Cry Light

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     •Xion Pov's•

     Le había pedido a Ventus (el presidente del club de radio) que hiciera de favor de buscar a Roxas a su clase de Física cuando esta hubiese acabado. Mientras tanto quedé sentada delante del micrófono, con los audífonos al cuello y una gaseosa fría en la mano, que me compré para tratar de sobrellevar los nervios. El problema no es el público. El problema es que tendría que improvisar algo para el público en 15 minutos y no tengo preparado ningún tema en específico. Me estoy jugando un compromiso con, nada más y nada menos que Riku y eso no era lo peor; las expectativas puestas en mi son altas.  

     Voy a necesitar de todo mi autocontrol para no soltar una imbecilidad de proporciones cósmicas. Un tintineo me hizo levantar la mirada, Roxas y Ventus habían regresado juntos, mi amigo me saludó al otro lado de la cabina; le devolví el gesto.

—X-Xion, ¿de qué vas a hablar? —preguntó con timidez Ventus, cerrando la puerta.

—No me interrumpas, te lo suplico, sigo redactando mentalmente lo que debo decir. Si no lo hago arruinaré todo. Esto es como ir a exponer sin haber estudiado. —me sostuve la cíen con dos dedos—. Un suicidio.

—Sales al aire en treinta segundos —avisó nervioso escondiéndo el rostro tras ambas manos—. Per-Perdón...

     Suspiré con pesar subiéndo los auriculares a mi cabeza, que pase lo que tenga que pasar, no puedo hacer milagros tampoco.

—Maldición, desearía que me hubiesen abortado...  —musité.

     Vi de reojo como un letrero rojo se encendió en la cabina cuando Riku arregló las últimas funciones en el tablero que hacían posible la transmisión. Con un gesto leve me dio a entender que podía hablar.

—Buenas tardes a todas las personas que me escuchen desde el campus, ¿se encuentran bien? El club de radio está por expandir la cantidad de programas que se transmitirán durante la semana en el instituto y me han invitado a formar parte del proyecto —expliqué a manera de abreboca—. Mi nombre es Xion Russell, voy a último año y formo parte también del club de literatura. Aunque supongo que se acordarán más de mi por el titular del periódico escolar donde el director me está bajando a la fuerza del escenario, en el festival. Es todo caso, no importa. Durante mi espacio de transmisión trataré de hablar de las cosas incómodas de las que nadie más habla, porque sería genial que las personas empezaran a conocerse más a sí mismas y aceptarse tal como son; con virtudes, defectos, cosas extrañas —proseguí—. No somos iguales, ya sea porque tenemos múltiples talentos, puntos de vistas discrepantes, o solo porque nuestras apariencia es única. Repito, no somos iguales, es cierto —se me escapó una sonrisa—. Pero tampoco somos diferentes; todos hemos tenido el corazón roto alguna vez. Todos hemos pasado una madrugada entera soñando despiertos cosas tontas. Todos tenemos miedos irracionales a asuntos irracionales y todos absolutamente todos hemos llorado en algún punto de nuestras vidas —Concluí con suavidad—. Da lo mismo si son lágrimas de tristeza, alegría, frustración, ira o impotencia, soy firme creyente de que las personas lloramos luz. Falsificar las lágrimas es casi imposible, vienen de sentimientos espontáneos y genuinos, son lo que llevamos por dentro —agregué sin atreverme a mirar aún a los chicos que se hallaban del otro lado de la cabina—. Mi programa se llamará Cry Light y a partir de mañana lo podrán sintonizar de cinco a siete de la noche los jueves y viernes. Creo que voy a dejar sonando la canción Back to Black de Amy Winehouse antes de continuar con el tema controversial de hoy... —Ventus me levantó una pequeña pizarra acrílica para ayudar con la idea—. ¿La comunicación?, sí, sin duda. Por favor no dejen de sintonizar la emisora nueve punto ocho.

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