Me tambaleo por el golpe, pongo mi cabeza entre mis manos y froto mis ojos bostezando. Abro mis ojos en órbita al ver a Alex delante de mi con su reluciente traje Gucci. Siento la sangre acumularse en mis mejillas por la vergüenza, bajo mi mirada a mis manos y me pego más a mi puerta.
-L-lo siento de verdad, yo...–balbuceo desviando la mirada a sus ojos.
-Supongo que sus pies ya no aguantaban caminar sobre la arena–gestiona acercándose a mi.
-En eso tiene razón, pe...
-Pero tampoco quería los reproches de su padre y los berrinches de su hermana–termina mi oración con afirmación.
Alarga su brazo y lo pone al lado de mi cara acorralándome. Su mirada me excita, es tan fría e indiferente. No se usted señor Metaxas, pero yo quiero derretir ese iceberg.
-Está usted en lo correcto señor Metaxas–trago grueso y desvío la mirada hacia el ascensor.
-Tanta formalidad–gruñe alejándose.
-Le ofrecí tutearme, pero lo rechazó–tartamudee sacando la tarjeta de mi habitación.
-No es correcto señorita Williams.–habla cruzando sus brazos y recargándose de la pared frente a mi.
-Como diga, Señor Metaxas. Que pase buenas noches y... gracias por ayudarme con mi padre.–susurro pasando la tarjeta para abrir mi habitación.
-¿No me invitara a pasar?–su pregunta me deja desconcertada y sorprendida ¿quiere entrar en mi espacio personal?
-No es correcto señor Metaxas–le regalo una sonrisa cínica antes de cerrar la puerta en su cara.
Suelto una pequeña carcajada caminando hacia el baño. Me despojo de la ropa entrando a la ducha, restriego mi cuerpo pensando en este pesado y raro día. Mis padres serían feliz sin mí o quizás toda mi familia, siento que soy un peso en sus hombros, una carga más o una intrusa en la familia. Muevo mi cabeza despejando aquellas realidades y mi mente es interrumpida por un hombre de cuerpo escupido por los dioses, boca exquisita y ojos azules pero tan fríos como el iceberg. Alex Metaxas, soy una estupida ¿como pude hablarle de esa manera? ¡Cerré la puerta prácticamente en su cara! Si se lo dice a mi padre seré chica descuartizada.
Salgo de la ducha corriendo, me pongo la ropa interior junto con la pijama, pongo a cargar mi celular y le mando un mensaje a Poppy.De:Soph
Para:Poppy¡Te necesito!
Al segundo llega la respuesta y sonrío involuntariamente.
De:Poppy
Para:Soph¡Para que soy buena!
De:Soph
Para:PoppyNecesito el número de Alex Metaxas.
Muerdo mis uñas nerviosa, ya se lo que me espera por esas palabras. Al instante llegan muchas preguntas de mi amiga y al final el número del príncipe iceberg. Dudo un segundo en marcar su número para llamarlo, pero se que si lo pienso mucho al final nunca terminare llamándolo. Así que presionó cerrando los ojos. Llevo el teléfono a mis oídos esperando lo peor.
-¿Si?–me tenso al escuchar su voz ronca.-¿quién es?
Despego el teléfono de mi oreja para colgar pero pienso en lo mal que le hablé.
-H-hola–susurro nerviosa. Él no habla, escucho su respiración y mi corazón latiendo a mil.
-Sophia–jadea confundido.
-¿C-como sabes que soy yo?–pregunto soltando una risita.
-Distinguiría tu voz donde quiera–susurra. Siento mis mejillas arder y mis manos temblar.
-Yo...
-Tranquila, no le dije nada de lo que me hiciste a tu padre ni a nadie–gruñe.
No se que decir, mi mente está en blanco, mis manos sudan y mi corazón está acelerado. Siento una opresión agradable en mi pecho y mi estómago de revuelve. ¿Que es esto que estoy sintiendo?
-G-gracias, lo siento tanto señor Metaxas. No debí hacerlo, además que tuvo que aguantar todo mi peso hasta mi habitación–hablo rápido.
Se queda en silencio y luego escucho una carcajada del otro lado de la línea ¿se está burlando de mí? Recuesto todo mi cuerpo sobre la cama disfrutando de su risa tan varonil y sexy, cierro los ojos por un instante deleitándome de su bella carcajada e imaginándomelo. ¿Por qué provocas esto en mi, Alex Metaxas?
Escucho una voz a lo lejos, pero no presto la más mínima atención, estoy muriendo de sueño. Hasta que recuerdo que estaba conversando con el vicepresidente de los Estados Unidos.-¿Sophia estás ahí?.
-Hehe si, si. Estoy aquí–comunico sentándome como indio-ya me tuteas.
-Primero, una pluma pesa más que tú y segundo, con la lección que me diste ¿como no te iba a tutear?–dice burlesco.
Suelto una carcajada y muerdo mi labio inferior
-Podría ser su maestra–bromeo.
-Me encantaría ser tu alumno.–su voz suena seductora. Mi respiración se agita-quiero que me tutees Sophia.
-Me encantaría, Alex–sonrío involuntariamente-pero dijiste que no era correcto ¿por qué? ¿Por ser el vicepresidente?
-Sophia no, solo olvídalo–habla.
Me quedo callada por unos segundos analizando este momento. Enciendo el aire acondicionado y suspiro.
-Bien...
-Pequeña tengo que colgar, es muy tarde y debes descansar–susurra.
Me dijo pequeña, y suena tan sexy.
-Claro, lo siento por hacer perder tu tiempo conmigo–me disculpo sonrojándome sabiendo que él no me puede ver.
-Nunca harás que pierda mi tiempo, es un placer hablar contigo.
-Bueno. Te dejaré, lo siento–me despido.
-Hasta luego Sophia–murmura y cuelga.
Miro el celular unos segundos con una sonrisa en mi cara y caigo en brazos de morfeo soñando con el príncipe iceberg, Alex Metaxas.
Mañana tendré que dar muchas explicaciones.
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La hija del presidente
RomanceTodos estos años tratando de pasar desapercibida bajo la sombra de mi hermana. Construyendo una pared entre la realidad y yo. Entonces llegó él, con su traje Gucci y reloj Rolex a derrumbar todos esos obstáculos que la vida me ponía y sobre todo...