Capitulo 12

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Pov Alex

Estoy cabreado, muy cabreado ¿por qué mierda se le ocurrió venir a esta maldita fiesta? ¿Y por qué mierda estoy detrás de ella como un perro? Sophia, solo escuchar o decir su nombre me hace sonreír y no se por que diablos. Escucho como grita encima de mi hombro y eso me cabrea más, mataré a quien le dio alcohol, seguro fue ese tal Sean. Desciendo por la gran escalera hasta estar cerca de todos esos adolescentes borrachos. Hago una mueca por esta estupida fiesta, veo a la amiga de Sophia acercarse como si su vida dependiera de ello.

-¿¡Que le hiciste?!–grita como desquiciada. Tiene un chico a su lado que me mira sorprendido.

No le presto atención y camino hasta la salida. Necesito sacarla de aquí, este no es un lugar para ella. ¡Demonios! Debí encerrarla en su habitación para que no saliera, pero no soy nadie para hacerlo, no soy su amigo y menos su novio. La desquiciada de su amiga junto con el chico me gritan mientras caminan detrás de mi. Siento una fuerte mordida en mi espalda pero ni me inmuto en soltarla, le doy una gran nalgada pero también me sorprende cuando ella me la devuelve.

-¡Eres un inmaduro! ¡Bájeme ahora mismo señor Metaxas!–grita eufórica.

Llego hasta mi auto, abro la puerta del copiloto y la siento provocando que se revuelva en mis brazos, cierro la puerta y pongo seguro de niño. Tal vez parezca un loco o un obsesionado, pero no lo estoy; no quiero que ninguno de esos adolescentes se sobrepase con ella porque sino, no se cómo reaccionaría. Antes de tomar asiento para largarme la loca de su amiga se sube a mi espalda para tomarme por el pelo y jalarlo.

-¡Pero que mierda! ¿Qué demonios estas haciendo niña?–la bajo de mi espalda pero ella intenta tirarse arriba de mi de nuevo.

-Suelte a mi amiga y lo dejo en paz. ¿Por qué está aquí? Usted es el vicepresidente, no debería estar en sitios como este.–chilla moviendo sus manos.

-Señor, es mejor que suelte a nuestra amiga. Ella se irá con nosotros–el chico a su lado balbucea.

-Llevaré a la señorita Williams a su casa. Con ustedes no está a salvo, saben que ella es la hija del presidente y la pusieron en peligro.–farfullo uniendo mis manos- cualquiera la hubiera secuestrado. Además de que hablaron mentiras y están sin seguridad. Así que, me dejaran en paz si no quieren que llame a sus padres.

Ellos abren sus ojos sorprendidos, le echo un ojo al auto y vuelvo mi mirada a los jóvenes que lucen realmente enfadados.

-¡No nos amenace! ¿Cómo se atreve? Si no...

La ventana del auto se abre y Sophia asoma su cabeza con una mueca de disgusto.

-Poppy puedes irte, el señor Metaxas me llevará a casa.–susurra calmada.

Pov Sophia

Veo como mi mejor amiga abre los ojos sorprendida al escucharme decir eso, creo que el alcohol está haciendo efecto. Vuelvo a mi asiento y me relajo pasándome la mano por la cabeza. Alex abre la puerta del conductor y toma siento.

-Ponte el cinturón–gruñe. Ladeo mi cabeza mirándolo y él se acerca a mi, cierro mi ojos respirando su delicioso olor, siento una mano rozando mis caderas. Abro mis ojos y veo que solo me estaba poniendo el cinturón de seguridad.–no te podrás escapar de mi.

Pone en marcha su auto mientras yo rebusco mi cartera buscando mi celular, está apagado, lo enciendo y espero a que cargue. Busco el número de Poppy y le mando un mensaje diciéndole que estoy bien e iré a casa. Miro la hora ¡joder! Son casi las tres de la mañana y en unas horas tengo que estar lista para ir a clases de esgrima y ensayar mi coreografía para la competencia de el viernes. Mis padres les gusta competir, por lo tanto me han mandado desde muy temprana edad a clases de todo tipo de deporte para que compita contra los hijos de sus socios. Es realmente ridículo, los únicos que me gustan son el ballet clásico y la hípica.

-¿Por que está aquí señor Metaxas?–pregunto mirándolo de reojo.

-Su padre me mandó a buscarla–gruñe apretando su mandíbula.

-¡Está mintiendo! Mi padre hubiera mandado a alguno de sus hombres, no al vicepresidente–cruzo mis brazos y pongo los ojos blanco.

-Si, estoy mintiendo. Solo... no podía dejarla estar a esta hora fuera de su casa–suena tan relajado que me cabrea.

-¡Agg! No soy una niña–gruño fastidiada– tengo el derecho a salir cuando se me de la gana. Ni siquiera entiendo la razón del porque está aquí, usted dejó muy en claro que no quiere saber nada de mi.

Alex estaciona su auto en la orilla de la calle y se voltea a mirarme con el ceño fruncido.

-Nunca dije que no quiero saber nada de ti Sophia, simplemente te dejé claro que debíamos portarnos con formalidad, soy un hombre y tú una niña, la hija de mi socio–susurra haciendo sus manos puños.

Siento una gran decepción ¿como puede decirme niña? Soy una mujer, ya tengo veinte años, pero al parecer nadie lo nota. Intento abrir la puerta pero recuerdo que el muy estupido le puso seguro de niño.

-Abra la puerta señor metaxas–ordeno mirándolo con desafío.

-No

-¿Que dijo?

-Que n...

Antes de que termine la oración me acerco a él presionando sus labios contra los míos, mi dignidad está por los suelos, pero me importa un comino. Alex adentra su lengua a mi boca sacándome un gemido, presiona mis caderas junto a él, muerde mi labio inferior y succiona. Me he desconcentrado un poco pero vuelvo a mi realidad, entreabro mis ojos y busco el botón para quitar el seguro de niño, lo presiono y me separo de Alex buscando aire y saliendo del coche como un rayo.

Camino por la acera y doy gracias a Dios que no me puse tacones, me abrazo a mí misma por el frío de la noche pero unos fuertes brazos me sostienen por la cintura. Giro sobre mis talones poniendo mis manos en el pecho de Alex y lo miro a los ojos. Es el hombre más hermoso que he visto en mi vida. Mi corazón se acelera y mis piernas flaquean por la intensidad de su mirada.

-Buen intento, castaña. Pero no te escaparas de mi–trato de alejarlo pero es imposible.

-Déjame en paz, por favor. Tomaré un taxi y desde ahora en adelante lo trataré con "formalidad" señor Metaxas.

Sus manos bajan desde mi cara hasta mis caderas apretándome contra él, deja círculo causando que se me erice la piel. Dejando pequeños besos en mi cuello hasta mi quijada.

-Se mi amante Sophia–susurra. Mierda.

 Mierda

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La hija del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora