Bombones

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    Bombones

    • Xion Pov's •

     Existen diferentes tipos de celos, y no hablo precisamente de la temporada en la que los animales se aparean, no, en realidad me refiero a esas relaciones interpersonales tan preciadas para las personas, que terminan por generar resentimiento cuando se ven afectadas, interrumpidas, desplazadas o ignoradas a causa de un objeto, una persona o actividad.

     Por ejemplo, están los celos psicópatas, como esa cosa que siente Naminé por Roxas, que si un día no lo mata a él o se suicida ella, acabará por afectar a terceros —Es broma, jaja—, creo... Luego están estos celos más normales que siento yo (normales significa que no son psicópatas, pero son igual de repulsivos, porque la envidia es mala), cuando veo a Riku hablar con otra chica... pero no puedo reclamar, ni decir nada, porque no tenemos una relación de ningún tipo y probablemente nunca la tengamos —cries in depressed—. Y finalmente están los celos fraternales que es cuando te da este resentimiento por alguien de tu familia (que tiene más privilegios que tú), o con alguien de tu familia (de modo que a lo mejor tu mamá te desplaza por una de sus amigas en el súper mercado)

    Bien, hay un ultimo tipo de celo.

    ¿Saben algo? Después de mi monumental metida de pata en la gala de primavera, quise primero ir a disculparme con Roxas, llevándole una caja de bombones de chocolate, ¿y tienen idea de quien me abrió la puerta? Así es, una diosa pura, blanca, omnipresente y omnipotente de la cultura griega ¡Tiemba Olimpo!, era su perfecta hermana.

    Entonces es aquí donde aparece el último tipo de celo, que son los celos que yo le tengo a las rocas enterradas a millones de kilómetros bajo tierra en el mar muerto, porque ellas no tienen que lidiar con este tipo de problemas e incomodidades.

    Naminé me barrió con la mirada, y, como cosa extraña, quedé reducida a polvo.

    Estúpidas piedras marinas que no saben lo felices que son.

—Igh, eres tú, el disco de rock andante —dijo con desagrado viendome a mi, y luego pasando a ver los dulces—. ¿Esos bombones baratos que traes son para mi hermano?

    No quise alardear del precio, pero no eran baratos. Tosí, con tal recuperar la compostura.

—No, princesa —comenté arreglándome el flequillo—. No son para tu hermano, son para ti, queria saber si te animabas a ir más tarde al cine conmigo, yo invito.

    Y así como si nada, se puso tan roja, y se vio tan linda, que de verdad desee ser un chico a ver si podía llegar a algo con ella.

—¿Conmigo? —cuestionó tomando la caja que le ofrecía—. Falta que seas lesbiana.

—Falta que seas mi novia.

   ¿Nunca les ha pasado que dicen algo imbécil? Y entonces saben que tres segundos después de soltarlo, se van a arrepentir jodidamente de haberlo dicho, pero ya no hay vuelta atrás y tienen que seguir adelante con el teatro para no quedar todavía más idiotas de lo que ya se ven, ¿no?, no mientan, yo sé que sí, bueno, justo así me siento.

   Y cerré el espacio entre nosotras para acercarme a su mejilla.

—¿Qué dices? ¿quieres salir conmigo?

—¡Roxas! ¡Roxas! !Roxas! ¡Roxas! —empezó a gritar la rubia al sentirse acorralada en muchos ámbitos. Aunque era pesada, pues, lucia bonita así de nerviosa.

   Y al menos tres minutos después, el chico bajó con una patineta en la mano y el bolso al hombro.

—¿Qué pasa, Naminé? —luego se fijó en mi—. Oh, hola Xion.

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