El maestro de la muerte.

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36.

"En realidad las cosas verdaderamente difíciles son todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento".


Ginny Weasley y su hermano Ron Weasley se dirigían una vez más a la sala de los menesteres. En el lugar ya esperaban Neville Longbottom, Draco Malfoy, Luna Lovegood, Seamus Finnigan, Dean Thomas, Parvati Patil, Colin Creevey, además de una docena de Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin. Harry Potter los había citado para iniciar su plan y salvar a Hermione.

Los hermanos Weasley como buenos Gryffindor no se opusieron a seguir las ordenes de Harry James Potter y medio cuerpo estudiantil parecía estar de acuerdo con sus ideales, para ese momento la mayoría de sus amigos estaba dentro del equipo que había creado el azabache con tanta premura. El ejército de Hogwarts comenzó utilizando a los estudiantes como aprendices y como profesores al mismo tiempo, se apoderaron de los rincones más inhóspitos de Hogwarts para aprender tácticas de combate y nuevos hechizos para repeler, si bien existía la orden del fénix, el ejército de Hogwarts lucharía por sus propios medios para ayudar al mundo mágico a deshacerse de una vez por todas de Lord Voldemort.

Todos guardaron silencio cuando Harry entro y se posó frente a ellos.

―Lord Voldemort se ha llevado a Hermione ―dijo Harry con furia en sus ojos.

Para nadie fue una grata sorpresa que Hermione desapareciera y saber después que ese mago oscuro la había raptado. El miedo que sentían por él se disipaba, estaban más que dispuestos a luchar contra Lord Voldemort por su amiga y para que nadie más sintiera miedo ante la maldad de ese monstruo.

―Es por ello que les pido su ayuda para rescatarla.

Ron fue el primero en asentir y todos los demás le siguieron, ni siquiera era necesario preguntarles si lo seguirían en la lucha. Realmente confiaban en Harry y no tenían miedo de enfrentarse a la gente que estaba del lado de Lord Voldemort. Se defenderían y nunca se apartarían del lado de la luz.

Harry Potter miró los rostros de sus amigos llenos de determinación y sonrió. Ron y Ginny Weasley asintieron a la vez, mientras Luna Lovegood tomo la palabra.

― ¿Qué haremos Harry?

―Lo que tengo en mente en primer lugar, es buscar las reliquias de la muerte y después, si están conmigo atacaremos, no sé en dónde está el escondite de Voldemort.

―Lo averiguaremos Harry, pero debemos tener un poco más de ayuda ―pidió Ginny.

―Tal vez deberíamos llamar a mi padre.

―Eso es suena tonto ―Seamus encogió los hombros ante los ojos inquisitivos de sus compañeros. ― ¡Auch! ―gritó mientras Ginny golpeó su hombro con la mano.

―Deja de molestar a mi novia. ―Ron defendió a Luna.

―Está bien, me disculpo por ese tipo de comportamiento ¿Contentos?

―En realidad eso suena muy bien ―señaló Draco ―Hermione necesitara todo tipo de ayuda y...

―El señor Lovegood sabe de las reliquias ―concluyó el pelirrojo.

Mientras los estudiantes del Ejercito de Hogwarts se preparaban para luchar, Harry, Ron, Luna, Ginny y Draco se aparecieron cerca de la casa Lovegood. El lugar era exactamente lo que se esperaba del hogar de Luna, tenia ese aspecto extraño y encantador que rodeaba el aura de la rubia.

Tocaron la puerta un par de veces antes que el padre de Luna saliera para dejarlos entrar. El hombre de piel pálida y cabello rubio hizo que se sentaran en sus particulares sillones de la sala de estar y les sirvió a los muchachos una bebida caliente parecida al té, pero con un sabor asqueroso que casi hizo escupir a Draco.

La magia, el mago y el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora