Era una noche oscura, la lluvia caía intensamente, los truenos retumbaban por las paredes y el estridente sonido del viento golpeaba todo a su paso.
Ahí nos encontrábamos nosotros, en una cueva, oculta en una gran montaña, cuya entrada era de unos escasos 140 centímetros y en una zona cubierta, casi en su totalidad, de árboles de varios metros de altura, algunos tan altos que te dolería el cuello de solo alzar la vista para ver su tamaño.
La gran cueva está repleta de pasadizos y galerías, es un poco lúgubre y se encuentra bastante sucia y descuidada.
Y, esa noche de terror, fue el momento en el que nací, un niño, varón, ni muy alto ni muy bajo, ni mucho peso ni poco peso, diría que simplemente normal, uno más, un simple niño más.
3 niños nacimos ese día, todos normales, nada especial, nada inusual (menos mal, por nuestro bien, ya que, en esta tribu, se desechan los ineptos, las fallas, el lastre).
Hijos de diferentes mujeres, humanas, tendidas en el suelo, los ojos perdidos e inundados de lágrimas, irradian odio al ver a sus criaturas, dolor, ira, frustración, impotencia.
Las mujeres, llenas de heridas y arañazos, sin energía, sin vida en sus ojos, meros objetos, habían dado a luz a tres niños, tres monstruos, y, para colmo, es lo que les esperaba hasta el fin de sus días (eso dicen los veteranos).
Entonces, los niños, fuimos separados de nuestras madres y enviados a un cubículo junto a otros más mayores, donde descansaríamos un tiempo hasta que podamos valernos por nosotros mismos o muramos en el intento.
En total ya somos 5, un logro, la tribu aumenta sus números, poco a poco, lentamente, pero era un progreso.
Ahora, querrás saber que somos, y, por supuesto, somos goblins, seres de tamaño pequeño (en relación con un humano), con nariz y orejas puntiagudas, dientes afilados como cuchillos y un color de piel verdoso. Somos bastante activos, nos dejamos llevar por nuestras emociones e intentamos cumplir nuestros ansiados deseos.
Dicho esto, llevo poco en este mundo, a penas varias semanas, me siento bastante solo ya que mis camaradas a penas pronuncian unas pocas palabras, a veces creo que son un poco cortos pero seguro que con el tiempo articulan alguna frase con sentido.
Parece que los goblins crecemos bastante rápido, eso nos dice Gat, el encargado de nuestro entrenamiento, un goblin bastante fuerte y malhumorado, ligeramente más alto de lo normal y con una cicatriz entre el ojo y la ceja derecha. Nos enseña y guía sobre las diferentes razas y normas que rigen este mundo (al parecer fuera de la caverna hay grandes tierras por descubrir y razas temibles a las que enfrentarnos).
Los primeros días nos enseñó lo básico, como sostener un arma, el lenguaje y los pasadizos y recovecos de la cueva.
También nos advirtió del peligro de ir solos al poblado que se encuentra a escasas horas de nuestra tribu, un poblado humano al que, por lo que escucho, estamos planeando atacar y saquear dentro de poco.
Ahora me encuentro aquí tumbado, varias semanas después, entre mis compañeros, a punto de acostarme y recobrar energías para cumplir lo que nos ordene Gat o aprender lo que nos enseñe (¿Qué será? ¡Estoy ansioso!).
-¡Levantarse vagos de mierda!
Gritó Gat con energía y su característico mal humor.
Nosotros, asustados, nos levantamos corriendo, no sabemos que está pasando. (¿a que vienen estos gritos?)
-¡Ya es hora de que os convirtáis en verdaderos goblins! Tengo una prueba para vosotros, ¡a partir de ahora el que no cace, no tendrá derecho a comida, quien no cace morirá de hambre!
Nosotros, asombrados, levantamos la mirada y, al unísono, le replicamos.
-¿Qué? ¿cómo vamos a hacer eso?
-¡Con cojones y usando lo que os he enseñado! Y mas os vale, ¡o moriréis! La tribu no acepta inútiles entre sus miembros.
Callados lo acompañamos a la sala de armas (¿qué podemos hacer si no?).
Yo, personalmente, elegí una lanza de madera con una hoja de metal desgastada pero bien afilada (la mejor que encontré...).
Prefiero la lanza a una espada o daga porque aumenta mi tamaño y rango de ataque, es fácil de utilizar y puedo mantener una posición defensiva sin jugarme la vida (demasiado énfasis han hecho en que somos poco menos que insectos ahora mismo).
Con mi arma en una mano me dirijo a la salida, por primera vez estaré en el mundo exterior (aunque no me alejaré mucho por si acaso).
¿Qué puedo atrapar, qué peligros encontraré, seré capaz de cazar algo? Las dudas inundan mi mente y el miedo me da hasta escalofríos, que nervios, necesito pasar la prueba o pasaré mucha hambre... cada día que pase sin cazar será más difícil y tendré menos energías, ¡necesito tener éxito a la primera!
Al fin consigo armarme de valor y salir de la cueva, estoy nervioso, ¿A dónde me dirijo? Cada uno va en una dirección distinta, ¿no sería mejor colaborar? En fin, ya he dicho que son cortitos, menos pensar en tonterías y a por ello.
Lo primero que hice fue buscar algún animal, no muy lejos de la entrada, pero o bien estaban durmiendo o bien salían corriendo más rápidos que un rayo, ¡a este paso no cazaré nada!
Una hora pasó hasta que me di cuenta, ¡el río!, siempre puedo pescar algún pez o esperar a que alguna presa se dirija allí para beber agua.
Como no, no iba a ser tan fácil, ni un maldito pez en el agua, lo mejor será encontrar un buen lugar donde esconderme y esperar a que llegue el primer animal, necesito ser inteligente pues fuerza no tengo mucha, de momento.
Unos minutos después, oculto entre la maleza, pude observar lo que parecía un conejo con un cuerno en la frente, según dijo Gat estas son presas muy escurridizas y debemos tener cuidado con su cuerno ya que es muy afilado y de un tamaño importante (menos mal que llevo mi lanza).
El conejo cornudo (así lo llama Gat) se acercó corriendo a beber del agua del río, tuve suerte de que no fuera muy lejos de mi posición, si me doy prisa puedo hasta lanzarle la lanza pero necesito ser cauteloso porque si pierdo mi arma estoy perdido.
¡Qué nervios! Necesito calmarme, vamos, respira hondo, es un simple conejo, tranquilízate, controla el movimiento (ya has entrenado antes), visualiza la trayectoria, apunta al objetivo, confianza, espera, espera, espera...
"PÚM"
-¡Já! ¡Le dí, le dí en toda la cabeza!
No pude contener mis palabras, ¡que emoción, mi primera presa! Le clavé la lanza justo en el cuello y el animal cayó al instante, justo encima de unas roquitas al lado del río, el impacto fue tan bueno que incluso se desplazó más de un metro (la verdad es que estoy exagerando pero bueno jaja).
Cuando me acerqué estaba todo lleno de sangre, cogí la lanza con mis dos manos y la saqué de su garganta, que satisfacción, que belleza, un agujero perfecto.
Acto seguido cargué el conejo cornudo sobre mis hombros y me dirigí a lacueva. Una sonrisa enfermiza se apoderó de mi durante todo el camino de vuelta (¿quéhabrán cazado mis camaradas?¿obtendré alguna recompensa?).
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Me: Goblin
FantasySi te gustan las historias serias eres uno de los nuestros, esta es la historia de un goblin muy especial, descubre como es su nacimiento y que le depara el futuro, sus ambiciones, su evolución, sus batallas. Déjate de protagonistas invencibles y po...