Capítulo 6. "Esto no va bien. Amenazas."

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Abrí los ojos y me sentía algo mareada. ¿Dónde me encontraba? Ésta no es mi casa, esta no es mi habitación. Esperen, ya recuerdo, cené con Richard, y ¡¿Ahora estoy en su cama?! ¿Qué había pasado? Bueno, al menos tengo mi ropa puesta, es buena señal. Comencé a recorrer la habitación cuando me encontré con una silueta sentada en una silla al lado de donde estaba acostada.

-Hola muñeca, creí que no despertarías hoy.

Río.

-¿Qué día es? ¿Cuánto llevo dormida? ¿Qué hora es?

Trate de pararme de la cama pero él me sujetó para que me sentara.

-Tranquila, llevas dormida unas horas, creo que es medianoche.

¿Medianoche? Significa que he dormido como 3 horas. Debía de hablar a mi madre.

-¿Y mi teléfono? Necesito mandarle un mensaje a mi mamá para que no se preocupe.

-Ya lo hice, tomé tu teléfono y le mande uno diciendo que no se preocupara, que la cena se había alargado y que irías a casa de tu apuesto amigo a ver películas. Ella contesto que todo estaba bien, que podías tardar.

Revisé mi celular y efectivamente estaba el mensaje tal como él había dicho. Plan a para escapar de aquí, fallido. ¿Por qué había hecho eso? Si hay algo que me enoje es que agarren mi celular sin permiso.

-¿Cómo te encuentras?

-Ya mejor, gracias.

No me podía enojar con él. Me había ayudado mucho y me había traído aquí para que me mejorara, pues no podía llegar a mi casa toda ebria. Aparte, había sido culpa mía la de haber tomado sin medida. Que irresponsable.

-¿Sabes? Bañarse ayuda a quitar estos malestares del alcohol. Allí esta mi tina por si gustas darte una ducha.

¿Ahora me estaba ofreciendo bañarme en su casa? ¿Lo iba a hacer yo? También sabía que el baño me ayudaría porque me sentía terrible pero bueno, confiaría en que no pasaría nada malo.

-Gracias, creo que aceptaré tu oferta.

-Claro preciosa, estaré abajo esperándote.

Salió de la habitación y le puse llave. Comencé a examinar el cuarto, llevo un rato de aquí y no había visto cuán bello era. Muy espacioso y lujoso a decir verdad.

Entré al baño enrollada en una toalla y dejé mi ropa sobre un estante, no me iba a arriesgar a salir a cambiarme y encontrarme con Richard o a que la fuera a esconder. Quien sabe. Calculé el agua para que estuviera a temperatura media y me zambullí en la tina relajándome completamente.

Luego de un rato me apresuré a cambiarme y salí. La habitación seguía vacía. Me vi al espejo y mi cabello era un desastre, por lo que decidí peinármelo. Comencé a buscar en los cajones pero lo único que encontré fue ropa, fragancias y condones. Iugh. Hasta que por fin visualice un cepillo sobre una mesa al fondo.

-Lía, ¿Has acabado ya?

Sonó la voz de Richard afuera de la puerta. Le abrí rápidamente porque ya lo había hecho esperar mucho.

-Lista.- le dije con una sonrisa. Él me la devolvió.

-Eres realmente preciosa.

Me sonrojé.

Estiró su mano hacia mí y la comenzó a frotar de arriba a abajo por todo mi brazo. Me provocó escalofríos, pero de los buenos. Luego me agarró con sus manos mi cara y fue acercándose lentamente hacia mis labios sin dejarme de ver fijamente a los ojos.

-Y sexy.- agregó.

Cuando ya estaba cerca, nuestros alientos comenzaron a mezclarse y ambos cerramos los ojos mientras dejábamos que nuestros labios se fundieran en un suave y apasionado beso. Era muy bello y este chico realmente sabía besar bien. Luego comenzó a pasar sus labios por mi nariz y mejilla hasta bajar por mi cuello. Ladeé mi cabeza para darle más acceso y me llenó de pequeños besos. Poco a poco después comenzó a quitarme mi suéter, yo le ayudé dejándolo caer al suelo. Siguió con mi vestido bajando el cierre muy lentamente mientras no dejaba de besarme el cuello. Cuando bajó completamente el cierre comenzó a acariciar de arriba a abajo mi espalda con sus suaves y astutos dedos. Con una mano comenzó a bajarme el vestido de la parte de adelante, a la vez que la otra mano que antes acariciaba mi espalda bajó hacia mi muslo y la comenzó a subir acariciando todo. Antes de que llegara más allá, el baño hizo efecto y mi subconsciente me recordó que no traía brasier, pues era strappless y me di cuenta de lo que estábamos haciendo.

-Espera, Richard, no.

Me hice para atrás mientras me acomodaba el vestido. Me lo abroché ingeniosamente y él me miraba sobresaltado.

-Pero, ¿Qué pasa Lía? ¿No ves lo bien que la estábamos pasando?

-Sí pero no debe de ser así Richard, no quiero hacerlo contigo.

Se río fuertemente en tono de burla.

-¿Cómo que no quieres? Cariño, todas lo quieren hacer conmigo. Aparte tu me gustas, me gustas mucho. Eres muy sexy y no me puedo resistir.

Dio un paso hacia mí y yo retrocedí. Mala idea porque choqué contra la cama y eso casi me provoca caer sobre ella.

-Pero tú a mí no Richard, lo lamento. Creo que mejor debería de irme.

Camine hacia la puerta tratando de esquivarlo pero con un movimiento brusco me agarro de las manos.

-Espera, no tan rápido cariño. ¿Es que acaso no te ha gustado lo que estábamos haciendo?

-Si, fue muy placentero pero he dicho que no quiero, no me atraes y no pienso ser otra de tus muñequitas con la cuál puedes jugar. Ahora suéltame.

Traté de zafarme pero era muy fuerte.

-Ja, debería de darte unos buenos besos y tumbarte en mi cama para que cambie esa opinión de que no te atraigo, estoy seguro que si te follara te encantaría y dejaría con ganas de más, con todas es así.

-Tal vez, pero yo no soy de esas. Y me da asco que no respetes a las mujeres. Me das asco tú.

-A mi jamás me han rechazado y no dejaré que tu seas la primera que lo haga.- Me empujó con fuerza, lo que me provocó caer en la cama y él se fue acercando a mí lentamente hasta quedar encima. Me dio mucho miedo de lo que me fuera a hacer y cerré los ojos, pero se paró antes de comenzar a besarme. Sólo me susurró a escasos milímetros de mi boca mientras me acercaba contra su cuerpo. -Aunque te dejaré ir sólo porque eres virgen, no lo debería de hacer pero he pensado en algo mejor. Algo que sí te dolerá. Ya lo verás Morgan, cuídate. Sólo recuerda que tú te lo ganaste por no entregarme tu virginidad.

Me soltó y salí corriendo de su habitación. Salí por la puerta principal y tomé un taxi hacia casa.

Esta noche había sido un error. Nunca debí de aceptar la cita. Mis amigos tenían razón. Fui muy tonta. Jamás debí de haber tomado sin medida. Pero lo que me inquietaba realmente eran sus palabras. ¿Cómo que había pensado algo mejor? ¿Qué estaba preparando?

La apuesta que cambió mi vida {I parte}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora