Capítulo XXIV

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El recuerdo de mi llegada permanece totalmente claro en mi memoria.
Estaba atemorizado, sentí un calor enorme al bajar del avión, será que he llegado al fin al infierno, pensé en esos momentos.
Unos minutos después de bajar, llegó un auto hermoso de color negro, subí a él porque me lo ordenaron, mi jefe subió en el asiento del copiloto y una vez dentro los seguros fueron activados.
<Tienes razón, es hermoso>se giró hacia mí el hombre del volante, con timidez me atreví a mirarlo, el hombre pasó sus ojos por todo mi cuerpo.
<Sabes que para calidad yo soy el indicado>respondió mi jefe con seguridad, sacó unas gafas lujosas de sol y las puso en su rostro.
Los hombres conversaban, noté que el inglés del conductor tenía un asiento algo peculiar, pero no pude descifrar en ese instante. También intenté mirar hacia afuera en busca de una señal de mi paradero pero por desgracia las ventanas estaban polarizadas de manera que ni la gente de fuera pudiera verme.
No recuerdo bien por cuánto tiempo estuve en ese auto pero si pude ver al frente donde se detuvo en la entrada de una casa inmensa, una mansión.
Mientras más nos adentrábamos más crecía la construcción.
<Será mejor que avise que hemos llegado>mi jefe se quitó el cinturón de seguridad.
No se cómo pasó ni el porqué no hice nada pero el conductor inmediatamente saltó hacia los asientos traseros. Aún recuerdo cómo me acarició el cabello, se acercó a mí y pasó su mano por mis labios. Me acuerdo que mi cuerpo no reaccionaba, simplemente lo dejaba abusar de mí.
El sucio hombre se abalanzó a mis labios y con brusquedad adentró su mano en mis pantalones poniendo fuerza en mi miembro.
Tomó mi mano y me obligó a hacer lo mismo, forcejeé un poco pero terminé masturbando al hombre.
Gracias a Dios la puerta de mi lado se abrió, la luz me penetró los ojos por lo que no pude ver bien de quién se trataba.
<Tienes que pagar si lo quieres, Marcus>mi vista se aclaró de forma que pude ver a una mujer bien vestida, tenía un traje color azul marino, perlas en el cuello.
El hombre se disculpó y sacó la mano de mi pantalón.

La mujer caminó a mi lado todo el tiempo, sus tacones hacían eco en la mansión, intenté hablarle pero tenía miedo de que me lastimara por eso.
Nos detuvimos frente un par de puertas inmensas, ella le dijo unas palabras en otro idioma a un guardia, el hombre asintió y abrió las puertas.
Recuerdo que mis piernas me fallaron al instante en el que analicé que si hablaban otro idioma entonces era posible que me encontrara en otro continente.
Traspasamos las puertas, habían unas cuantas personas dentro, la mujer volvió a hablar, la gente caminó hacia varios lados y sin que me diera cuenta ya la mujer se había retirado.
Estaba aterrado, intentaba hacer preguntas pero la respuesta siempre era la misma, un "shh" y negaban con la cabeza.
Estuve en esa habitación unas dos horas, me peinaron y maquillaron, me dieron ropa nueva y por fin me dejaron salir.
Fue inevitable para mí sentir que todo a mi alrededor me pertenecía, vestido de esa manera.
Alguien llamó mi nombre, al darme la vuelta me volví a encontrar a la mujer.
<Sígueme>
Habíamos llegado a otra habitación, ambos entramos, la examiné rápidamente.
<Aquí dormirás, todos se levantan a las siete de la mañana para hacer sus ejercicios, hay un reloj ya con la alarma programada>señaló hacia la mesita junto a la cama<Las gente empieza a llegar a las nueve de la noche, una vez que hayas dado tus servicios deberás cambiar las sábanas>esta vez señaló un baúl.
<Los demás se están preparando, a ti ya te arreglamos, puedes esperar abajo si quieres>juntó sus manos y apretó sus labios.
<¿Dónde estoy?>tartamudeé antes de que la mujer dejara la habitación.
<Alemania, podrías considerar aprender un poco el idioma>

Esperé en el primer piso como la mujer sugirió, varios chicos bajaron, tenían ropa elegante pero provocativa al igual que la mía, unos charlaban entre sí, estaba seguro de que ninguno notó mi presencia.
Dos fuertes aplausos llamaron la atención de todos nosotros.
<Ya hay gente afuera, hagan bien su trabajo>habló claramente la mujer y al instante las puertas detrás de ella se abrieron.
Hombres con antifaces entraban al lugar, cada uno se acercaba a un chico, notaba como cada chico se movía de forma lenta y provocativa.
Por primera vez en lo que hago sentí nervios al ver a un hombre acercarse a mí.
Hubieron pocas palabras entre ambos, mi aleman era nulo y su inglés muy malo, subimos al segundo piso, lo guié a mi agitación e hice lo que la mujer dijo. Una vez concluido el trabajo cambié las sabanas, volví a arreglar mi cabello y maquillaje y me dirigí de nuevo al primer piso.
Obviamente supe que me encontraba en un burdel más elegante y costoso en el que estaba.
Miré el reloj de pared, eran las dos y media de la mañana, ya los hombres escaseaban y cuando solamente quedamos los chicos la mujer regresó a cerrar las puertas.
<Lo estás tomando muy bien>me habló por primera vez uno de los chicos<Esto del cambio>completó al notar mi rostro de confusión.
<A decir verdad es mejor de donde me encontraba>pero lo que más me dio gusto fue que alguien aquí hablara un buen inglés.
<Soy Dante, de Italia>
No me pude explicar porqué sentí algo de tranquilidad cuando me dijo su nombre.
<Gerard>le sonreí ligeramente.

&quot;Trying to forget him&quot; [frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora