XXIV (Segunda Parte)

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   Grace una vez me dijo que los cuentos de niños siempre tenían un final feliz para mantener sus ilusiones, para no enfriar su sentido de la esperanza siendo tan chicos. Eso me lo dijo en un intento de hacerme entrar en razón cuando no tenía más que diez años y me tornaba insoportable con mis historias de superhéroes y justicieros.

   Pero en ese entonces yo sólo conocía esas historias de justicieros. Nada más. No tenía ni la menor idea de las historias del mundo que me rodeaba una vez pulsaba un botón y apagaba la tv.

   No conocía de nada esas historias en las que nosotros somos los protagonistas y nos toca hacer todos los roles de vez en cuando, la víctima, el villano o el superhéroe. Dependiendo de las decisiones que tomábamos nos tocaba un papel distinto sobre ese escenario sin humor que era la vida, aunque a veces… también dependía de las decisiones de otros sobre nosotros.

   Así que ahí estaba yo, sentado en una banqueta del parque donde no había estado hacía tantos años y que tantos recuerdos me traía, intentando decidirme.

  Me sentía sofocado y debía admitir que nervioso, mucho más que nervioso, pero el término preciso aún no se había descubierto, y menos lo haría yo. Ayer había ido a verla y nuestra conversación no terminó como esperábamos. Ninguno de los dos sabía que decirle al otro sin abrir más la herida. Heli hizo muy bien su trabajo pintando un mural de tranquilidad, indiferencia y comprensión, lo hizo tan bien que en verdad me lo tragué al principio y hasta me quedé admirándolo, de todas formas no duró mucho, pude darme cuenta porque comenzó a hacer sus famosas preguntas.

   Ese simple acto derribó todo su muro como piezas de Dominó, supe en ese instante que yo mismo había hecho de mi vida un completo caos, uno del que estaba dispuesto recolocar cuantas veces fuera necesario. Porque ella era mi caos, ella era la que podía destruirme y volverme a armar.

   Pensaba en llamarla, quedar con ella y charlar un rato, aunque conocía las consecuencias, aunque conocía el riesgo y lo profundo que podíamos hundirnos con tal sólo una frase mal expresada, y la pura verdad era no que estaba dispuesto hundirme, no esa vez, no si para ello debía arrastrarla también.

   Pasé mi mano por mi rostro con frustración, también solté un gruñido fiero que llamó la atención de unas personas que iban pasando, me miraron extraño pero sólo siguieron su camino. Todo estaba llevándose a cabo a su modo, todo el Mundo seguía girando a su ritmo, y a nada ni a nadie le importaba que para mí la vida hubiera dejado de girar en el mismo sentido hacía mucho, ¿lo peor? Que yo no podía hacer nada, que yo no contaba con la fuerza necesaria para dar ese empujón y regresar mi vida al algoritmo que correspondía, aunque quisiera no tenía esa fuerza a mi alcance.

   Mi celular comenzó a sonar y de mala gana lo saqué de mi bolsillo atendiendo la llamada sin saber quién la emitía.

—¿Qué? —En mi mente la persona que podría estar llamando seguramente era algún compañero de trabajo intentando hincharme las pelotas con preguntas tontas, y no estaba para eso.

—Estás mal, hermano —dijo la voz tras la línea, fruncí el entrecejo al reconocerla pero aún no lo procesaba—. Si las situaciones fueran distintas te invitaría a un bar y ahogaría tus penas —admitió y terminó riendo.

—¿Qué tal, Matt? —Miré la pantalla del celular para confirmarlo, pero sólo salía como un número no registrado, sonreí de igual manera porque su llamada siempre sería bienvenida de mi parte—. No mentiré, llegué a considerarlo. —Solté una risa nasal, lo único que ocasioné con eso fue recordar nada más y nada menos que a Heli balbucear enojada cuando hacía algo como eso, me evitaba por horas pero acaba en una sincera disculpa y besos envueltos en emociones. El recuerdo me enredó entre nostalgia y estrés, solté un suspiro—. ¿Conoces a Caleb? —El nombre fue pronunciado por mis labios de una forma vacilante, no con gusto, más bien con incomodidad. Nada más había dicho su nombre y fue como clavar cada letra en una herida abierta.

—Sí, lo conocí no hace mucho —respondió luego de un segundo, después de chasquear la lengua y suspirar profundamente, fue una acción lastimera—. Se contaron todo ya, al parecer —comentó con ligereza.

   Se escuchaba del otro lado de la línea como otras personas hablaban y reían entre sí, también un silbato que sonaba de vez en cuando, no sé dónde podía estar pero se me vino a la mente un campo de fútbol quizás, él no era mucho de deportes por lo que se me hizo extraño. Entre ambos se prolongó un silencio corto, donde su voz cambió por completo cuando empezó a hablar nuevamente.

