Capítulo 30. "Celos, ¿se acabó?"

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Ian era muy guapo, no lo podía negar. Tenía el cabello oscuro ligeramente despeinado, lo que lo hacía ver totalmente sexy, y ni hablar de sus ojos, esos hermosos ojos grises que tenía.

Es hermoso, si no fuera por su estúpida personalidad.

-Bonita manera de conocernos.

Volteó su mirada hacia mis pechos, me moví incomoda. Por lo que regresó su mirada a mi ojos con una gran sonrisa.

Una sonrisa que mataría a cualquiera.

-Bueno, Ian, ¿y cómo llegaste a aquí?

-Pues, estaba bailando con una amiga- si claro, "amiga", lo que me faltaba, es un patán - Cuando ví cómo esos chicos te arrastraban y te tapaban la boca mientras te metían a este cuarto. Imaginé que tú no querías cooperar para eso que planeaban, por lo que vine a ver qué sucedía.

-Mí héroe.- dije irónica, aunque en sí era cierto.

-Lo sé, no tienes nada que agradecer, hermosa. Me lo dicen a menudo.

-Idiota.- rodé los ojos.

Comenzó a reír.

-Por cierto, no me has dicho tu nombre.

-Lía Morgan.- contesté seca.

-Lía, un bello nombre para una bella chica.- volví a rodar los ojos ante su intento de agradarme. -Lástima que tengas una actitud tan amargada.

-La tuya tampoco es tan bonita que digamos.

En eso se escucharon unos fuertes ruidos y apareció Aaron irrumpiendo en el cuarto. Tenía el labio sangriento y su camisa algo rota. Se veía tan sexy aún así.

-Ya vine hermosa, lo lamento es que ese idiot...

Parecía confundido. Pasó su mirada de Ian a mí y viceversa. No sin antes clavar la mirada en mis pechos solo cubiertos por mi sostén.

¿Hola? ¡Tengo dos hermosos ojos verdes que ver también aquí arriba! ¿Por qué siempre miran abajo?

Primero, son chicos, Lía. Eso hacen ellos. Jamás te ven a los ojos cuando tienes esa parte descubierta. Pero cuando encuentres uno que admire tus ojos, llámame. Es algo digno de admirar. Y segundo, no estás para nada plana, tienes unos grandes implantes. Incluso podrías conquistar a cualquiera con ellos si te aplicaras, pero no.

No me interesa eso.

-¿Tú hiciste eso? La vas a pagar muy caro imbécil.

Se acercó hacia él con una mirada echa furia. Estaba por golpearlo cuando le grité.

-¡No, Aaron, espera!

Se paró inmediatamente y me volteó a ver esperando la explicación.

-Él no lo hizo, fueron los amigos de Nathan, Brad y Tom. Ian me salvó antes de que llegaran a más.

-¿Y no pudo vestirte primero?

Oh, buen punto.

Ian se encogió de hombros, lo que provocó una mirada fulminante de parte de Aaron.

-Idiota, ni siquiera la pudiste soltar de la silla.

Aaron se acercó a mí para ayudarme con las cintas que rodeaban mis manos y pies. Comenzó a desabrocharlas algo agresivamente. Se notaba que estaba furioso.

-Espera, Aaron, me lastimas.

Cada vez que jalaba la cinta con fuerza me lastimaba bruscamente.

-Oye amigo espera, no te desquites con ella, no tiene la culpa. Estaba por hacerlo.

-¿Cuándo? ¿Luego de comértela con la mirada? Y no te preocupes, sé que fue tu culpa. Por lo que me desquitaré contigo.

Estaba que sacaba chispas. Puso su mano en forma de puño y estaba por impactarla en la cara de Ian cuando yo me interpuse.

Lía, un día de estos vas a salir llevando tu también por tanto interrumpir momentos de furia ajenos.

-¿Y ahora qué, Lía?

¿Y ahora qué? ¿Y AHORA QUÉ? Oh amigo, esas son las peores palabras que le puedes decir a Lía Morgan.

-Él no tiene la culpa, sólo me ayudo, sin él quizá ahorita estuviera violada o peor, muerta. ¡No tienes por qué golpearlo!

Escuchar esas palabras de mí, lo enojó aún más. Si eso era posible.

-¿Ahora lo vas a defender a él? Por si no lo recuerdas, ¡estaba peleando con Richard porque casi se sobrepasa contigo, yo también te salvé! Me debes una, déjate de tonterías, bonita.

-¿Tonterías? ¡Por tu maldito ataque de celos ni te pudiste dar cuenta de que me secuestraron y de que casi me violan!

-Bien, para la otra no te salvo ¡y ya! Se acabó. - gritó esto último, poco a poco se fue apagando su voz pero alcanzó a decir -Se acabó, Lía. Se acabó.

Se notaba algo cansado y tomado, aunque no tanto, solo que tenía la respiración entrecortante. Me dirijo una mirada de compasión y salió por la puerta. Dejándome sola con Ian.

Las lágrimas no tardaron en aparecer por mi rostro. ¿Había perdido a Aaron? Sí, lo había hecho.

Esto de la apuesta cada vez se complicaba más.

Lloré y lloré hasta sacar todo lo que había estado reteniendo por un buen rato.

-Tranquila. ¿Ese era tu novio?

¿Novio? No, jamás lo fuimos. Hubiera sido muy bello serlo. Pero ahora nunca sabré cómo hubiera sido eso.

-No, es complicado, era un chico muy especial para mí.

-Oh, ya veo. Pues Lía, llevo menos de una hora que te conozco -reímos- pero me agradas. Sólo tu actitud da problemas pero puedo soportar un poco de eso -sonrió- a lo que me refiero es, ¿quieres que te lleve a casa?

Lo pensé por unos segundos. No quería ver a Aaron. Y era muy tarde para tomar un taxi, capaz la noche empeoraba. ¿Qué más daba? El chico tenia buena pinta.

¿Qué hago consciencia?

No lo sé, yo sólo sé que no sé nada. No es cierto, la resaca esta comenzando. Dile al chico que nos lleve a casa. Es todo.

Suspiré y le di mi respuesta definitiva.

-Sí, me encantaría.

La apuesta que cambió mi vida {I parte}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora