Silencio

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El corazón de Lily Evans latía rápidamente a medida que avanzaba entre los pequeños grupos de alumnos que aún caminaban hacia sus clases. Con los ojos abiertos de par en par, giraba la cabeza levemente hacia atrás, intentando no llamar la atención. Sabía que Avery la estaría siguiendo, podía sentir su aroma esparcirse por el aire. Aquel aroma que ella siempre había interpretado como algo oscuro.

A medida que avanzaba, sus recuerdos iban conectándose uno a uno con lo que había escuchado ¿Acaso aquella conversación tenía algo que ver con el extraño comportamiento de la prefecta de Ravenclaw? ¿Por qué habían mencionado a Severus? Que Severus estuviese metido en algo así aún cuando se lo había prometido era impensable para ella; o por lo menos, eso quería pensar, pues sentía un extraño hueco en su pecho que la hacía cuestionarse. En especial, por qué el recuerdo de la vez en la que vio a Severus y a sus amigos salir del despacho del profesor Slughorn, se volvía cada vez más claro. Debía deshacerse de esas dudas, tenía que preguntarle directamente a Severus en cuanto pudiese y, como si el tiempo hubiese estado a su favor, aquella mañana tendría clase con él.

Su tardía entrada llamó la atención de su profesor. Algunos alumnos levantaron las miradas hacia ella, otros, se preocupaban por tener todos los ingredientes correctos para elaborar la poción que el profesor Slughorn había indicado. Luego de una disculpa, Lily desvió la mirada, topándose con la de Severus. Él la miró desde su asiento, apartando su negro cabello de su rostro y señalando el lugar vacío que había guardado para ella.

Era difícil intentar no preguntar en el proceso. Para Lily, cualquier movimiento que Severus hacía, era índice de sospecha y ella, no quería dejar pasar cualquier indicio. Severus podía sentir la mirada de Lily como navajas en su ser. Temblaba por dentro, pero luchaba por que no se diese a mostrar; aunque eso era casi imposible. A mitad de la elaboración de la poción, Severus se había equivocado y ahora observaba como del caldero salían diversas burbujas. La poción era fácil, pero hacerlo con la culpa lo volvía complicado; en especial si sentía la mirada de Lily sobre él.

Severus sintió un ligero alivio cuando el profesor anunció que la clase había terminado. Escribió una última frase en su libro de pociones y lo guardó en su maletín. Lo mejor era salir lo antes posible. Conocía a Lily lo suficiente como para sospechar de su extraño silencio durante toda la clase. Se dispuso a colocarse la maleta al hombro, más un peso sobre este hizo que se girara. Lily se hallaba frente a él, sujetándolo con cierta rudeza.

- Lily, debo ir a la biblioteca ahora... - quiso excusarse.

- No hasta que hable contigo - interrumpió ella, observando de reojo a su alrededor.

Ambos aparentaron demorarse en guardar sus cosas. Severus, rebuscaba en su mochila por tercera vez, con nerviosismo, esperando a que el último alumno saliera del aula. Y así fue. Ambos observaron con cierta apariencia, como James, Sirius, Remus y Peter salían no sin antes mirarlos con cierta curiosidad.

Lily se acercó a la puerta y verificó que ninguno de ellos se hallase detrás de esta. Luego, caminó con lentitud hacia Severus, pensando en cómo abordar el tema lo suficientemente bien para saber la verdad. Quería escucharlo de la propia boca de su mejor amigo.

- Tengo que hablarte de algo - dijo ella observándolo con aquellos ojos que lo debilitaban. Lily lo envolvía en un extraño magnetismo - Severus... Dime por favor que no estás metido en problemas... -susurró sin apartar su mirada- He visto a esa chica a la que culpan y dudo mucho que sea verdad. Todo este problema parece una pésima broma, y conozco perfectamente quienes pueden llegar tan lejos como para hacer algo como eso.

Un temblor casi imperceptible azotó el cuerpo de Severus; sin embargo, mantuvo la mirada de Lily conectada a la suya.

- Esa vez en la que Potter y su pandilla los encontró saliendo del salón de Slughorn... Dime algo, por qué mi mente puede imaginar miles de situaciones en este momento - la voz de Lily empezaba a titubear. Sentía una presión en su pecho que le indicaba que iba en la dirección correcta - ¿Esa vez, sacaron algo, verdad? No era... solo tu libro... ¿Cierto? - aquella última palabra salió como un susurro. Temía escuchar la respuesta de Severus.

Dílseacht ForittDonde viven las historias. Descúbrelo ahora