Inevitable II Kookmin

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Jungkook observaba a Jimin mientras hablaba. Puso especial atención en sus ojos, su piel, la línea de su mandíbula, el rubio cabello peinado hacia atrás, los lentes de montura negra, el traje que habían comprado la semana anterior para esa ocasión, sobraba decir que el rubio lucía sumamente apetecible. Su voz se escuchaba pausada y segura, aunque Jungkook podía notar el nerviosismo oculto bajo la fachada, suspiró y no pudo evitar pensar que no había manera de no amar a Jimin. Una señora tosió detrás de él y tuvo que recolocarse en el incómodo asiento del auditorio para poner atención a lo que decía su pareja.

El rubio estaba dando su primera conferencia como un licenciado doble en biología y antropología, tenía intereses dentro de la línea de investigación sobre híbridos y había dedicado parte de su educación a defenderlos y estudiarlos desde un punto de vista genético y sociológico. Para mala suerte del castaño, él había sido el principal conejillo de indias de todos sus experimentos, pero cada proyecto extraño había valido la pena sólo para llegar ese punto, ver a su amor convertido en un hombre adulto en toda la extensión de la palabra, compartiendo su conocimiento y siendo reconocido. Se sentía sumamente orgulloso de Jimin, había trabajado mucho para llegar a donde estaba.

Realmente, por más que pusiera atención no entendía la mitad de lo que Jimin decía, utilizaba demasiados términos técnicos y Jungkook por más que le había explicado antes, no entendía. Sin embargo, eso no evitó que se parara a aplaudir en cuanto terminó ni que se acercara para darle el ramo de rosas que le había comprado antes de llegar.

Jimin lo observó con una sonrisa enorme para besar sus labios y agradecer las flores con ojitos de media luna. A su lado, el castaño pudo ver a uno de sus compañeros expositores devorarse a su pequeña pareja con la mirada. No pudo evitar fruncir el ceño.

—Kookie, quita esa cara.

Jungkook trató de suavizar su expresión y con la lengua empujando su mejilla, tomó a su pareja de la cintura para salir del lugar. Afuera de los señores Park y Taehyung los esperaban para festejar e ir a comer.

—¿Cómo lo hice?

—Fue perfecto bebé, no se notó que estabas nervioso y te veías super guapo. 

Jungkook dejó un beso sobre su frente y se separó de Jimin para que su suegra lo abrazara. Más tarde, se encontraban todos en un restaurante de barbacoa coreana. Los ojitos de Jimin brillaban mientras la carne se cocinaba, en la mañana no había probado bocado por los nervios, por lo que el castaño estaba seguro que en esos momentos podría comerse una vaca entera. 

—¿Y qué vas a hacer ahora cariño? —preguntó la señora Park.

—He estado pensando en trabajar en algún instituto de investigación, o tal vez una maestría, pero me gustaría que pueda ser algo que me permita viajar. Ya habíamos pensado que nos gustaría conocer otras partes del mundo.

Jungkook asintió, aunque los padres de Jimin ya sabían que su hijo viviría más años por estar unido a un cambiaformas, no terminaban de acostumbrarse. Jimin ya les había dicho que querían aprovechar esos momentos en los que aún eran jóvenes y no tenían grandes compromisos para viajar. Jungkook había trabajado mucho y junto con algunos ahorros que ya tenía, más las ganancias de Jimin cuando había comenzado a trabajar, habían logrado ahorrar un monto suficiente para realizar un par de viajes. Probablemente después tendrían que repetir el esquema, pero estaban bien con eso.

Los señores Park asintieron y la plática se centro en cosas más simples como los recientes descuentos del supermercado y la próxima presentación de Taehyung con su banda de jazz. Mientras observaba a Jimin, Jungkook tuvo la sensación de que algo faltaba. 

Esa misma tarde, ya en casa y con ropa cómoda, Jimin leía acurrucado en el sofá, una sudadera gris casi tapaba sus manitas y su expresión era de concentración absoluta. De nuevo, esa sensación de vacío cayó en el estómago de Jungkook y no tenía ni idea de qué pasaba.