Siento mi corazón acelerarse con furia, mis manos tiemblan y mis piernas están débiles. El efecto Alex Metaxas se adentra por todo mi cuerpo. Abro la boca para responder y luego la cierro. Tengo que dejar mi cobardía.
-Señor Metaxas–digo cortante. Se lo merece por no haberme llamado estos últimos días. Se escucha un suspiro en la otra línea.
-Por favor, dejémonos de formalidades Sophia–gruñe–necesito verte.
Abro mis ojos sorprendida ¿Alex Metaxas quiere verme? No sé qué contestar y asiento como si él pudiera verme. También quiero verlo, pero mi dignidad es primero.
-Estoy ocupada señor Metaxas, no puedo estar con usted cuando quiera–sonrío orgullosa de mi.
-Que lastima Sophia, porque mi chofer te está esperando afuera. Te espero en mi oficina en unos minutos pequeña.–habla antes de colgar.
¡Quien se cree que es! No iré con nadie a ningún lado, además saldré con mis amigos y él no me lo impedirá.
-Señorita Williams, el señor Metaxas la mandó a buscar.–doy un pequeño salto volteándome por aquella voz. Es un hombre de unos cuarenta años con traje de chofer y rostro amable.
-Y-yo no puedo irme, estoy ocupada–miento.
-Su clase terminó hace unos minutos, el señor Metaxas la requiere con urgencias–habla con seriedad.
Pienso unos segundos y sé perfectamente que si no voy con él, Alex personalmente vendría a buscarme y no quiero eso o tal vez si. Asiento siguiéndolo hasta un Audi Q8 negro, me abre la puerta trasera y subo con cuidado, el chofer abre la puerta del piloto y comienza a conducir.
-¿Como se llama?–pregunto mientras le un texto a Poppy contándole.
-Me llamo Joseph, señorita–contesta mirando al frente.
-Es un gusto Joseph–sonrío mirándolo por el espejo.–¿cuánto tiempo tiene trabajando con Alex?
-Trabajo para el señor Metaxas desde que él era un niño–replica con una sonrisa.
-¡Wao! Eso es sorprendente ¿cuantos años tienes? Pareces de cuarenta.–murmuro. Joseph suelta una carcajada limpia y niega burlón.
-Tengo cincuenta, pero muchas gracias por rejuvenecerme, señorita.– el auto se detiene en un edificio bastante grande, puedo decir que más grande y lujoso que el de mi padre. Joseph me abre la puerta y le agradezco con una sonrisa.– pase directamente al ascensor, la oficina presidencial es la última.
-Muchas gracias Joseph–camino al gran edificio hasta llegar al ascensor, presiono el último botón y asciende provocando un mareo en mi. Al llegar me encuentro un recibidor con una mujer mayor– buenas tardes. Vengo a ver al señor Metaxas.
–¿Cual es su nombre señorita?–pregunta amablemente.
-Sophia...
-El señor Metaxas la está esperando. Pase directamente a su oficina–me interrumpe con amabilidad.
Agradezco y camino con nerviosismo hasta la única puerta qué hay en la planta, seco mis manos en mi vestido y respiro profundo antes de tocar la puerta a pesar de que dijeron que entre directamente. Nadie responde y frunzo el ceño, la abro y asomo mi cabeza un poco, observo a Alex de espalda a mi hablando por teléfono. Decido pasar y cierro la puerta sin hacer ruido, me acerco un poco a él dejando un pequeño espacio entre nosotros. Él se gira y sonríe de medio lado al verme, dice algo al teléfono y cuelga aproximándose a mi.
Retroceso por inercia pero Alex es más rápido y pone una mano en mi cintura acercándome a él, su boca hace contacto con la mía de inmediato, el beso es intenso y necesitado, enredo mis manos en su cuello acercándolo más mi, abro mi boca dándole más acceso y él se aprovecha de eso entrando su lengua, me levanta haciendo que enrede mis piernas alrededor de sus caderas, camina hasta el escritorio y me sienta. Baja sus besos a mi cuello y me arqueo.
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La hija del presidente
RomanceTodos estos años tratando de pasar desapercibida bajo la sombra de mi hermana. Construyendo una pared entre la realidad y yo. Entonces llegó él, con su traje Gucci y reloj Rolex a derrumbar todos esos obstáculos que la vida me ponía y sobre todo...