XIV

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30 de Agosto 2010

—Dije que no quería venir —Refunfuñé, Steven detuvo su charla abruptamente con un chico y me volteó a mirar.

— ¿Dijiste algo? —Preguntó confundido mientras fruncía el ceño en mi dirección.

—No —Fui notoriamente cortante.

—Oh, bien —Se encogió de hombros despreocupadamente y me volvió a dar la espalda, yo sólo me crucé de brazos apoyando mi espalda en la pared.

Steven me había invitado a una fiesta, nunca había asistido a una, jamás quise ni acepté siquiera. Matt iba a traer a una chica así que Steven se aprovechó de la situación y me terminó trayendo. Le negué la invitación cientos de veces, pero no se rindió, ahora... Aquí estoy. Cuando llegamos no había sido tan malo, Steven y yo nos cruzábamos con personas y entablamos una conversación bastante entretenida, nos reímos por buenos ratos y la comida era lo suficientemente buena. Sólo había jóvenes, la casa en la que estábamos era grande, espaciosa y bonita, ya había caído la noche y la fiesta se había puesto-según ellos-mejor. La música aumentó, sacaron las bebidas fuertes, el gran jardín se convirtió en una pista de baile, habían bajado la intensidad de luz, podía jurar que el ambiente olía a hormonas...

La imagen que tengo en mi cabeza de una fiesta son sólo cosas que me he creado yo misma por comentarios, historias, fotos o vídeos. Un par de veces me han invitado pero a diferencia de Pau yo no iba, me quedaba en mi casa con los capítulos de CSI y un par de buenas palomitas.

Me hice paso entre la gente hasta llegar a la puerta corrediza de la casa, no habían muchas personas dentro, la música se escuchaba con menos volumen ahí, me senté en la encimera, la cocina estaba vacía exceptuando a una chica de cabellera azul celeste con un conjunto de flores, zapatillas y dos vasos en la mano. Estaba de espaldas a unos cuatro metros de mí, no le tomé importancia. En mi móvil empecé una partida de cartas que, por el momento, me mantuvo entretenida.

Carraspearon cerca de mí, de reojo pude darme cuenta que la peliazul quería llamar mi atención. Me enderecé y miré unos centímetros hacia abajo, era bonita, con un estilo light que le sentaba muy adorable.

—Y...¿eres la amiga que abandona? —Me miró de arriba abajo — ¿O la amiga abandonada? —Entornó los ojos cafés.

Vacilé antes de responder —Un poco de ambas —Hice el amago de una sonrisa débil.

—Ya veo —Sonrió y soltó una pequeña risa nasal, miró detrás de ella y volvió su vista a mí —Si te hace sentir mejor, yo soy una cita abandonada —Susurró, inclinándose un poco, como si alguien pudiese escuchar. Yo reí mientras negaba, sin creerlo.

—Eso es triste —Comenté entre risas, ella ya había dejado de reír pero seguía con una sonrisa divertida.

—Ten esto — me tendió uno de los vasos que traía en sus manos, había servido un líquido transparente, algo amarillento y como era natural en mí, fruncí el ceño — ¿Quieres divertirte?, si quieres bébelo —Se encogió de hombros y en un abrir y cerrar de ojos ella se había bebido todo lo que había en su vaso.

— ¿Qué es? —Cuestioné confundida mientras movía en círculos el contenido creando algunas burbujas.

—Es solo manzanilla y licor... Creo, no te asustes -Tiró su vaso en la basura que había cerca, un abrigo solitario se posaba sobre la encimera, lo sostuvo en sus manos y se lo llevó, al parecer era la dueña —Oh y me llamo Gaby —Se asomó por la puerta y esta vez sí desapareció.

Para Quedarme En Tus Recuerdos. COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora