En picada (Parte 1)

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Un golpeteo repetitivo provocó que todos los miembros de la habitación se levantaran disgustados. El sol se mantenía fuerte en el cielo y, a juzgar por el reloj y el rostro cansado de los jóvenes, era demasiado temprano.

Esta vez la puerta no sonó más. Luego de un "crack", esta se abrió de inmediato, dejando a la vista un pequeño a hombre de cabellos blancos alborotados.

- Lamento la intromisión, ya no estoy para cordialidades. Foritt, levántate, debes acompañarme al despacho del profesor Dumbledore – habló rápidamente el profesor Flitwick.

Tiberius se sobó los ojos, sentándose en la cama casi de inmediato para luego colocarse una bata encima. Lo último que llegó a ver antes de salir de su habitación, fue el rostro de Markus observándolo. Sus gestos, luego de mucho tiempo, parecían preocupados.

Durante todo el trayecto hacia el despacho, Tiberius intentó preguntar qué era lo que estaba ocurriendo; más el gesto triste que hacía el profesor cada que lo oía era suficiente para mantenerlo completamente alerta.

Lo primero que pensó al encontrarse a metros del lugar, fue en si le llamarían la atención por haber estado a punto de pelearse con Markus horas antes. Se negaba por completo a pensar en una de las razones más obvias: algo había ocurrido con su familia.

Sus pensamientos fueron disipados al escuchar algunos pasos detrás de ambos. El profesor Slughorn, vestido con una pijama verde limón, jalaba casi por la fuerza a Morana, la cual bostezada con un semblante aburrido. Al observar a su hermano, su rostro joven adoptó una actitud seria. Los últimos dos se colocaron a su lado. Tiberius se giró hacia Morana sin decir palabra alguna, sumergido entre sus pensamientos. Si ambos de hallaban allí, en definitiva, tenía que ver con su familia.

La enorme gárgola de piedra empezó a moverse, revelando una escalera que conduciría al despacho. Morana alzó las cejas ligeramente asombrada. Era la primera vez que acudía a la sala del director, y grabaría la contraseña en su mente por si la necesitaba en algún momento.

El profesor Flitwick fue el primero en ingresar, seguido de Tiberius, Morana y el profesor Slughorn.

A comparación de todo lo que había podido imaginar Morana, el despacho del director era aún más amplio de lo que pensaba. Las diversas ventanas que poseía provocaban que la luz entrara por completo, iluminándolo. Sus ojos se fijaron en los cuadros colgados sobre las paredes, observándolos con un gesto de preocupación.

El profesor Dumbledore se paró apenas los escuchó. Con unas breves palabras los invitó a que se sentaran, más ninguno de ellos aceptó la oferta. A pesar de ser "diferentes", Morana y Tiberius lo observaron haciendo el mismo gesto de seriedad, aunque por motivos distintos. Mientras Tiberius se hallaba tenso ante la repentina visita, Morana se encontraba expectante, con ansias de querer saber lo que ocurría; no por preocupación, si no por entretenimiento.

El profesor Dumbledore los observó en silencio por breves segundos, como si meditara la forma correcta de hablar.

- ¿Por qué estamos aquí, profesor? – preguntó Tiberius en voz alta sin apartar su mirada del anciano.

El profesor Flitwick lo observó de forma desaprobatoria; sin embargo, Dumbledore permaneció tranquilo.

- Puedo entender cómo te estás sintiendo, Tiberius – comentó de forma pausada- Ambos. Y me temo que lo próximo que escucharán no será de su agrado. Hubiera preferido que sea su padre el que les de las noticias, más en la situación, su ausencia es entendible. Por favor, siéntense.

Esta vez nadie se opuso a la petición. El profesor Flitwick empujó suavemente a Tiberius, Slughorn hizo lo mismo con Morana.

Con cada palabra que mencionaba Dumbledore, el rostro de Tiberius se deformaba a uno de incredulidad ¿Cómo era posible que todo eso estuviera pasando? ¿Cómo era posible que toda su vida y aquellos que amaba se fuesen en picada como si de un dominó se tratase?

Dílseacht ForittDonde viven las historias. Descúbrelo ahora