Hogwarts.

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29.

"Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo. Lo que me gusta de tu sexo es la boca. Lo que me gusta de tu boca es la lengua. Lo que me gusta de tu lengua es la palabra".


Si Hogwarts ya era impresionante por fuera, por dentro parecía más asombroso. Los pasillos eran amplios, las paredes se extendían tanto como el campo de visión, las puertas grandes de madera y un sinfín de objetos mágicos.

El Gran Comedor resplandecía para la ocasión, miles de velas encendidas en el cielo raso iluminaban como estrellas y se podían escuchar los murmullos cientos de voces. Hermione nunca había visto tanta magnificencia, cuatro largas mesas recorrían a lo largo de la sala y eran ocupadas por decenas de estudiantes. Al fondo del Gran Comedor, la mesa de los profesores era encabezada con el director en el centro.

―Hermione ¿Alguna vez has visto algo tan grande y mágico? ―susurró el pelinegro.

―No, aunque lo leí en la historia de Hogwarts ―devolvió el susurro la castaña ―vaya que es impresionante.

Todos los niños de primero estaban anonadados con la belleza del castillo, incluso los alumnos de años superiores miraban con sorpresa a su alrededor, aunque trataban de ocultarlo alardeando con sus compañeros.

La Profesora McGonagall los detuvo frente a un taburete con un viejo sombrero.

―Formen una línea, cuando diga su nombre, siéntense en el taburete, coloquen el sombrero sobre su cabeza y el los ordenará en su casa. ―Indico la bruja.

La mayoría de los niños estaban muy nerviosos, tenían miedo de que el sombrero de clasificación les dijera que no pertenecía allí y que los enviaran de vuelta a casa. Sin embargo, tomaron valor para avanzar y hacer lo que se les había ordenado. Para suerte de Hermione ella no tenía que pasar por ese proceso. Sentados en la mesa de Gryffindor, Harry, Hermione, Ron y otros alumnos aplaudieron a los nuevos integrantes de la casa.

En un instante cuando terminaron de seleccionar a los niños el sombrero comenzó a cantar.

―Bienvenidos a un nuevo año escolar en Hogwarts ―exclamo el director.

El gran comedor estallo en aplausos y gritos hasta que Albus hizo una señal para que todos guardaran silencio y el pudiera hablar.

―Como saben ―comenzó a explicar ―hubo un avistamiento de Dementores en los alrededores del colegio.

Harry intercambio miradas con sus amigos.

―Pero no deben preocuparse, solo están aquí por seguridad, el ministerio de magia me ha encomendado hacérselos saber.

Las murmuraciones no se hicieron esperar. La mayoría venían de los prefectos de cada casa.

Albus prosiguió con su discurso de bienvenida y la mayoría quedaron satisfechos con la información proporcionada, nadie desconfiaría del director.

―Ahora, el banquete de bienvenida ―grito y las mesas se llenaron de decenas de platillos.

La escuela se había convertido en el lugar más divertido para Ron, claro está después de la madriguera. No todo era un caos como en casa de Molly y Arthur Weasley, pero adoraba ver tan felices a sus amigos y ahora tenía novia. Por Merlín una novia que no molestaba cada tres segundos como Lavender Brown, ella no se le separaba para nada, su ex novia sobrepasaba los límites de acercamiento e invadía su espacio personal. Luna miro desde la mesa de Ravenclaw a Ron, sus ojos eran encantadores y sus mejillas se tiñeron de rosa.

La magia, el mago y el amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora