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7 de Abril de 2012

     Abrí los ojos poco a poco al escuchar ciertos murmullos provenientes de la habitación, se suponía que me encontraba sola. No le di muchas vueltas a la cabeza, de hecho el cansancio y sueño me estaban dominando y si se trataba de un asesino serial no tendría fuerzas para luchar o siquiera huir. Volví a cerrar los ojos dispuesta a quedarme dormida de nuevo y despertar al lado de Jesucristo. No duró demasiado cuando las sábanas fueron tiradas bruscamente al suelo y un cuerpo se me lanzo encima. Genial, iba a morir.

—¡Buenos días, Bella durmiente!—giré apenas la cabeza y pude identificar la melena rubia de una chica, solté un gruñido de fastidio y lancé una maldición— Parece que hoy amaneciste como Maléfica... —murmuró entre dientes quitándose de encima.

—Siempre está de mal humor, no te sorprendas —comentó sabiamente una segunda voz que pude reconocer como Charlie.

     Me levanté quedando sentada en la cama aún con los ojos cerrados, sentí como la luz del Sol iluminaba la habitación. Habían abierto las cortinas. Gruñí de nuevo en forma de protesta al hacer uso de mi visión y ser cegada.

—¿Qué hacen aquí? —solté un bostezo— Es muy temprano.

—Vinimos a visitarte como buenos amigos que somos — dijo Paula como si repitiera una frase de una caricatura.

    Levanté una ceja mirándola con extrañeza. Asentí sólo para no seguir cuestionando su inesperada visita ya que podía ser por cualquier razón, podían haber estado aburridos y molestarme les divierte, podían haber venido sólo para pasar todo el día en mi casa ya que estaría sola, podían haber venido porque tienen un plan maquiavélico o porque no saben qué hacer con sus vidas un fin de semana.

     Los dejé hablando entre ellos, ignorándolos y adentrándome al baño, no era la primera vez que hacían esto, de hecho, una vez al despertar estaban ambos haciendo el desayuno y viendo un programa de televisión en el living. ¿Lo peor? A veces mis padres eran quienes los invitaban para no quedarme sola el día entero, dándoles permiso de hacer conmigo los que les viniera a la mente.

     Me veía pésimo en el espejo, las ojeras más grandes que mis ojos decaídos, las mejillas hundidas y tan pálidas como si estuviera enferma y mi cabello aunque mantenía con una coleta estaba hecho un desastre. Aún me dolía el cuerpo desde el día anterior. Había trabajado en otro evento, pero ésta vez afuera de la ciudad y doble fiesta, cuando los niños fueron a dormirse a las nueve, quedaron los adolescentes y adultos comiendo y divirtiéndose, por lo cual debíamos estar pendientes de cada orden como si fuéramos meseros en un restaurante. Llegué aproximadamente a mi casa pasada la una de la mañana y quería descansar, dormir hasta que llegara el mediodía si era necesario. Y como si fuera poco el instituto que estaba por finalizar, lo que agregaba una preocupación más a mis días, siempre fui bastante puntual y responsable con todas las asignaturas pero últimamente estaba más cargada de cosas así que he dejado a último minuto varios trabajos.

     Y Steven, bueno, para qué hablar de él si no ha hecho nada, literalmente nada, sólo desparecer. Ayer no lo vi en todo el día, y rara vez era él quien informaba a donde iba, porque normalmente y como costumbre soy yo la que pregunta. Sin embargo las inquietudes bajaron cuando lo escuché hablando con Matt por teléfono, su conversación se basaba en lo nervioso que estaba porque sería la primera vez que haría algo como "eso", no sé qué se refería pero lo hacía bastante feliz, su sonrisa no se borró en todo el rato que hablaba de ese "plan" que a mí parecer sería tonto si me preocupaba estando él en perfecto estado.

    Y por otro lado...Vaya que soy idiota por sonreír cada vez que pienso en ese ser de ojos azules, quise darme una cachetada, antes pensaba que un chico era una pérdida de tiempo y que además, las parejas, eran un compromiso tedioso. Pero ahora... Creo que mi yo de doce y trece años me darían una bofetada.

Para Quedarme En Tus Recuerdos. COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora