Hedwig.

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18.


"Tengo tu foto; no para acordarme de ti cuando la miro, sino para mirarla cuando me acuerdo de ti"

Harry y Hermione habían llegado un par de días atrás a Grimmauld Place número 12. Todo era un completo desastre, no se podía mover algún objeto o pestañear porque provocaban los nervios de Regulus. Kreacher los seguía cada segundo del día. El mago estaba demostrando su intenso pavor al que no debe ser nombrado reaccionando irracionalmente.

No se les dejaba salir de la propiedad argumentando el peligro al que se enfrentarían. Hermione podía con aquello, pues estaba consciente de que era verdad, sin embargo, aun guardaba sus reservas en cuanto a Regulus Black, al fin y al cabo, era un Mortifago.

Casi siempre se sentía la tensión, principalmente durante el desayuno o la cena, con tantas ideas que iban y venían. Por lo general esos días estaban plagados de vaga información y nombres de gente que Harry apenas conocía. Los relatos de Regulus eran normalmente exasperantes, nunca concretaba el cometido y se la pasaba deambulando por la casa ocasionando un total descontrol de su elfo doméstico y sus destellos de magia accidental en cada rincón.

Harry y Hermione caminaban tranquilamente por los pasillos de la mansión Black, ignorando por completo las miradas lascivas que les lanzaba Kreacher a cada paso que daban, principalmente a Harry, que era su objetivo desde que supo su origen mestizo.

Harry no entendía como un elfo podría ser tan malhumorado y testarudo. Dobby también era un elfo doméstico, pero no se pasaba la vida tratándolo como una escoria, el hecho era que Dobby había estado desde hace mucho tiempo con la familia Potter, obviamente nada que ver con los Black. Esta clara resolución hizo que el chico se estremeciera, en que forma tan cruel habían inculcado la inferioridad de los hijos de Muggles y mestizos en el pobre de Kreacher, ahora sentía compasión por el pequeño.

Se dirigieron a la biblioteca, ya había muchas cosas en la cabeza castaña, Harry tampoco tenía poco en mente. Era obvio que los Mortifagos planeaban algo en contra del azabache y Hermione debía descubrirlo para asegurarse que nadie resultara lastimado.

Como de costumbre el elfo los dejó en la biblioteca, regularmente los llevaba al lugar que deseasen y luego se retiraba.

― ¿Estas segura de esto? ―pregunto el chico minutos después, mientras Hermione tomaba algunos libros de magia oscura que estaban ocultos en lo recóndito de la habitación.

―Soy una persona muy inteligente. ¿No crees que, si estuviera equivocada, lo sabría? ―reclamó la castaña con cierto enojo en la voz.

Harry no refutaría aquello, así que se limitó a seguir vigilando la puerta para no dejar pasar a Kreacher.

Tras lograr su cometido Hermione se sentó en un enorme sillón adquiriendo más conocimiento de los libros que si eran permitidos por el dueño del lugar, seguramente Regulus temía tanto volver a cometer los mismos errores que prefería guardar su pasado.

Por otra parte Harry estaba muy entusiasmado escribiendo una carta a sus padres, ellos sabrían que hacer con el asunto de los Mortifagos y quizá su madre comprendería que había roto demasiadas reglas por salvaguardar su vida. Al terminar la última línea, Harry se sintió satisfecho con cada palabra. Guardo la hoja en un sobre y utilizo el sello de la noble casa Black para darle la importancia que debía.

Un revoloteo sonó fuera, acompañado de un golpeteo intermitente en una de las pocas ventanas de la biblioteca. Una enorme sonrisa se dejó ver en el rostro de Harry.

La magia, el mago y el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora