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Un mago de edad avanzada caminaba de forma fúnebre con un simple manojo de llaves que se podían escuchar en cada uno de los rincones del edificio.

Le acompañaban 2 grandes seres que parecian hechos de oscuridad, lo único de humano que se apreciaba en ellos eran unas grises casi esqueléticas manos y una franja en su rostro que no podía ser otra cosa que una boca.

Se les conocía como dementores, unas criaturas monstruosas que podían volver a la persona más feliz la más desgraciada a final de día. Seres que apabagan la luz de cualquier cosa ya fuera viva o inanimada. Su papel era vigilar a los magos tenebrosos apresados en las cárceles magicas y, de vez en cuando, se les otorgaba el placer de dar "el beso", una acción horrible en la que absorbían el alma de la persona en cuestión.

Hoy los dementores solo estaban encargados de escoltar al celador hasta la prisión número 537, donde tendrían que liberar a un preso y acompañarlo hasta el coche del ministerio que les esperaba fuera.

Normalmente los presos en Azkaban acababan por volverse locos, pero Lucius Malfoy era uno de los pocos que se mantenía en un estado sicológico constante, tal vez por ser el preso con la menor condena y por ser el único que iba a volver al exterior.

Para cuando el celador llegó al número 537, Lucius ya se encontraba alzado, esperándole bajo la única bombilla que iluminaba la estancia.

- Llega tarde, tenían que venir a recogerme a las 11 y ya son y diez pasadas. Mi vista empieza a las 12.

- Sé muy bien a que hora empieza su vista señor, pero los aurores que le escoltarán hasta el ministerio han llegado hace cosa de un minuto. Si tiene alguna queja, recrimineselo a ellos.

- Eso haré.

El hombre anciano abrió la puerta y dejó que Lucius se colocará entre ambos dementores.

- Bien, ahora le guiaré hasta la salida.

Y comenzó a caminar hacia las ecaleras en forma de caracol que llevaban hasta el vestíbulo.

Cinco minutos más tarde, Lucius Malfoy volvía a ver luz natural, a pisar tierra húmeda y a respirar aire de verdad.

Tres tipos robustos esperaban frente a un coche completamente negro con los cristales tintados.

- Señor Malfoy nosotros le escoltaremos hasta su vista de las 12. Suba al coche.

El menos musculoso fue hacia la puerta del conductor mientras que los dos gorilas se sentaban en la parte tarsera uno a cada lado de Lucius.

Le esperaba un trayecto bastante largo pero confiaba en que su mujer le estuviera esperando con algo que comer en el ministerio.

- ¿Tienen ustedes mi varita? - quiso saber.

- Su varita está en poder del ministerio, el juez decidirá si devolvérsela junto a su libertad.

- Así que me dejan libre pero pueden dejarme sin magia.

- Exacto, si ha cometido muchos crimenes o negocios ilegales con su varita esta automáticamente entrará al departamento de regulación magica. Es decir, será destruida y el ministerio le otorgará una nueva que ellos mismos podrán vigilar hasta que decidadan que se puede confiar en usted.

- Y mientras se lleve a cabo este proceso yo no tendré uso alguno de varita.

- Así es.

Lucius no habló durante el resto de trayecto. Se quedó ensimismado mirando por la ventana. Solo lo sacó de sus pensamientos la voz del chofer diciendo:

- Hemos llegado. Una vez dentro le acompañarán a asearse un poco y después le llevarán a la vista. Tiene diez minutos. Me informa de que su mujer e hijo están dentro.

Lucius respiró hondo. Sabía a lo que se enfrentaba. No todo el mundo estaba contento con su liberación, bajar del coche y enfrentarse a la muchedumbre enfadada sería lo peor.

O eso pensaba.

Cap 11 ya está aquí!!

En particular sobre Lucius Malfoy.
Espero que os guste la historia ❤

Voy a estar fuera unos días y como no tendré internet si tengo tiempo me pondré con el próximo capítulo "la vista" de Lucius Malfoy.

Te necesito, Malfoy [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora