El miércoles por la mañana mi teléfono reemplazó a la alarma y sonó mucho más temprano de lo normal, suspiro frustrantemente ya que no tengo muy buen humor cuando me levanto temprano.
En un movimiento de muñeca miro mi reloj
—Seis am, mierda. ¿Quién se le ocurre llamarme a esta hora?
Miro la pantalla de mi celular, suena desesperado, espere tres llamadas y atendí.
— ¿Qué carajo quieres Nicholas? Es temprano.
—Buenos días para ti también.
—No estoy para sarcasmos.
— ¿Que harás hoy?
—No lose apenas empiezo el día.
— ¿Quieres ir a almorzar?
—No puedo, estoy ocupada.
—No sé tal vez ir a caminar por el parque cuando te desocupes.
Suspiro.
— ¿A qué hora?
— ¿Eso es un sí?
—No eso es un veremos. ¿A qué hora? Antes de que me arrepienta.
—A las dos.
—Hecho.
—Hecho.
—Bien.
—Bien.
— ¡Adiós!
Cuelgo molesta volviéndome a tirar en la cama pero cuando cierro los ojos el timbre de la puerta vuelve a sonar.
— ¡Carajo! Es como si supieran cuando estoy y cuando no.
Me levanto refunfuñando, busco mi bata me la pongo marcho directamente a la puerta.
— ¿¡Qué!?
Pregunto histérica.
Miro a ambos lados y no había nada más que un ramo de rosas junto con una tarjeta. Tomo el ramo de flores mientras cierro la puerta con mi pie, sonrío algo boba al leer de arriba la tarjeta. Nicholas tiene que pulir más su ‘romanticismo’ si cree que con un ramo de rosas y una caminata por el parque ganara mi corazón está muy equivocado.
Me quedo revisando documentos que mi jefa me mandó para corregir las faltas de ortografía, redacción y demás, el microondas me avisó que mi comida precalentada ya está tomo el plato luego busco algo de beber en la heladera.
Cuando termino de comer voy a cambiarme un conjunto cómodo para caminar y una coleta es perfecto suficiente no llama tanto la atención. Mi rostro al natural se ve mucho mejor que con tanto maquillaje agarro mis anteojos de sol junto con mi cartera solo cuesta esperar.
Al pasar los treinta minutos el timbre sonó y mi corazón comenzó a latir fuerte.
Al abrir puedo notar que sus ojos brillan al reflejarse en los míos le regalo una pequeña sonrisa al notar que ninguno se movía. Creo que estoy empezando a sentir las pequeñas mariposas que no siento en mucho tiempo
—Amm…estas linda
Sonrió algo tímido
—Gracias.
Salimos de allí camino hacia el taxi.
—Creí que íbamos a ir al parque
—Así es ¿Puedes bajar la bandera por un momento? Deja el orgullo de lado y déjame complacerte.
Lo miro con indiferencia cruzando mis piernas.
—Aunque no lo veas estoy tratando de darte una nueva oportunidad, solo que voy con calma.
Asintió.
El taxi paro en la dirección que él mismo le dio antes de bajar el me abrió la puerta y enseguida comenzamos a caminar por el parque. Cada verde se distingue entre la copa de los arboles hace mucho que no venia aquí por las ocupaciones pero me encanta. Caminar es algo que realmente disfruto.
— ¿Recibiste las flores que te mande hoy? No me dijiste nada.
—ah sí—respondo sin importancia—gracias.
— ¿No te gustaron?
Asiento.
—Son muy bonitas gracias enserio.
Una vaga sonrisa salió de sus labios.
Caminamos riendo la mayor parte del tiempo fue como siempre lo imaginé en mi mente. Me platico sobre las anécdotas de cuando era niño, es un rato muy agradable junto a él. De un momento al otro trata de entrelazar mi mano con la suya lo dejo unos minutos porque quiero sentir por una vez esa maravillosa sensación. Mi orgullo es una nueva etapa que debo aprender a manejar pero no me dejo derrotar tan fácilmente.