XIX

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1 de Mayo 2012

   Leí por última vez el informe entre mis manos, diez hojas repletas de palabras subrayadas de verde y rosado, cada color indicaba eliminar o recalcar algo. El lapicero de color terminó mordisqueado, cosa que me asqueó cuando empecé a saborear el aspecto salado y amargo de la tapa de tinta. Hice una mueca mientras me restregaba la lengua con la
m

anga del suéter.

    Me había pasado la tarde modificando el contenido del trabajo de sociales de Charlie, no estaba tan mal, de hecho tenía un buen punto de vista respecto al tema pero los errores de ortografía y la falta de sinónimos hizo que cambiara la mitad de los párrafos en cada hoja. Ambos sabíamos que el resultado del trabajo no quedaría perfecto, pero Sociales y yo nos llevábamos bien, así que pude acceder, si no fuese por eso probablemente Charlie estaría a nada de ver un 4 o un 3 en la calificación.

   Guarde las hojas en su respectiva carpeta con algo de pereza y dolores en el cuello, estar más de tres horas en la biblioteca no me hacía mucha ilusión. Antes de comenzar a guardar mis cosas dos manos obstruyeron mi visión.

—Adivina quién soy —canturreó una mal fingida voz de chica.

—¿Un imitador de Miss Piggy? —respondí después de hacerme la pensativa.

—Soy la mismísima Miss Piggy —Steven tomó asiento enfrente de mí haciendo pose de diva, tal como el personaje —¿Qué haces aún aquí? Va a oscurecer pronto.

—La pregunta sería: ¿qué haces tú aquí? —enfaticé con cierta sorna levantando una ceja.

—Aunque no lo creas yo también asisto a un instituto —respondió aniñando su voz, como si le hablara a un infante. Chasqueó la lengua y se recostó en su silla —. Bueno, vine a devolver algunos libros —se encogió de hombros.

—Y hablando de asistencias... No has ido a trabajar, ¿por qué? —puso los ojos en blanco mientras se le asomaba una media sonrisa.—Ya no necesito el dinero. —antes de que le hiciera otra pregunta tomó uno de mis resaltadores de la mesa y se dirigió
a la salida a paso relajado, yo por otra parte le seguí hasta llegar a su auto estacionado fuera de la biblioteca.

   Una pequeña duda se me vino a la mente, una que raramente no me había crecido antes. Quizá por todo esto no había tenido tiempo de preocuparme de otras cosas o recordarlas.

— ¿Por qué ya no? —cuestioné una vez sentada de copiloto.

—En realidad si necesito el dinero, pero no ese dinero —fruncí el ceño, ahora más confundida.

—¿A qué te refieres? —creo que empezaba a imaginar por dónde se iba ésta conversación. Me senté más rígida en el asiento.

—He trabajado con mi padre desde hace unos años —su padre... Vaya que no había escuchado esa palabra específicamente viniendo de su boca durante... ¿Dos años? —, hubo un momento en donde se enojó conmigo y dejó de
enviarme dinero —se puso el cinturón. Lo encontré bastante tranquilo — Así que tuve que hacer algo para tener el dinero completo y poder comprar el departamento y para... Otras cosas.

    Vale, las cosas tenían un poco más de sentido ahora, porque vamos, a Steven le sobraba el dinero así que, ¿por qué más trabajaría si tenía suficiente para comprar tres pisos y remodelarlos a su gusto?

Para Quedarme En Tus Recuerdos. COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora