21 maneras de decir «Te Quiero». [Todoroki Shouto | BNHA]

• Especial •

Te sentí.

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Mi mirada se plantó justo en tu silueta cuando entraste por el marco de la puerta. Estabas tan deslumbrante como siempre.

Desde que aceptaste ser mi novia, no había día que no pensara en ti, en tu ser y en como me volvías loco cada día. Estaba enamorado de pies a cabeza, y se sentía tan bien estar contigo siempre que podía.

Llevábamos cerca de 2 meses juntos oficialmente, y esperaba que fuesen muchos meses más de estar a tu lado. Pero hace un tiempo que llevaba queriendo más de ti, de estar aferrado a ti como una dependencia. No quería ser un novio de los que está todo el día encima, pero era imposible no dejar de pensar en ti.

—¿Has decidido qué película vamos a ver? —preguntaste mientras dejabas una bandeja con comida sobre tu cama.

Estábamos en tu habitación. Era tu día libre en tu trabajo y yo había pedido el día para poder estar contigo el tiempo que era necesario. Nunca habían oportunidades tan buenas como hoy.

—Sí, solo estaba esperando a que llegaras.

Sonreíste y te acostaste a mi lado con cuidado de no botar la comida que recién habías traído. Este sería un día de estar en casa, ya que ninguno de los dos tenía las ganas suficientes para querer salir.

Ambos estábamos mirando la televisión, comiendo de los aperitivos que habías preparado. Te mantenías recostada en mi pecho mientras comías. Yo solo pasaba mi vista de la película a ti, dándote caricias suaves en el brazo o la cabeza.

—¿Hasta qué hora puedes estar acá? —preguntaste de repente. Dejé de fijarme en la pantalla y te miré, aunque no podía ver tu rostro, ya que no habías despegado tu vista de la película.

—Tengo hasta mañana en la mañana para volver. —Ahora sí hiciste un movimiento hacia atrás con la cabeza para tratar de mirarme—. Me dieron un día completo.

—No lo sabía. —Me encogí de hombros.

—No pensé que era necesario decirte detalladamente eso.

—¿Dónde dormirás? —preguntaste mientras te levantabas levemente sobre tu codo.

—Pensaba ir a casa...

—¿Por qué no duermes aquí?

Te miré incrédulo. Solo llevábamos poco tiempo juntos, pero siempre eras tan gentil que incluso renunciaba a tu privacidad para que yo pudiera estar cómodo. Pues, sabías que tal vez ir a mi hogar no era una opción tan viable a altas horas de la noche.

—¿No te incomoda? —dudé.

—Está bien si eres tú.

Esa frase fue como un hechizo de amor lanzado directo a mi corazón. Te di una minúscula sonrisa y me acerqué lo suficiente para darte un corto beso en los labios.

—Entonces estaría encantado. —Sonreíste ante mi respuesta y me devolviste la acción con otro beso y un abrazo, para luego seguir viendo la película.

No sé cuánto tiempo estuvimos descansando en tu habitación, después de esa película empezamos con una serie hasta que tocó la hora de la cena.

Te levantaste para ir a preparar algo para comer, pues nuestro almuerzo fueron esos aperitivos que trajiste antes. Me levanté contigo y fuimos hasta la cocina.

—¿Prefieres preparar algo o pedimos a domicilio? —preguntaste. Elegí la última opción, prefería que no hicieras nada en tu día de descanso—. Qué condescendiente. No me preocupa cocinar.

—Déjalo. Pediré algo a domicilio, tú descansa.

Rodaste los ojos antes de tomar un vaso y llenarlo de agua. Estaba en el móvil pidiendo comida mientras me mirabas hacerlo.

—Está bien... —Suspiraste para luego darme un abrazo. Te besé la cabeza mientras aún seguía pidiendo la orden de comida.

Después de terminar el asunto, caminamos abrazado hasta el sofá del salón, ya que en ningún momento me soltaste, y nos sentamos allí hasta que la comida llegara.

—¿Tienes planeado qué harás cuando termines la secundaria? —pregunté, me gustaba ir conociendo de ti poco a poco, aunque nos conociéramos de hace meses.

—Mmm... Entrar a la universidad, obviamente, —Apoyaste tu cabeza sobre mi hombro—, y seguir trabajando. Es lo que puedo hacer.

—¿Trabajarás aún?

—Tengo que hacerlo, o sino cómo pagaré la universidad y materiales que me pidan...

—¿Tus padres no deberían ayudarte?

Me miraste como si decir eso hubiera sido lo peor. Suspiraste intranquila, y volviste a mirarme.

—No puedo darles esa carga a ellos, tengo que depender de mí. Si puedo ayudar a pagar algo, lo haré.

Creo que lo que más me había enamorado de ti era tu convicción. Sabía que teníamos diferencias en como fuimos criados, e incluso en las oportunidades que tendríamos a lo largo de nuestras vidas. Pero eso no importó para saber que tú como persona vales lo mismo.

—Lo harás bien, y siempre estaré allí para apoyarte. —Ahora fui yo quien apoyó su cabeza sobre la tuya. Pero te alejaste para hablarme directo.

—Lo sé.

Nuestras miradas se conectaron por un segundo, como si estuviéramos pensando en lo mismo. No eran necesarias las palabras para describir una conexión contigo. Tan sincera, tan genuina.

Te besé en el momento que tuve oportunidad, necesitaba sentir esos labios que me hacían caer en tentación. Era una sensación extraña, pero no podía parar de pensar que necesitaba todo de ti.

Mis manos fueron a parar a tu rostro, tratando de que ese momento no fuera cortado por nada del mundo. Me hacías tan bien.

—Shoto... —susurraste entre los besos que te daba.

No dije nada, no quería decir nada, no necesitaba decir nada. Sabía que algún día llegaría a este momento, pero nunca pensé que sería así.

Tu espalda iba bajando lentamente y se apoyó sobre el cojín del sillón. Mi vista solo eras tú, y esos ojos que tanto me enamoraban. Me di cuenta que estaba llevando esto a otro nivel cuando me vi sobre ti.

—Perdón, pararé...

—No —susurraste mientras seguías en la misma posición.

Te miré por un largo tiempo, o es como lo sentí en ese momento. Esto era un paso más allá en nuestra relación.

—¿Estás segura?

—Ya lo dije antes, Shoto. —Apoyaste tus brazos sobre mis hombros, atrayéndome—. Está bien si eres tú.

Y como si esas fueran palabras mágicas, te besé con desespero, como si algún día te fueran a arrebatar de mis brazos, como si algún día ya no estuvieras ahí nunca más.