Tomé un taxi de regreso a casa. Esta ciudad era muy bonita, tal vez debería salir a conocer un poco los lugares. No, ahorita no podía, tenía que arreglarme.
Era un alivio que Richard me fuera a recoger a mi casa, ya que no conozco este lugar y estoy segura de que me hubiera perdido. Aparte no me había dicho a donde iríamos. Un gran error de mi parte el no haber preguntado. ¿Y si le mandaba un mensaje para que me dijera el lugar? ¡Sería una gran idea! Si no fuera porque no le había pedido ni su número. En serio que estaba mal. ¿Qué tal si era un asesino en serie que planeaba salir sólo para matarme? Creo que mejor debería de dejar de ver esas series de crímenes y asesinatos. Por ahora debía de concentrarme. ¿Y si le pedía a Jenna si tenía su número? Me había contado que habían salido y su cita no salió bien, sólo que no me contó la razón. Aparte mi salida con Richard era un secreto que no debía de saber nadie.
-Llegamos, son 10 dólares señorita.
La voz del taxista me sacó de los pensamientos en los que estaba envuelta. Pagué la cantidad y bajé del taxi, no sin antes agradecer al chofer.
Entré a casa y todo estaba desempacado ya. No había rastro de mi madre, por lo que supuse que seguía en su entrevista de trabajo, quizá se había aplazado. Entré en la cocina y encontré una nota que indicaba que había comida en el refrigerador. Saqué la comida y la calenté. Como no estaba de humor para tardar, ya que se me había hecho tarde por el tráfico, me apresuré a comer para poder darme un baño, pues ya sólo quedaban un par de horas para que Richard pasara por mí.
Estaba nerviosa y no sabía ni por qué.
Horas después estaba lista para la "salida", ya que no me gustaba llamarla "cita" porque por una parte fue en contra de mi voluntad.
Llevaba puesto un vestido strappless en dos partes. La primera parte era negra y llegaba hasta la cintura; la segunda parte continuaba después de ésta pero era negra con un estampado de flores. Para cubrir mi escote, y para no verme tan provocativa, llevaba puesto un suéter manga larga de tela fina color crema, el cual me llegaba justo hasta donde terminaba mi vestido. De zapatos llevaba unos wedges negros, y como accesorios un collar de perlas junto con una pulsera y un reloj, ambos de oro.
Eran las 6:50 cuando escuche el timbre. Vaya que éste chico era puntual. Pero para mi sorpresa no era él, si no mi mamá que había olvidado las llaves en casa.
-¿A dónde tan guapa, cariño?
-Un chico me invito a salir, iremos a cenar, nada comprometedor.
-Yo creo que si, ¡vaya!, primer día y ya con casi novio.
-Mamá, no es mi novio, y no lo será. Es sólo una cita que quería él y si no aceptaba yo, no me dejaría en paz. Además, no pienso tardar por lo que él me vendrá a dejar.
-Esta bien, diviértete pequeña.
Iba a responder cuando el timbre de la casa me interrumpió.
-Bien, es él. Hasta luego mamá.
Le di un beso en la mejilla y salí. Me sorprendió ver un carro último modelo afuera y un guapo conductor en traje esperando para abrirme la puerta. En sí no debí de sorprenderme porque era rico, podía comprar lo que fuera. Y segundo, él en verdad era muy apuesto. No Lía, no es una cita, recuérdalo.
-Wow, no creí que pudieras estar más sexy pero al parecer así es, y lo mejor es que lo has hecho para mí. Me encanta, preciosa.
Me agarró la cara con las manos para acercármela a su rostro y darme un beso con sus suaves labios en mi mejilla. Me sonrojé ante todo esto pero recordé que no debería de caer en sus engaños.
-Gracias, tu también te ves bien. Eh, ¿A dónde iremos?
-Es una sorpresa, ahora sube, guapa, que esta noche te tendré para mí.- dijo, a la vez que me abría la puerta.
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El vestido de Lía en multimedia.
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La apuesta que cambió mi vida {I parte}
Teen Fiction¿Qué pasaría si de pronto tu vida cambiara gracias a una apuesta? Esto le pasó a Lia Morgan, pero, ¿Cómo puede una apuesta cambiar tu vida? Tras el divorcio de sus padres, Lía se muda a Los Ángeles junto con su madre con la esperanza de comenzar un...