Madeline.
Mis manos sudaban y una vez más las restregaba contra la tela de mis pantalones en un intento en vano para tranquilizarme mientras escuchaba mi corazón martillear contra mi pecho pidiéndome a gritos salir y huir.
Tenía que armarme de valor para tratar de explicar sentimientos que aún no podía comprender y afrontar después las consecuencias de mis acciones al huir de Boston dejando todo atrás.
Las puertas del colegio se extendían enfrente de mí, el timbre resonaba en el largo pasillo anunciando el fin de la penúltima hora, pronto los alumnos saldrían intercambiando salones y maestros y sabía que...pronto él saldría. La primera puerta de un aula se abrió y en menos de un minuto el pasillo se encontraba atiborrado de adolescentes.
Caminé en medio de ellos buscando a Elías mientras ignoraba a mi cabeza que me gritaba que no cayera otra vez en lo mismo y que lo olvidara pero no podía dejarlo ir, dejar ir a la única persona que se había fijado en mí después de tanto tiempo de invisibilidad.
Una mano en mi hombro me detuvo, volteé encontrándome con el rostro de Rachel, sorprendida intenté parecer serena que mi rostro no aparentara lo que realmente sentía.
—No está aquí—su mano cayó de mi hombro hasta llegar a su lado y me observó evaluando mi reacción.
—¿Quién?
—Elías—suspiró—Recayó.
—¿Recaer en qué?—en mi mente un torbellino de pensamientos azotaron mi cabeza, imaginándome lo peor.
—¿En verdad te importa? Lo abandonaste
—Supongo que no tanto como a ti—las palabras salieron como veneno—Después de darte la mejor embestida de tu vida ¿No deberías estar atendiéndolo en su recaída?—me crucé de brazos fulminándola con la mirada.
El valor que había tenido al pronunciar aquellas palabras era desconocido para mí, habían salido de una parte demasiado oculta pero no podía fingir que no sabía lo que había pasado. En cuanto a Rachel, no se molestó en fingirlo demencia pero tampoco en mostrarse arrepentida.
—No me quiere Madeline—se encogió de hombros mientras que su mirada se volvía completamente oscura, como si estuviera recordando algo. Empezó a caminar hacía su salón cuando todos empezaron a entrar a sus respectivas clases—Búscalo en su casa, Avenida Rue #55.
Caminé automáticamente hacía las afueras del colegio, y me senté en una banca que se encontraba de frente a la calle. Pasé mis manos por mi cabello despeinado y enmarañado mientras decidía que hacer.
Estaba consciente de que había ido con un propósito al colegio pero me comportaba como una cobarde al saber que ahora no lo encontraría como me fui, que quizá podría descubrir otra imagen de él. ¿Recaer? ¿Recaer en qué? ¿En malos hábitos, vicios, negligencia?
Y aun si lo buscara, ¿Qué podría hacer yo?
¿Y si me odiaba por haberme ido?
Presioné mis sienes dejando escapar un suspiro, el timbre de mi celular me sacó de mis pensamientos y atendí sin fijarme en el número desconocido.
—¿Madeline?—La voz de intercomunicador resonó en mi oído, mi ceño se frunció e inmediatamente sentí mi estado de ánimo cambiar, la persona hizo un sonido con su boca demostrando frustración y prosiguió. —Tu tía Audrey me dijo que ya estabas en la ciudad, quiero verte.
—¿Por qué te dijo que había vuelto?—mi voz salió entre cortada, molesta.
—No me lo dijo de buena gana...
—No quiero hablar—le corté la oración y esperé a que entendiera mi mensaje.
—Me lo merezco, mínimo después de recibir una golpiza de tu novio
—¿Mi novio?
—Sí un tal Elías me golpeó cuando fui a verte a tu casa.
Corté la llamada y procesé la información, el teléfono siguió vibrando en mi pierna pero lo ignoré mientras intentaba descifrar todo. Elías había ido a mi casa y había golpeado a mi padre ¿Por qué? Quizá con esa excusa podría ir a verlo ahora. Con eso podría armarme de valor.
Volteé a mi alrededor percatándome que no venía en auto y que sin duda, no podría llegar a la casa de Elías sin uno.
***
—¿Segura que sabes manejar? Podría llevarte yo y quizá de recompensa...—aceleré dejando que la voz de Rick se perdiera entre el ruido del motor y el rechinar de las llantas contra el cemento, dejándolo ahí con las palabras al aíre.
Tras seguir indicaciones de mi gps, me detuve frente de un edificio. Avenida Rue.
Peiné rápidamente mi cabello y caminé hacia las puertas donde se encontraría él.
No había guardias, solo intercomunicadores con el número de los departamentos, presioné el número 55 y esperé. La puerta se desbloqueó invitándome a pasar, caminé colocando un pie dentro y me dirigí al elevador sin pensarlo dos veces ya que si lo hacía terminaría arrepintiéndome.
Enfrente de mí se encontraba la puerta que dividía a Elías y a mí.
Un miedo invadió mi cuerpo y el arrepentimiento empezaba a saludarme y recomendarme que saliera de ahí antes de que pudiera encontrar una escena que no podría controlar. Mi cuerpo estaba congelado enfrente de aquella puerta de madera tan elegante.
Mis nudillos golpearon con gentileza y esperé.
Nada.
Volví a tocar.
Nada.
Al intentarlo por tercera vez la puerta se abrió.
Me había derribado, el cuerpo de Elías estaba sobre mí, aplastándome contra el piso mientras un olor a tabaco y alcohol me envolvía.
Se había quedado inconsciente.
☼
¡Hola!
Desde hoy les anuncio: No publicaré los fines de semana y los miércoles.
Gracias por leer
Las quiero ☺♥
►Nao fuera

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Pedazos® [Completa]
Proză scurtăMadeline era una chica rota y claramente antisocial, la escuela la ignoraba por completo y yo era uno más en la lista. Nunca me percaté el momento en el que ella se volvió una necesidad, una necesidad para mí. -Quiero juntar todos los pedazos y hace...