Capítulo 2: La primera caza

4K 502 60
                                    


Por suerte llegué a la cueva antes de que anocheciera, no es que haya algún problema pero por la noche el peligro es mayor. Podemos ver bien en la oscuridad, sin embargo, abundan los monstruos de alto nivel y claro, nacimos hace un par de semanas, no somos ni adultos.

Cuando entré por la puerta, con una sonrisa triunfante, mirando hacia arriba y sacando pecho, ahí estaban, esperando alrededor del fuego, el ambiente era extraño (¿qué ha ocurrido?) y no estaban todos (por suerte no soy el último, pensé).

Desgraciadamente faltaba un compañero, Gat ya lo daba por muerto, pues como he dicho la noche es peligrosa y somos una presa fácil (espero que esté bien, mañana lo buscaré, eso sí, no iré solo).

Hicimos recuento, de los 5 niños uno a desaparecido, otro no ha conseguido cazar absolutamente nada y tres hemos cazado o conseguido comida.

Uno trajo setas y frutas del bosque, otro cazó un conejo cornudo (algo más pequeño que el mío) y yo obtuve el primer puesto, un conejo cornudo de tamaño normal (casi pequeño, gané por los pelos).

-¿No he dicho que éramos goblins? ¡Uno no aparece, otro no caza nada y otro se hace recolector, já! ¿Acaso no han aprendido nada? Poneros a trabajar y enhorabuena a los dos que habéis conseguido cazar, aunque fuera un conejo cornudo, al final es lo que cazamos todos la primera vez ¡jajajaja!

Menuda risa, esperpéntico, nos halaga y nos insulta a la vez, extraordinario Gat, que buen maestro... (pensé)

Acto seguido nos explicó que estamos en la primera fase, se ve que hay diferentes rangos entre los goblins y, a su vez, diferentes rangos entre los monstruos, todos se dividen según experiencia, habilidades y poder, como si se tratara de diferentes niveles o, exactamente, una jerarquía.

Sin embargo, no nos explicó nada más, pero nos prometió que llegado el momento, si es que sobrevivimos, nos dará un rango y nos dará más información.

Antes de despedirse nos dijo que a medida que comamos a nuestras presas iremos ganando poder, a mayor nivel tengan más poder ganaremos y, si son animales muy débiles pues casi que nos alimentarán y poco más. No es un poder ilimitado pero algo es algo, al final es algo lógico, supongo, comer, entrenar y descansar para crecer y tener más poder.

Esto me hizo preguntarme muchas cosas, pero no tuve el valor de formularle ninguna, quien sabe, igual si me entreno y como gran cantidad de monstruos pueda convertirme en el más fuerte de la tribu, me pregunto si también podremos ser más grandes o si adquiriremos algún poder extra, de momento se que hay magos y hechiceros, así como diferentes ramas y trabajos, quien sabe.

Procedí a despellejar mi conejo, arrancarle el cuerno (lo usaré como arma secundaria) y comerme al animal. Según nos contó, tanto el cerebro como el corazón es lo más importante, lo que más poder otorga, así que fué lo primero que me metí en la boca. Mi boca salivaba, mis ojos lloraban del placer y mis dientes partían hasta los huesos, ¡que hambre tenía!, la verdad que estaba bueno y, lo mejor es que notaba como me nutría y obtenía energía.

Recuerdo que al comerme las dos partes más importantes (cerebro y corazón) las venas de mi cuerpo se tornaron un tanto extrañas, como más oscuras, incluso se iluminaron tenuemente.

Supongo que habré ganado algo de poder, espero, y con esas caí rendido y me sumergí en un sueño profundo.

-¡Mmmmm! Que bien he dormido, ¡ya es de día! ¿Hola?

Parece que soy el último en despertar, pero bueno, me lo merezco, ayer fué un gran día.

Hoy necesito hablar con algún compañero e intentar que colaboren conmigo, por lo que he escuchado estamos escasos de gente en la tribu y tenemos que sobrevivir todos, además, tenemos que encontrar a nuestro compañero.

Por suerte los encontré holgazaneando un poco, como de costumbre, pero pude darme cuenta de que había algo diferente, era igual de alto que los dos compañeros que son mayores que yo, incluso un poquito más que uno de ellos y, también, más alto que el que tiene mi edad (se ve que es verdad, aunque la diferencia sea mínima, existe). Esto es interesante, parece que voy a darle prioridad a la comida a partir de ahora.

Después de contarles lo que tenía planeado y, por desgracia, insistir un buen rato, accedieron a salir de caza conmigo (jojojojo, otra sonrisa se dibujó en mi cara).

Esta vez, como éramos cuatro, decidimos buscar a los animales alejándonos más que el día anterior, la presa era evidente, conejos cornudos, a ser posible de gran tamaño y a ser posible en cantidades industriales.

Como siempre, ocultos entre la naturaleza, dando pasos silenciosos para, por un lado, no alertar al animal y, por otro lado, no llamar la atención de nuestros depredadores (vamos, casi toda la montaña jajaja).

Anduvimos por treinta minutos hasta que encontramos nuestra primera presa, ordené que se colocaran rodeándolo (para evitar que escapara) y, a mi señal, se abalanzarían sobre el para que, asustado, corriera en mi dirección.

-¡Bien!

-¡Sí!

Por desgracia poquito más pueden hablar, pero todos estábamos contentos, era un conejo bien grande, nada más pasó por delante de mi fui capaz de clavar la lanza al suelo y engancharlo por el costado, así actuaba a modo de pica y no estaba limitado por mi fuerza. Antes de que se escapara le perforé el cráneo con el cuerno que obtuve el día anterior y, mis camaradas, lanzaron también sus armas en contra del enemigo.

Gracias que no me dieron a mi, menudo susto eso no formaba parte del plan, pero es cierto que una de esas lanzadas le dió en la pata e hizo que perdiera velocidad.

Para evitar cargarlo durante todo nuestro viaje procedimos a desmembrarlo y me quedé con el cuerno, que era de mayor tamaño que el que tenía y, como recompensa, le di el que tenía a quien logró acertar con su daga en la pata del animal (así también me gano su simpatía).

Dividimos el cornudo en partes, yo me quedé con el corazón, el partió el cerebro con los tres compañeros y, lo demás, lo repartimos a partes iguales.

Al final conseguimos tres conejos más, dos pequeños y uno mediano, pero, desgraciadamente, no encontramos a nuestro camarada.

A la vuelta, ya en la cueva, Gat se quedó asombrado y nos dijo que lo celebráramos, que el día siguiente iba a contarnos todo acerca de las clases y rangos y que, por descontado, ya nos podíamos considerar parte de la tribu. 

Me: GoblinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora