Batido de Mora

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    13. Batido de Mora

   • Xion Pov's •

   Me quedé viendo el delineado de las pestañas en el espejo, me tomó cerca de tres meses dominar el jodido pincel para lograr ese efecto perfecto, y aún así, cuando miraba el resto de mi cara sentía que estaba arruinada y no tenia caso intentar lucir mejor, sé que no viene a cuento, pero maldita seas Kairi Moore, tú y tu cara bonita, ¿qué tengo que hacer yo para ser bonita también? Tranquila Xion, respira, no eres la única que ha tenido malos días.

—Hola preciosa, tu cara de ángel me suena de algún lugar ¿nos conocemos? Perdona mi brusquedad —dijo con unos peligrosos pero atractivos aires de arrogancia—. Tal vez debería haber planeado un mejor guión, pero queria que supieras que no puedo sacarte de mi cabeza desde que diste ese polémico discurso de igualdad de genero en el escenario del instituto. Me excitan las chicas con criterio propio, inclinaciones góticas y las agallas para enseñar el culo en público, ¿no estarás interesada en sostener relaciones de índole sexual conmigo?

    Cerré el casillero de un golpe y volteé a ver al rubio.

—¿Ya terminaste con tu interpretación barata de galán de cine, Roxas White? —pregunté aparentemente a la defensiva. Mi amigo sonrió como un niño pequeño y asintió rápidamente tres veces, en un gesto que me recordó a un conejito emocionado—. Pues me alegra, porque ahí te va la mía guapo. Fíjate que justo ahora acabo de descubrir en mi un fetiche irremediable por los rubios bajitos con cara de sonsos que sufren de depresión y tienen fuertes tendencias incestuosas por sus hermanas gemelas.

—Lo reconozco —comentó Roxas colocando una de sus manos casualmente en mi cintura para atraerme hacia sí—. Creo que no puedo competir contra una elocuencia de esa magnitud.

—No tienes oportunidad contra mi —dije imitando su anterior aire arrogante mientras le echaba ambas manos al cuello—. Pero la propuesta sexual sigue siendo interesante, dime más.

    Hasta allí le llegó la valentía a mi amigo, aunque se esmeró por ocultarlo estábamos tan cerca que era imposible que no lo sintiera empezar a temblar bajo mi cuepo. Me pareció lindo, pero otra parte de mi no podía dejar de pensar que con unas copas encima quizás el coraje le hubiese durado unos minutos más. Para tranquilizarlo lo cogí de las solapas del abrigo con suavidad y poniéndome de puntas hice tronar un pequeño beso en su colorada mejilla.

—¿Cómo amaneces? ¿tuviste una buena noche? —pregunté amablemente, después de todo era la primera vez que nos veíamos en el día y tampoco le queria poner los nervios de punta tan temprano—. ¿Dormiste bien?

    Empecé a andar a su lado, mientras el intentaba dejar de lucir apenado. La seguridad en sí mismo era como una montaña rusa, a veces muy alta casi que alcanzando el cielo y a veces con unas caídas que si no te dejaban en el quinto anillo del infierno, mínimo te dejaban en la puerta con Dante.

—No mucho... no... —contestó.

—Vaya, vaya, ¿Sufres de insomnio? ¿de parálisis del sueño? ¿te estabas...

—NO —soltó inmediatamente—. Claro que no estaba.

—¿Entonces?

—Nada de lo que quiera hablar en este momento —concluyó—. Sin embargo, te quería hacer una pregunta —asentí mientras sacaba mi móvil del bolso, me había llegado un molesto mensaje de la sala de profesores—. ¿Cómo deletreas tu nombre? ¿Es con S y H? ¿Como sh? ¿O es con X?

—¿Por qué? ¿Lo ibas a escribir en la parte de atrás de tu cuaderno y no sabias cómo hacerlo? —probé—, que nena.

—No, no seas idiota. Es porque te tengo agendada en el teléfono como Número Imaginario y queria ser más cortés poniendo tu nombre, pero si quieres lo dejo tal y como está —dijo y se cruzó de brazos esperando una reacción de mi parte.

• C r y  L i g h t •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora