*~Nostalgia~*

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-Perdóname, Keith-. Aquello sonó como un ruego a los oídos del niño, quien se mantenía mirando desde abajo a Takashi. Ambos tenían una mirada triste.

Se encontraban en la azotea del edificio de la escuela.

- No vayas, Shiro... Te necesito conmigo, tú eres el único que me entiende, eres mi amigo...

-Tengo que hacerlo, es mi deber, he entrenado desde antes de tener tu edad para este momento, tengo que servir al país que me vio crecer-. Shiro se sentó en cuclillas para poder mirar el hermoso atardecer que les regalaba la naturaleza.

-¿Volverás rápido?-. Preguntó el pequeño como último recurso.

- No se qué tan rápido pueda volver, pero prometo hacerlo, tarde o temprano vamos a encontrarnos de nuevo, y tú serás todo un soldado-. La mirada de Shiro parecía tan sincera y pura aquella tarde.

-Entiendo...-. Murmuró Keith bajando la mirada al suelo.

-Ese es mi Keith-. Terminó sentándose en el suelo, y dió unas palmaditas a su lado para que el menor también lo hiciera.

Keith no  tardó en volver a sonreír antes de sentarse, recargar la cabeza en el hombro ajeno, y cerrar los ojos unos instantes.

- Te estaré esperando.

Cuando el sol se ocultó, unos pasos lentos se escucharon a sus espaldas.

-Shiro, tenemos que irnos, nos esperan para partir.

Keith se había quedado dormido, por lo que Takashi tuvo que girarse con cuidado, manteniendo al niño en sus brazos.

-Adam, lo siento, tenía que despedirme de él, sabes que soy lo único que tiene y me hubiera dolido que se enojara por haberme ido sin avisar-. Se puso de pié aún cargando a Keith, y caminó hasta llegar con Adam.

-Es un buen niño, pero sigue acaparando la mayor parte de ti-. Una risa suave se dibujó en los labios del moreno. -Déjame llevarlo adentro, ve con el general por tu uniforme, no tardo-. Tomó al niño entre sus brazos, y sin más, caminó hacia adentro del edificio de la escuela militar, lo llevó hasta el área de los dormitorios, y lo dejó sobre la cama número 523. Lo cubrió con las sábanas y susurró -Espero de verdad que te vaya bien mientras Shiro no esté-. Acomodó su cabello obscuro y se fue a encontrarse con Shiro.

El pelotón entero se encontraba ya sobre una camioneta, con una sonrisa llena de motivación. Shiro y Adam festejaban ir a detener a aquel grupo de malditos terroristas que estaban causando estragos. Nadie imaginó que aquella sería su última sonrisa alegre, que todo a partir de ahí se convertiría en sufrimiento y angustia, que derramarían  sus lágrimas por piedad.

KURO: Mirando a las Estrellas [SHEITH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora