Madeline.
—¿Edward?—Elías había despertado mientras miraba achicando los ojos a su hermano, unos segundos después se encontraba quejándose y maldiciendo por lo bajo.
—No creías que te iba a dejar solo en este tiempo hermanito—el rubio intimidante se alejó de mí mientras se sentaba en un espacio que aquel morocho había dejado libre en el sofá.
Elías se enderezó pegando su espalda contra el respaldo del sillón mientras palidecía, Edward en un rápido movimiento corrió hacia la cocina y tomó un bote de plástico para ponerlo enfrente de su hermano mientras éste vomitaba. Mis labios se fruncieron y aparté la vista evitando ver aquel desastre.
—No sé porque sigo fumando si solo me ocasiona vómito—Sé que Elías intento hacer una broma pero no cumplió su objetivo, Edward realizó una mueca mientras yo seguía sin mirarlo.
—¿Podrías dejarnos solos?
Sin saber a quién se refería lo miré mientras Edward asentía y salía del departamento dejándole aquel bote enfrente de él; de un momento a otro el ambiente se volvió tenso, las palabras que planeaba decirle no estaban ya en mi memoria, se habían esfumado y no podía recordarlas. En un intento frustrado intenté pronunciar alguna palabra que rompiera aquel silencio incómodo formado pero sólo logré titubear encontrándome con su mirada. Aquellos ojos penetraron hasta lo más profundo de mí logrando que me sonrojara, dejando a flor de piel todos los sentimientos no relevados por él.
—Volviste—el tono de voz era neutral, no podía adivinar sus pensamientos. Si debía apostar estaba concentrándose más en no volver a vomitar que pensando en nuestra situación.
—Volví—musité mientras dejaba caer mi peso en una pierna, insegura, de alguna manera desprotegida ante su mirada.
—¿Por qué?
Mi mirada se concentró en mirar la alfombra azul tratando de encontrar aquel valor con el cual había aparecido en su departamento. Su mirada fija no me permitía concentrarme para encontrar las palabras correctas pero de alguna manera cuando volví mi rostro hacía él encontré el valor de decirle lo que sentía.
—Por meses he tratado de pasar desapercibida delante de los ojos de todas las personas y quería convencerme de que eso era lo correcto, que de alguna manera se sentía bien—coloqué mis manos detrás de mí, en la espalda baja y las apreté mientras evitaba que el llanto se apoderara de mis ojos—Estoy tan cansada de ser aquella chica que huye de sus problemas y desde que te conocí me siento más segura de mí misma...por un momento sentía que era maravilloso tener a alguien con quien platicar—No podía evitarlo, mordí mi labio para evitar quebrarme pero no lo logré, las lagrimas empezaron a caer por mis mejillas con facilidad—Tú me haces sentir...
Elías se levantó rápidamente mientras sus brazos me envolvieron, escondiendo mi cabeza en su pecho y apretándome recordándome una vez más que no estaba sola, mis brazos rodearon su cintura estrujándolo mientras mis manos se enrollaban en su camisa.
—Completo—El aliento del morocho pegó contra mi cabello terminando la frase.—Ahora entiendes Madeline, que hay personas igual de rotas que tú y que buscan consuelo de diferentes formas—Me separó suavemente mientras colocaba una mano en mi mejilla limpiando mis lagrimas—Mi consuelo eres tú.
La idea de besarlo cruzó por mi mente pero el hecho de que haya vomitado antes me lo impidió así que solo le sonreí mientras soltaba una carcajada sonoramente.
—Lo sé, tengo que lavarme la boca—Su risa se unió a la mía mientras salía de la sala para ir a su cuarto.
Me dejé caer en aquel sofá mientras pasaba mis manos por mi cara y las deslizaba hasta llegar a mi cabello. Una sonrisa escapó de mis labios y sabía que desde ahora todo cambiaría para nosotros dos.
«Mi consuelo eres tú» las palabras de Elías resonaban en mi cabeza arrebatándome más sonrisas.
***
Nos encontrábamos sentados en el comedor, mirándonos fijamente. Ninguno de los tres había dicho ninguna palabra, Edward se encontraba con nosotros, exasperado golpeaba su pie contra el suelo repetidas veces mientras intentaba calmar sus ansias.
Por alguna razón después de que Elías se ausentara para ducharse y limpiarse, de que Edward entrara a la casa y yo volviera a estar enfrente de los dos, no se nos ocurría un tema de conversación.
—No sabía que tenías vicios—musité recordando las palabras de Rachel.
—No los considero vicios—se defendió Elías—Son malas temporadas, no me considero borracho solamente cuando por el tiempo se requiere.
—¿Y los cigarrillos?
Edward rió.
—Elías no sabe fumar—Su hermano abrió la boca para defenderse—Siempre termina con síntomas tremendamente malos, suda o vomita casi todo el tiempo después de hacerlo.
—Eso explica muchas cosas—fruncí el ceño al recordar el bote.
Elías se encogió de hombros mientras dejaba escapar una risilla, contagiándonos a Edward y a mí, y por primera vez en mucho tiempo podía reírme de la manera correcta, sin opresiones o distracciones, solamente de algo simple y carente de esfuerzo.
***
—¿Lista?—la mano de Elías apretó la mía mientras bajábamos de su jeep. Su sonrisa reconfortante me llenó de seguridad mientras caminaba a mi lado para entrar al colegio.
Todos los comentarios que alguna vez me dañaron se habían quedado atrás, eran consumidos por un agujero negro que iba directamente hacía al olvido, el morocho se había asegurado de eso y gracias a él podía caminar sin miedo a pensar lo que los demás dirían de nosotros, de mí.
☼
¡Hola! Lamento la tardanza, les dejo este capítulo lleno de cursilerías y amor por doquier.Gracias por leer, comentar y votar, en serio se los agradezco infinitamente.¡Muchos abrazos!
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Pedazos® [Completa]
Short StoryMadeline era una chica rota y claramente antisocial, la escuela la ignoraba por completo y yo era uno más en la lista. Nunca me percaté el momento en el que ella se volvió una necesidad, una necesidad para mí. -Quiero juntar todos los pedazos y hace...