Epílogo.

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(XXI)

Elías.

Después de tantos días sin ella sentía que una vez más estaba completo. 

Edward se había ido de la ciudad prometiéndome que regresaría el siguiente año ya que su presencia no fue totalmente requerida esta ocasión, alguien había podido fortalecerme y por fin tenía quién cuidara de mí. 

Mi pasado no afectaba a Edward, era mi medio hermano, él me había encontrado y después adoptado para cuidarme y proveerme de todo lo que necesitaba, por eso no sufría como yo lo hacía; haberle dicho padre hubiera alterado un poco a las personas que nos rodean ya que contábamos casi con la misma edad, era dos años mayor que yo, pero al volverse mayor de edad no perdió el tiempo para atender mis necesidades.

Era la única persona que conocía mi situación con detalles, no he podido narrarle las cosas de la misma manera a alguien más y no deseaba hacerlo. A veces es mejor enterrar el pasado y dejar de revivirlo porque solamente sirve para torturarnos.

Con ella a mi lado durante la escuela logró tranquilizarme y disipar todo pensamiento acerca de mi familia e incluso habíamos disfrutado de la atención que recibíamos. 

Por fin Elías tenía pareja.

¿Esa es su novia?

¿No es la chica rara?

El tacto de Madeline era cálido, su mano encajaba de manera especial en la mía y me brindaba un calor familiar, un calor con promesa: nunca me dejaría de nuevo.

La escuela se había dedicado a verla todo el día, Madeline era otra y era fácil percatarse de eso, su vestimenta había cambiado, ya no andaba por ahí vestida con ropa holgada que posiblemente era el triple de su talla, ahora una falda circular corta negra cubría parte de su muslo, una blusa blanca ajustada se adaptaba perfectamente con sus curvas y su modesto busto pero todo esto era cubierto por una chaqueta de cuero y su calzado había dejado de ser zapatos abiertos, ahora eran tacones que permitían apreciar el largo de sus piernas.

Mi mirada estaba absorto en ella mientras realizaba una tarea con la que tenía que ponerse al corriente gracias a su tiempo ausente; su cabello dorado resplandecía con la luz del sol que caía directamente en sus rulos haciéndolo ver de un color aún más llamativo.

—Terminé—anunció dejando caer su libreta al césped mientras me miraba sonriendo.

—Madeline...—susurré su nombre con carga, no habíamos hablado de lo que pasó entre nosotros de manera correcta.

—Yo sé—apretó mi mano, como si hubiera leído mi mente dijo:—Parece un buen momento para hablarlo, adelante.

Arrugué mi nariz negando mi pasado una vez más y apreté mis dientes.

—No me muero por hablar de mi infancia ahorita...de hecho nunca no es realmente mi carga.

—¿Cómo qué no es tu carga? Tomaste como si la cerveza fuera agua y fumaste aún cuando no eres bueno en eso—la risa de ironía hizo presencia en Madeline mientras achicaba sus ojos recriminándome lo que hice.

—Pero no fue esa la razón por lo que lo hice—pasé mis manos por mi cara y la miré mientras apretaba sus manos con las mías—pasé la mitad de mi vida sintiéndome solo, incompleto. Después llegaste tú y llenaste todos los huecos de mi vida, lo gracioso de todo es que ni siquiera tenías que hablarme para lograrlo.

—¿Yo?—musitó.

—Tú. 

Ladeé mi cabeza mientras le sonreía.

—Después de que te fuiste, no sabía que volverías, el vacío llegó de manera apresurada y la desesperación se apropió de mí. Pero volviste.

—¿Estás diciendo que fue mi culpa que te pusieras así?—soltó mis manos confundida y sabía que dolida pero no eso lo que quería decir.

Tenía miedo de decir cosas de las que podría arrepentirme después, que ella tuviera miedo de empezar algo conmigo porque quería algo que más que un simple amorío de adolescentes. No era así. Madeline era la medicina que yo necesitaba y yo sabía que era la de ella.

—No, sólo digo que no podría lograrlo sin ti.

Madeline suspiró aliviada y se levantó mientras extendía su mano. La acepté y la jalé conmigo para abrazarla una vez de pie. Algún día me detendría a contarle todo lo que sentía, me liberaré de todas mis cargas pero ahora sólo quería estar con ella en paz sin el pasado sobre nosotros porque eso había estado acosándonos desde que nos habíamos conocido.

—Gracias por todo Elías—susurró en mi pecho.

—No tienes por qué agradecerme.

—Siento que hemos hecho todo mal desde que nos conocimos—se separa de mí mientras frunce el ceño.—Deberíamos empezar de nuevo.

—¿De nuevo? ¿Tienes idea lo que me costó tenerte?—bromeé mientras recibía un golpe leve de parte de ella.

—A mí me costó darme cuenta de lo que sentía—me miró mientras ponía sus brazos en jarra. 

—Elías—extendí mi mano riéndome.

—Madeline—la estrechó.

Mi dedo indice se colocó en el mentón de ella y levantó su cara, pedí permiso con la mirada y ella accedió al terminar de sellar nuestros labios.

Su nariz encontró la mía y sonrió.

—¿Cuándo dejarás de ser tan acosador?—preguntó burlona.

—Cuando seas mía—contesté logrando que sonriera aun más recordando las primeras veces que le hablé.

—Entonces deja de hacerlo, ya lo conseguiste—enredó sus brazos en mi cuello y me atrajo hacía ella una vez más.

—Señorita Reif, es usted una golosa—me burlé mientras me volvía callar con un beso.

¡Hola!

Bueno pueh que les cuento, este es el final :)

Es una historia corta, no clasifiqué la novela como "Novela Juvenil". Y para hacerle honor a su género solo tiene 21 capítulos con 900 palabras cada uno.

Muchas gracias por leer, por votar, comentar y recomendar
He notado que varias muchachas han añadido a su lista de lectura "Pedazos" y estoy sumamente feliz por eso.

Gracias por tooooooodo su apoyo, espero que puedan seguir leyéndome y después Pedazos sea conocida así como mis otras obras ☺

Las quiero muchísimo! Cualquier cosa pueden encontrarme en los mensajes
Si gustan agregarse a un grupo de whatsapp envíen un mensajito.

Si gustan seguirme leyendo re publicaré una historia que empecé en diciembre, ahí estaré con nuevos personajes, aventuras y dilemas mentales ah e.é

►Nao fuera♥

Pedazos®  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora