Descontrol

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¿VIOLENCIA JUSTIFICABLE?

Las nuevas medidas contra los denominados «mortífagos» han abierto un gran debate. Tal y como se supo la semana pasada, los aurores ahora tienen permitido utilizar maleficios imperdonables contra todo presunto seguidor del-que-no-debe-ser-nombrado. Diversas opiniones se han dado luego de que el jefe de Seguridad Mágica Bartemius Crouch diese el visto bueno hacia estas acciones en búsqueda de una solución inmediata contra los asesinatos y torturas realizadas a diferentes magos y brujas... [...]

La copia del profeta que ahora se enviaba a cada rincón del mundo mágico había dado de qué hablar durante los últimos días.

Nadie en la oficina de aurores era ajeno a lo que estaba ocurriendo; ni a lo horroroso de los casos, ni al devastador sentimiento después de asesinar. De hecho, Aglaia había observado en repetidas oportunidades a varios aurores quebrarse al contar lo que ocurría. A solas, por supuesto, en espacios vacíos para luego salir y volver a mantenerse fríos, recordando su misión.

Andrew, Chris y Artemisa no eran ajenos a ellos. Las veces en las que habían salido a relajarse, tenían ese tema de conversación.

- Te educan para saber cómo matar. Aprendes las palabras exactas para hacerlo, pero cuando llega el momento, nada te prepara para observar como la luz se apaga en sus ojos. Entonces te pones a pensar ¿Quién disfrutaría hacer algo como esto? ¿Quién disfrutaría asesinar? Y es allí donde te das cuenta por qué estás allí. Esos ojos que te observan con frialdad son los de un asesino. Así que solo lo haces sin más, como si te resultará un peso menos. - escuchó decir a Andrew una vez, cuando esté se hallaba echado en sus piernas, buscando consuelo luego del asesinato de su compañera de grupo.

El grado de frialdad en sus palabras la asustaba, más intentaba entender lo que estaba ocurriendo. Desde que se había permitido utilizar maleficios, las reuniones con Andrew se habían vuelto más frecuentes. Solo él y ella en un espacio cerrado, escuchándose.

En la oficina de aurores el ambiente se estaba descontrolando. Litchog había enviado a varios aurores a combatir contra las fuerzas del señor tenebroso a cada misión confirmada por sus asistentes. Tenía mano firme, pero odiaba las injusticias y no sería parte de estas. Aquello había desatado una "guerra" entre su equipo y el de Theron Knottle por quienes atrapaban más sospechosos. Y a pesar de ser estos últimos los "ganadores", Litchog estaba seguro de que, por lo menos, la mayoría de ellos eran inocentes.

Cuando la puerta de la oficina se abrió, Litchog elevó su mirada sería y preocupada hacia esta. La figura de un muchacho lleno de polvo, cojeando, se aproximaba rápidamente hacia él, observándolo con angustia.

- Fuimos atacados, de nuevo. Esta vez en Cromwell Road. Logramos atrapar a los cinco mortífagos por los que nos enviaron, pero otros dos aparecieron. Solo tres están vivos, a los otros tres tuvimos que asesinarlos - mencionó con desesperación, temblando al narrar lo que había ocurrido- Stant está en San Mungo junto a Olsen, lo hirieron de gravedad, señor y Carter... se lo llevaron... y no pude hacer nada para detenerlo...

El muchacho se cubrió la cara rápidamente para ocultar sus lágrimas. La oficina quedó en completo silencio, siendo interrumpida momentáneamente con los sollozos.

- Foritt, encarga a Arcium, Hill y McCreary que inicien la búsqueda de Carter. No perderemos a uno más - ordenó con voz seria - En cuanto a ti muchacho - prosiguió colocando una mano en el hombro de este - ve a San Mungo e infórmame sobre el estado de Stant.

El muchacho asintió rápidamente, se dió la vuelta y emprendió su camino.

- Señor... - susurró Aglaia provocando que Litchog girara hacia ella sin quitar su semblante serio - Hill y McCreary están en San Mungo...

Dílseacht ForittDonde viven las historias. Descúbrelo ahora