Capitulo 31

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Alex está en la cabecera del comedor y yo estoy a su derecha. Me siento cómoda con su presencia, me gusta sentir la sensación de paz cuando estoy a su alrededor. Es como si mi cuerpo reaccionara cuando estoy cerca de él, pero mi mente no lo recuerda y eso me frustra de una manera agobiante.

-Tienes que cenar, necesitas reponer fuerzas–su voz me saca de mis pensamientos.

-Yo... necesito saber qué pasó con Sebastián–balbuceo.

-¿Te preocupas por él?–arqueo una ceja.

-No, solo quiero que tenga su merecido–digo tomando un poco de agua.

-Pues lo tuvo. Ya no lo volverás a ver–sonríe ladino.

-¿Acaso lo mataste?–abro mi ojos espantada.

-La muerte no es nada para lo que se merece ese desgraciado.–gruñe mirándome-Pero ahora solo quiero que te concentres en recordar algo ¿si?

Asiento cerrando los ojos un momento. Necesito saber que pasó para que me sucedería esto, la mano de Alex se une a la mía dándome apoyo. Le regalo una sonrisa sincera ocasionando que él también eleve sus labios, su cara se acerca a la mía y puedo ver perfectamente sus ojos. Son azules muy claros, su nariz es fina y su boca muy roja en forma de corazón. Llevo mi mano a su mejilla acariciandola, cierra sus ojos y suspira dejando un casto beso en mis labios, llevo mis dedos a estos sintiendo un cosquilleo por todo mi cuerpo.

Se pone de pie acomodando su ropa, mis ojos no se aparten del dios delante de mi. Muerdo mi labio inferior sin ser consiente que él también me asecha. Se acerca a mi poniéndose de rodillas a mi lado, besa mi frente y luego mis labios, lo tomo del cuello y profundo más el beso. Me aparto cuando siento una punzada en la sien y lo último que veo es a Alex tomarme en sus brazos antes de que mis ojos se cierren.

Mis pies se mueven al compás de la música, la brisa fresca de la noche hace que me estremezca, muevo mi cabello a un lado y doy un brinco cuando unas manos se sitúan en mi cintura, cierro mis ojos moviendo mis cadera, deja un beso en mi cuello y gira mi cuerpo. Abro los ojos sonriendo cuando lo veo.

-Alex.

Me incorporo de golpe, mi respiración es agitada y tengo sudor en la frente, unos brazos me sostienen cuando intento incorporarme.

-Estoy aquí.–busco sus ojos y mi corazón se dispara.

-Alex.... yo.–escondo mi cara en su pecho soltando un sollozo.

-Shh. Hada, ¿estás bien?–toma mis mejillas entre sus manos acariciandolas.

Asiento con una media sonrisa. Tomo una bocanada de aire tomando asiento en la cama, abrazo su cuerpo recordando aquel sueño. No sé si fue real, tengo miedo. Levanto mi cabeza buscando sus ojos, la habitación está iluminada por la luna. No aguanto más y lo beso, tomo su cabello entre mis manos y lo pego más a mi cuerpo.

-Alex...–gimo.

-Tenemos que parar–murmura cerca de mis labios.

Asiento con un nudo en la garganta. Recuesto mi cuerpo en la cabecera de la cama y cierro mis ojos. Trato de buscar a Alex en mi mente pero es imposible, es como si nunca hubiera existido en mi vida. Parece irreal, me siento atrapada en un laberinto sin salida, no sé a quién creerle. Una cálida mano se posa en mi hombro, abro mis ojos empañados haciendo contacto con los suyos.

-¿Era feliz contigo?–pregunto con un nudo en la garganta.

Sonríe con tristeza alejándose de mi, toma asiento en un pequeño sillón frente a mi y me mira con determinación.

-No lo sé Sophia. Te fuiste, prácticamente me abandonaste. Ya no sé qué creer.–siento una pulsada en mi pecho.

-¿Piensas que huí con Sebastian?–balbuceo.

-Cuando desapareciste me llamaste–suspira-Dijiste que no te buscara, que solo sentías lastima por mi.

-Yo...

-Pero quería ver con mis propios ojos si era verdad. Quería escucharte decir aquello porque no me lo creo ni una mierda–gruñe dirigiéndose a la puerta.

-Alex-murmuro haciendo que me mire de reojo-Por favor, no te rindas conmigo.

Sonríe negando con la cabeza.

-Ahora que te encontré ya no podrás escaparte de mi.

-No lo haré–observo como se retira de la habitación.

La hija del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora