El amor.

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33.

"Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma".


Casi un año había pasado desde la primera vez que Harry miró a Hermione en esa biblioteca del Londres Muggle, tan absorta en la lectura que no parecía poner atención a su alrededor, quizá fue en ese momento que se enamoraron mutuamente, pero no lo sabían a ciencia cierta. Tal vez el amor a primera vista resultaba algo improbable, pero no imposible.

Los chicos caminaban por los enormes corredores de Hogwarts con Harry abrazando a Hermione por la izquierda y Luna colgada del brazo su novio. El ambiente a su alrededor se sentía tranquilo, como si el tiempo pasara lentamente.

―Nos toca transformaciones, esta vez no podemos llegar tarde recuerda lo que dijo la profesora McGonagall ―mencionó el azabache con cierto nivel de preocupación ―por favor vamos al salón transformaciones o se nos va hacer tarde otra vez.

―Tranquilo, McGonagall no nos hará nada.

―Está bien los esperemos por cinco minutos, sino llegan nos vamos, no quiero un castigo más, este es nuestro último año y además soy el prefecto, por Merlín que están haciendo ese par.

―De verdad que a veces exageras las cosas, Seamus y Neville están en camino. ―Luna trató de disminuir los nervios de su amigo.

―Que esperabas, es nuestro último año en Hogwarts debemos actuar de la mejor manera posible.

―Está bien, está bien no te preocupes pronto llegaran ―apoyo Ron a Luna.

La confianza del pelirrojo disminuyo el temor de su amigo. Ron no comprendía como Harry Potter paso de ser un desobligado de lo peor y además capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor a un mago responsable con muy buenas calificaciones y uno de los prefectos de Hogwarts, Hermione lo había hecho mejorar, al igual que Luna lo había hecho mejorar a él.

Antes de que Harry se pusiera a replicar, Seamus venia bajando las escaleras.

― ¿Qué ocurrió? ¿Por qué tardaron tanto para bajar? ―Preguntó Harry a Seamus. ― ¿Y dónde está Neville?

―Estábamos practicando unos hechizos, salieron mal ―Seamus encogió los hombros ―y Neville está en la enfermería.

― ¿Neville está bien? ―se preocupó Luna.

―Si, nada de cuidado mayor.

―Ni modo nos vamos, la clase está a punto de empezar y el salón está al otro lado del castillo.

―Pero debemos esperar a que Neville se recupere. ―Dijo Luna.

―Lo siento, pero nos toca McGonagall y ella fue muy clara la última vez.

―Creo que esta vez Ron tiene razón la profesora nos la sentencio, además Neville está bien en la enfermería, se las arreglará solo, después de todo fue su culpa por practicar quien sabe que hechizos. ―Concordó Harry.

Hermione simplemente escuchaba a sus amigos para dar un veredicto.

―Ya que, vamos. ―Finalizó Seamus.

Todos asintieron sonriendo y avanzaron a su clase.

Minerva McGonagall y Remus Lupin interrumpieron las clases y pidieron ayuda a los prefectos para que llevaran a los todos los alumnos al gran comedor. Numerosas siluetas oscuras atravesaron con rapidez los pasillos de Hogwarts, pasando por los salones de clases y las habitaciones de los chicos.

La magia, el mago y el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora