Técnicas para enamorar

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    1. Técnicas para enamorar

    • Xion Pov's •

     Entro al baño para tratar de arreglar mi cabello con ayuda del espejo, cortarlo no es la idea más brillante que he tenido, pero ya no hay vuelta atrás. Me inclino ante el reflejo y trato de sujetar algunos mechones con las horquillas que compré ayer, son corazones púrpura, me gusta ese color.

      Un par de chicas más allá me quedan observando algunos segundos, pero al ver que no les pongo atención siguen conversando.

—Oye, Lila ¿Qué crees que rellene más el sostén? —preguntaba una de ellas—. ¿las servilletas? ¿el papel simple? ¿o el papel doble?

      La otra, supongo que Lila, una chica rubia bastante alta que se maquillaba respondió:

—Ninguno de los dos, no uses servilleta, comprate un push up y luego te lo rellenas con calcetines, ¿no es obvio? —Se aplicó un fuerte labial rosa en la boca y agregó:—. He leído que si las masajeas crecen.

—No se me había ocurrido lo de los calcetines, parece útil —la apremió su amiga.

     Luego de eso ambas recogieron sus cosas y abandonaron el lavabo. Parecían de mi edad, pero jamas las había visto por aquí, las dos eran innegablemente lindas.

      Miré mi reflejo una última vez, me gustaba el vestido la chaqueta y las botas que llevaba, pero nada podía hacer por arreglar la carencia de pecho, tan plana que podría pasar por chico. Luego mis ojos se dirigieron a mis labios y sentí que les faltaba brillo, decidí aplicar algo de labial y finalmente salí de ahí también.

      Estaba llegando temprano al colegio para arreglar con Riku la entrega del proyecto de física. Es un compañero de clases con el que me llevo bastante bien, en general me incómoda tener amigos, pero estar a su lado no es desagradable, es el tipo de persona que emana sinceridad y te reconforta. Sin embargo, tampoco he hecho nada, ni me he esforzado por ganarme su confianza o establecer algún tipo de relación afectiva con él. Así que técnicamente ni amigos somos.

      Llegué a las escaleras del segundo piso y empecé a subirlas, cuando de pronto un sinfín de libros y hojas sueltas cayeron a mis pies. Documentos, papeles, investigaciones cubrían los escalones del edificio y yo miraba como idiota el desastre frente a mi. Al levantar la mirada, en uno de los tramos más altos de la escalera hallé a un chico rubio que recién se había ido de bruces, tratando de recoger desesperadamente todo lo que había tirado. Algunas personas que pasaron por allí se hicieron la vista gorda y siguieron andando, pero igual el pobre chico parecía estar muerto de vergüenza.

     Subí un poco y empecé a tomar papeles y libros también, si hubiera sido yo la que se cae, me habria encantado que alguien me ayudase. Después de unos minutos, entre los dos pudimos reunir todo el desastre.

     Me acerque al rubio para entregarle lo que yo recolecté.

—Oye, te invito a que dejes de quedar como estúpido a plena escalera —le dije con una sonrisa.

     Él me devolvió el gestó y recibió los papeles.

—Invitación declinada —respondió—. Ya es demasiado tarde.

—Igual y tratas de no hacer el ridículo otra vez en otra área del colegio —le propuse—. Te queda todo un día por delante en este infierno.

—Por su puesto, lo tendré en cuenta —accedió él—. Pero por ahora, ¿me podrías ayudar a encontrar la oficina del señor Saïx? que no quiero recurrir a la técnica de quitarme un zapato, aventarlo, y dónde caiga allá es la dirección.

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