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Si pensaste que el universo era una perra, espera a ver al famoso destino. NOTA MENTAL: No te metas con esas mujeres.

Las clases de música fueron las mejores. Tocar el piano, estudiar las notas, nuevas piezas, nuevos sentimientos.

Recorrí por las diferentes tiendas de instrumentos dentro del campus para ver si encontraba algo nuevo. Me enamore de un cello electrico de color blanco, lo puse en mi libreta de proyectos y metas y camine hasta mi recamara. 

A unos cuantos pasos estaba esa figura de baja estatura y cabello castaño que había conocido en la clase de literatura.

—Stella Van der Wildt —llame su atención. Ella me miro con extrañeza— ¿Qué?

—De verdad, algo me dice que te he visto antes, solo que no sé dónde ni por qué... —se quedó allí mirándome por unos segundos mientras yo rezaba a los cielos, a los mares, a los dioses, y todos los mojes chinos a que no me reconociera—. No consigo saber dónde, de verdad que no puedo. En fin, ¿hacia dónde te diriges ahora? —pregunto con porte exigente y altura.

—Voy a mi recamara. A menos que tengas otros planes y... —golpeo mi brazo con toda su fuerza y apenas lo pude sentir, me eché a reír— ¿Qué quieres? —pregunté para quedarme callado por un momento esperando su respuesta hasta que noté que miraba sonrojada la pantalla de su teléfono. Entonces recordé lo que paso en la fiesta que había organizado—. Lo lamento, no lo recordaba. Me disculpo, señorita.

«¡La has cagado!».

— ¿Qué dijiste? —pregunto con el ceño algo fruncido.

MIERDA.

No me había dado cuenta de lo que había dicho hasta que vi su rostro.

—Dije que lo lamento —recalqué esperando que no lo notara.

—Esa frase que dijiste me trae tantos trágicos momentos.

«Maldición Zanith, ¿qué diablos hiciste?».

Lo siento, no me...

«Claro que no lo hiciste, idiota».

Mi cabeza en este momento estaba teniendo una pelea monumental mientras trataba de conservar la calma y no dar sospechas en el exterior. En ese momento no sabía si salir corriendo o quedarme allí parado con cara de culo a esperar que no dijera más, así conservaría mi cordura. Salir corriendo no sería una buena opción, sería muy evidente. Permanecí quieto hasta que por fin la expresión de su cara se suavizo. Mis músculos se relajaron, mi mandíbula perdió el propósito de romperse en pedazos por la presión y mi cabeza entro en una clase de reseteo masivo por lo que acababa de pasar. Era como si encendieran una PC por primera vez y en el inicio no dijera Windows, si no, Zanith Demon.

— ¿Por qué no vamos a casa de Ash? —propuse finalmente para sacar la idea de su cabeza.

Ella revisa alguna clase de agenda en su teléfono y luego me miro asintiendo con su cabeza.

Saque mi celular de mi bolsillo para enviarle un mensaje a Ash al que él contesto: "No estaré en casa enseguida. Pueden esperar allá, ya le he avisado al servicio que van de camino".

Tomé a Stella del brazo dirigiéndola hasta la moto y ella se soltó de manera brusca.

—Estás loco si piensas que me subiré en eso otra vez. No, esta vez llegaremos a mi modo —rabió para llamar a su chofer quien llego unos segundos después. Nos subimos en el lujoso y brillante auto negro para salir para allá. Dentro había toda clase de cosas, era inmenso. Botellas de champagne, vinos y dos relucientes copas de cristal en el portavasos.

Te Pertenezco (Parte 1) | Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora