernas desnudas. 

Aquel cuarto húmedo y obscuro lo recordaba. Aquella cadena que ahora sostenía su única muñeca había sido la misma que en algún momento sostuvo uno de sus tobillos. Una cadena helada y oxidada. Esa columna de concreto a unos metros frente a él, era la misma a la que estuvo atado tanto tiempo, soportando las inclemencias, el hambre, el frío, el miedo. Ahí fue en donde vio a Adam morir... 

Llevó su mano a su propio pecho, pues aunque la cadena lo detendría de moverse de ese lugar, al menos el largo era suficiente para cambiar de posición. 

Sentía su corazón afligido latir con fuerza, incluso punzar ligeramente. Se encorvó hacia adelante logrando apoyar su frente sobre sus propias rodillas e inhalando profundo para poder calmar su respiración que poco a poco iba perdiendo el ritmo debido al temor tan profundo que le provocaba estar en aquel sitio. 

El sonido de una puerta metálica abriéndose lo hizo tensar los hombros y cerrar los ojos con fuerza. 

-¿Takashi Shirogane?-. Era una voz chillona y molesta. -¿Me recuerdas?-. No pronunciaba bien las palabras. Ese no era su idioma nativo. 

Shiro apenas pudo elevar un poco su rostro para ver al sujeto que hablaba de aquella manera tan... curiosamente tétrica. 

Era un hombre ya algo viejo, de baja estatura y complexión robusta, con el rostro moreno pero las manos con manchas más claras que el resto de su piel. Llevaba ropa común de la zona, pero un broche con la bandera de Estados Unidos adornaba el cuello de la camisa que portaba. 

-La misma cicatriz en la nariz, pero... ¿Y tu mirada de determinación? ¿A dónde se fue? 

Shiro volvió a bajar la mirada intentando no mantener contacto visual con el otro, porque apenas lo veía a los ojos, miles de recuerdos de su mala vida en la guerra llegaban como flashazos a su mente, y lo aturdían. 

-Mírame...-. El hombre, con la punta de su pie, obligó a Shiro a alzar la mirada hacia él. Su rostro falsamente divertido había cambiado a uno inexpresivo. -¿No es sorprendente? Ayudarás a todos, acabarás con el terrorismo tú mismo. El arma perfecta, Shiro... eres tú...

-No quiero ser un arma...-. Takashi por fin habló. -Quiero resolver esto, quiero ayudar... pero hay otras maneras... Yo sé que si tan solo todos nosotros nos esforzáramos por...

-Nadie pidió tu opinión-. Se le interrumpió. -En el pasado, firmé un contrato con tu ejército. Tenía tantas ideas para poder crear al soldado perfecto, y solo el general me dio la oportunidad de llevarlas a cabo. Él vio algo que pocos podían ver en ti. Tú eras fuerte, aunque a veces tu débil mentalidad te hiciera sentir lástima por otros, seguías siendo perfectamente determinado. 

Shiro giró los ojos hacia abajo mirando sus propias rodillas. Una lágrima propia mojó una de estas. 

-No importa, eras fuerte así que resistirías todas las pruebas con tal de ayudar ¿verdad? El arma perfecta para poder acabar con el terrorismo en mi país... pero te averiaste-. El hombre se sentó en cuclillas frente a Shiro, mirando despectivamente el lugar en donde debería estar su brazo derecho. -Simplemente te descompusiste...

*~*~*~*~*~*~*~*

-Está listo.

-¿Seguro que lo está? No se veía muy estable. 

KURO: Mirando a las Estrellas [SHEITH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora