Alcanzo el despertador y lo estrello contra la pared, gruño al sentir el sol impactando con mi cara, entierro mi cabeza contra la almohada y sigo mi maravilloso sueño con Henry Cavill.
-Señorita...–susurran detrás de la puerta-señorita Williams.
-¿Hmm?–intento abrir mis ojos pero mi cabeza duele.
-El señor presidente la está esperando en su oficina–murmura.
Asiento con la cabeza sabiendo que ella no me está viendo. Pongo un pie en el frío piso y doy un respingo acomodándome de nuevo entre las sabanas calientes.
-Dile al "señor presidente" que su hija está agonizando–camino hasta el baño en modo zombie y mojo mi cara.
Necesito pastillas, el dolor de cabeza es insoportable. Busco el botiquín y me tomo dos pastillas para la jaqueca. Me despojo de la ropa y entro a la ducha. ¡Mierda! si que estoy en grandes problemas, tal vez mi padre me mande a un instituto militar o a un convento de monjas. Salgo de la ducha y envuelvo mi cuerpo en la fría toalla. Hidrato mi cuerpo y decido ponerme un suéter beige, unos jeans negros y mis converse. Dejo mi cabello al natural y bajo hasta la oficina de mi padre.
Él está sentado frente a su gran bar tomando alguna bebida exótica, bueno tal vez no me necesita. Camino en puntillas hasta la cocina pero su una voz me detiene.
-Señorita está en graves problemas–me tenso al escuchar la amenazante voz de mi padre.
Giro sobre mis talones y entro a la oficina con una sonrisa de inocencia, cierro la puerta detrás de mi y tomo asiento en los sillones del escritorio.
-Ya no soy una niña señor Williams–hablo caminando hacia él-ya tengo 20 años.
Mi padre frunce el ceño y se pone de pie, debo admitir que su tamaño y poder puede intimar a cualquiera pero ya no funciona conmigo. Aprieta sus manos y se acerca a mi.
-¡Pero vives en mi casa y soy tu padre!–grita golpeando la mesa de vinos.
-¡Si quieres que ya no viva en esta casa solo tienes que decírmelo y dejaste de ser mi padre cuando me mandaste a aquel instituto militar!–gruño con los ojos cristalizados.
"No llorare, él no lo merece"
-No te atrevas a hablarme así niña, desapareciste ayer y mi socio tuvo que traerte–me sostiene por los hombros zarandeándome.
Mis lágrimas salen sin previo aviso y lo empujó con toda mi fuerza. Lo señalo con un dedo retrocediendo.
-T-te odio, ¡no vuelvas a ponerme una mano encima!–salgo de la oficina dejando un portazo. Escucho la voz de mi padre llamándome.
Corro hasta mi habitación y marco el número de Poppy. Uno... dos... tres tonos. Por favor atiende. Marco de nuevo.
-Cementerio los prados ¿en que puedo servirles?–me río por su comentario.
-H-hola, ¿cuando dejaras de hacer eso?
-Cuando caigas en mi trampa–jadea.
-¿Estás bien? Te noto extraña.–murmuro.
-Sii... ha eh... yo–gime
-¡Oh Dios Poppy que asco!–hago una mueca-hablamos luego.
No la dejo hablar y cuelgo. ¿Que haré ahora? ¿Y si le hablo a Alex? no, seguro está ocupado. Pero no quiero estar un segundo más en esta casa. Los recuerdo llegan a mi mente en un santiamén.
Yo con diez años
Papá hablando con ese señor
Esos hombres obligándome a entrar.
Mi hermana burlándose.
Mis amigos llorando.
Mamá ignorándome.
Mi familia alejándose de mi.
Esas personas golpeándome.Las lágrimas salen solas, intento detenerlas pero es imposible. ¿Como pude soportar todo eso? el sonido del celular me saca de mis pensamientos, secó mis lágrimas y respondo.
-Poppy no tenías que interrumpir tu sesión de s...
-¿Tu perro tiene teléfono?–es la voz de Alex
-¿M-mi perro?–tartamudeo perpleja. Nunca pensé que él me llamaría después de lo de anoche.
-Todos los perros se llaman Poppy, nunca entendí la razón–suspira.
Me carcajeo y camino hacia el balcón.
-Si mi mejor amiga te escucha te ejecuta–digo mirando a mi alrededor, hay más guardia que antes.
-No puedo creer que tu amiga se llame así.
-No la subestime señor Metaxas–bromeo con media sonrisa.
-Seguimos con lo mismo de no tutear–sus palabras son cortantes.
Mis mejillas se encienden.
-¡Oh! Lo siento Alex, pero pensé que ibas a cambiar de opinión.–me muero del labio.
-Cuando decido algo nunca cambio de opinión–habla de forma sensual.
"Parecemos una antorcha" no me ayudas en nada subconsciencia.
-Hombre decidido eh.
-Siempre. Sophia ¿qué tal todo con tu padre?–su pregunta me desconcierta ¿mi padre le dijo algo?
-Está todo normal–respondo con indiferencia.
-No te hizo nada ¿cierto?–susurra.
Mi corazón late rápido y mi corazón se agita, no se mentir y cuando lo hago me delató enseguida. Se hace un silencio incómodo, carraspeo y respiro para calmarme.
-N-no... ¿que podría hacerme él?... digo, soy su hija–me carcajeo por los nervios. Cálmate Sophia que él no está en frente de ti.
-Quiero verte, ¿puedes bajar hasta el jardín?
Me tenso. Estoy confundida y nerviosa.
-¿Que?–jadeo al verlo en el jardín de mi casa con el celular pegado a su oído.
-Estás hermosa–murmura mirándome desde abajo.-tus padres no están en casa, supongo que estás aburrida ¿quieres ir a desayunar?
-Tengo que ir a la universidad–pongo una excusa.
-Hoy entras a las dos de la tarde.–sonríe de lado.
-Está bien, bajo en un segundo.
Le cuelgo y corro al espejo, arreglo mi ropa, ok, todo está bien. Respiro profundo y sonrío involuntariamente, salgo de mi habitación apurada, bajo las escaleras y paso corriendo por la cocina. Llego hasta el jardín y lo veo de espaldas hablando por teléfono. Se ve tan atractivo. Recuesto mi espalda en el umbral de la puerta y lo observo de lejos. Mi corazón late rápido y siento mi estómago removerse ¿las típicas mariposas? Despejo aquellos pensamientos, no puedo sentirme atraída por él. Al parecer siente mi mirada y gira su cuerpo hacia mi, sonrío abiertamente y me acerco a él con pasos decididos.
-B-buenos días–muerdo mi labio inferior.
-Buenos días Sophia–se acerca a mi y deja un cálido beso en mi mejilla- ¿cómo estás?
-Bien y ¿tú?
-Normal–su voz es profunda e intensa-hoy saldremos a desayunar.
Me quedo perpleja y con los ojos en órbita ¿acaso el iceberg me está invitando a salir? ¿Una cita?
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La hija del presidente
RomanceTodos estos años tratando de pasar desapercibida bajo la sombra de mi hermana. Construyendo una pared entre la realidad y yo. Entonces llegó él, con su traje Gucci y reloj Rolex a derrumbar todos esos obstáculos que la vida me ponía y sobre todo...