—Seamos honestos, Steven, no era algo imposible. Tuvieron que seguir sus vidas, todos debíamos hacerlo. —Aunque no lo veía sabia que se había encogido de hombros y había optado por poner sus dedos en su mentón, lo hacía cuando las conversaciones se tornaban así—. Heli te esperó cuanto pudo, se hundió ella misma aferrándose a tus cartas convenciéndose de que volverías en cualquier momento. Le tomó tiempo y dolor levantarse, cuando estaba dando los primeros pasos apareció Caleb, el cual la sacó de sus libros de psicología y su departamento para mostrarle que un chico no podía ser un motivo para derrumbarse de tal forma. —Para ese punto quería colgar la llamada, quería soltar una maldición y dejarlo con las palabras en la boca e ir de nuevo a la oficina de Heli y hablar con ella… pero no lo hice, me contuve con una fuerza de voluntad férrea y mi teléfono continuó pegado a mi oreja como si fuera un imán, mi mirada por el contrario se clavó en el suelo sin explicaciones—. Pudiste hacerla feliz mientras estaban juntos, todos reconocemos eso, pero sabes perfectamente que cuando tú te derrumbabas ella corría a salvarte, mas cuando era ella la que flaqueaba y caía… pocas veces te dabas cuenta e ibas a por ella. —Su tono no era lastimero, tampoco como si le dolieran las palabras que salían de sus labios, simplemente las soltaba para reñirme, sin tener idea del daño que me hacía mas lo aceptaba como podía—.  Sueno como un hijo de puta, también lo reconozco, si estuviera frente a ti probablemente me hubieras hecho callar con un golpe.

—Seguramente. —Mi voz salió algo distorsionada, me había llevado una mano a los labios mientras oía sus palabras detenidamente.

—Pero, Steven, de alguna forma comencé a atar cabos y ver al mundo de otra manera luego de… —Sus palabras se quedaron en el aire por unos momentos, se relamió los labios, pude oírlo, y prosiguió—. No te he contado —se recordó a él mismo más bien, soltó una suave risa que apenas pude oír pero su respiración se volvió algo pesada—. Yo conocí a una chica, la verdad es que estoy totalmente enamorado como no tienes una idea, pero tiene un hijo. Fue una noticia impactante, debo admitirlo, sin embargo me estoy esforzando. Quiero ganarme su amistad tanto su confianza —soltó aquello con sentimientos revueltos, lo noté—. Prácticamente seré su padre. Yo tendré un hijo —expuso. Y vaya que las cosas sí que se habían llevado a cabo a su encaprichado modo—. Y mi relación con ella me llevó a darme cuenta de muchísimas cosas.

   Estaba estático mirando a un punto fijo, tenía ganas de llorar pero las lágrimas simplemente no salían. En ese momento mis ojos no servían para nada más que tan sólo perderse entre la grama. Mi corazón era quien respondía extensamente y con llanto a las palabras de Matt, las últimas me sacaron una pequeña sonrisa, en cierta forma me enorgullecía escuchar eso, Matt con una familia era una noticia que como amigo y casi hermano me alegraba enormemente. Tomé una bocanada de aire calmando mis adentros con poco éxito antes de hablar.

—No tengo palabras para decir lo que siento. —Cada sílaba pronunciada fue un reto, el nudo en mi garganta se empezaba formar y me di cuenta en ese momento que dentro de poco iba a oscurecer. Los faroles del parque se habían encendido en señal de que la noche caería y mi mente se había puesto casi en blanco—. Pero te lo agradezco, Matt. —Y colgué.

   Ya mi corazón no lloraba solo, en mis mejillas corrían las lágrimas que había aguantado. Me permití parecer un hombre vulnerable ante la mirada de los demás en aquel parque que poco a poco se vaciaba.

   Creo que Matt nunca había sido mi cable a tierra tan necesario como lo fue en aquel instante, realmente nunca me había puesto a pensar en ello. Me hice el fuerte diciéndome a mi mismo que debía esperar cualquier cosa a partir de entonces, sorpresas y decepciones por igual, pero por más que insistí no pude convencerme del todo, era demasiado terco y masoquista. Debía reconocerlo, en mi cabeza se me había creado una idea tan egoísta de que Heli simplemente no podía conseguir a otro hombre, de que Heli no volvería a enamorarse, mis pensamientos comenzaron a golpearse violentamente los unos con los otros hasta llegar a un bloqueo, cuya única conclusión era que no podía permitir que algo como eso sucediera, no yo, no con ella, no en esta vida. No me interesaba para nada el sentido en el que la Tierra giraba o los estúpidos algoritmos que socialmente manejaban mi vida ahora mismo, si no la tenía a mi lado, diciéndome que todo estaba bien. Porque Heli me amaba a mí y yo la amaba a ella, con tal magnitud que el universo entero podía preocuparse.

   Aún sí, caí en cuenta tan duramente que sentí el impacto en cada uno de mis órganos.

   Había dañado a Heli.

   Había hecho derrumbarse a la única persona que arrancó partes de sí para mantenerme entero.

   En mis cartas dije muchas cosas distintas, le aseguraba que aunque yo no regresara ella podía seguir adelante sin culpas, al mismo tiempo que le pedía que me esperara un poco más, sólo un poco más.

   La confundí, tanto como se confundí yo mismo.

   Cada cosa que pasó en nuestras vidas fue por culpa mía.

   Porque con las cartas sólo la ilusioné.

   Prometí cosas que yo más que ella querían que fueran ciertas.

  Puedo asegurar que nunca me había odiado tanto como hasta ahora.

























Tardé bastante, lo sé y lo siento.

Pero aquí está, espero les guste.












Para Quedarme En Tus Recuerdos. COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora